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La segunda independencia de
América Latina. |
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Hoy (2009) en América Latina somos aproximadamente 500 millones de habitantes, entre los cuales existen, unos novecientos mil nuevos invasores, enriquecidos muy rápidamente durante los últimos 30 años. Gente proveniente de occidente (especialmente USA, los países del norte, centro y este de Europa). Estos nuevos ricos han pasado a ser, la quinta columna, los caballos de Troya de las transnacionales, y desde luego, son los defensores y mercenarios de los intereses foráneos. Si aún hoy existen
ciertas dificultades, para lograr un enfoque único de liberación, como
vector unificador de fuerzas en la independencia para América Latina, estas
dificultades se encuentran en una intelectualidad criolla imitadora o
acomplejada, de gente adoctrinada y engañada en la creencia de las
"virtudes" del tipo de desarrollo ofertadas por los intereses y
la cultura foránea invasora. Por ello, cuando nuestros
pueblos, dejan de ser anónimos, y cada vez más vitales ven su
pasado y descubren su futuro ya no comprometido, al entender los orígenes de su
calvario, avanzan, al descubrir el cómo y porque de su largo sometimiento;
desechan y aplastan las complejas redes de quienes los someten. Nuestros
pueblos van adquiriendo una interpretación amplia y correcta de la
realidad y el papel histórico de su propio destino. En este
sendero difícil de definiciones y lealtad hacía los suyos, aprenden a detener
el saqueo de sus territorios. Es bajo el conocimiento y sufrimiento concreto
y diario, es en la experiencia dura y sacrificada originada por las formas
aberrantes de sometimiento que se encuentran, soluciones, correctas, diferentes y
radicales para la hermandad y la liberación continental. América Latina tiene en
sus pueblos de mezclas, un marco de referencia único que suma la diversidad
con identidad similar en la explotación de siglos, por ello adquieren nuestros
pueblos, una visión y una consciencia amplia y clara sobre los abusos, los
engaños y los errores históricos causados y por la foránea civilización
occidental; colonizadora, invasora y aún ocupante. Es en este proceso de
redención que estos pueblos de futuro van estructurando las medidas, y las
formas de deshacerse del gran y crónico problema. Son formas y medidas
contundentes y definitivas sobre todas las condicionantes impuestas.
No es la cantidad, es
la calidad ética humana de cada ciudadano, es su modo de pensar y entender la
realidad compleja que se vive la que prevalece en la nueva
conformación libertadora de este continente y en su futuro sostenible; Esto,
tomando en cuenta un medio natural cada vez más destruido y depauperado por
la codicia, la rapacidad y la corrupción de una cultura extraña y transmisora que se expandió
por el planeta. No es la libertad de hacer
negocios, o dar efectividad al engaño o a lo instrumental lo que es algo prioritario,
es la responsabilidad de sanear la riqueza natural y humana de esos
territorios que disponen, tanto de los suficientes recursos naturales como de
recursos humanos potencialmente superiores: La capacidad e inteligencia humana de esta
región de mezclas, que sabe entender y amar su entorno, ya no como algo
primitivo, sino como algo infinitamente prometedor, dependiente tan solo del
conocimiento integral de lo que es la vida en sus posibilidades de continua
evolución, en un mundo único que en millones y millones de años dio lugar a
las condiciones especiales de vida para llegar a ser nuestro hogar. Si este continente
logra su independencia real, es en sus nuevas formas de pensar y actuar donde
estará la respuesta. Desde luego esa independencia no podrá ser una
caricatura de la cultura colonizadora, origen de tantos errores y desde luego,
de su cercano desastre.
América Latina
independiente, es, y será el fruto de una forma más evolucionada de pensar,
una conducta consecuente, transparente y con valores humanos no comprometidos
con la compraventa de cuerpos y almas o el del valor denigrante dado a los
productos naturales respecto a los de construcción muerta, como son las maquinas y
herramientas.
Una nueva conformación
civilizada se hace posible, no necesariamente esperando el colapso de la
anterior. Los errores de la anterior, son y deben ser, el marco de referencia
suficiente para iniciar una nueva forma más consciente de existencia
civilizada, existencia desarrollada fuera del margen de aquella que ya esta
vieja, comprometida y enferma, sacudida bajo la violencia de su dinámica
insatisfecha, compulsiva y productora de esclavitud y genocidio. La vieja civilización
aún puede engañar ofertando muchas cosas, como:
Una nueva visión civilizada
sobre lo que es el intercambio de productos, debe basarse en el hecho
primario de que todo producto vivo, siempre tendrá un valor infinitamente
superior a cualquier producto maquinal: Es decir lo que produce la
naturaleza viva en forma de alimentos naturales, seres vivos y productos
biológicos siempre tendrán un valor real superior a
cualquier herramienta o maquina cualquiera sea su avance tecnológico. Por
ello, todo intercambio en el nuevo mundo, debe estar basado en:
Respecto a la ética o
moral gobernante no existe mejor transparencia y lealtad humana que la de
aquel que al desear gobernar, usa el principio real cristiano:
"Los últimos serán los primeros y los primeros
últimos". Es decir aquel que desea
gobernar, o conducir a sus pueblos,
Ningún sistema
normativo, mecánico o económico, puede ni debe existir para imponerse sobre
los seres humanos libres. La simple existencia de cualquiera de esas formas compulsivos llama al uso de la violencia de
unos sobre los otros. La educación y
entrenamiento integral y constante de cada uno y de todos los ciudadanos
sobre todos los aspectos de la vida y la supervivencia, son garantía
suficiente para que las sociedades, nunca más sean sometidas al
engaño, el sometimiento y la prepotencia de otros sistemas sociales
traumatizados o enfermos. (Estudio original: 2006-08. -Revisado sobre "modelos de supervivencia": Julio Alberto Rodríguez, septiembre 2009)
( Parte del discurso de
Che Guevara en la asamblea general de
.. "No hay enemigo pequeño ni fuerza desdeñable, porque ya
no hay pueblos aislados. Como establece
Ningún pueblo de
América Latina es débil, porque forma parte de una familia de doscientos
millones de hermanos que padecen las mismas miserias, albergan los mismos
sentimientos, tienen el mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor destino y
cuentan con la solidaridad de todos los hombres y mujeres honrados del mundo. Esta epopeya que
tenemos delante la van a escribir, las masas hambrientas de indios, de
campesinos sin tierra, de obreros explotados; La van a escribir, las masas
progresistas, los intelectuales honestos y brillantes que tanto abundan en
nuestras sufridas tierras de América Latina. Lucha en masas y de ideas,
epopeya que llevarán adelante nuestros pueblos maltratados y despreciados por
el imperialismo, nuestros pueblos desconocidos hasta hoy, que ya empiezan a
quitarle el sueño. Nos consideraban rebaño impotente y sumiso y ya se empieza
a asustar de ese rebaño, rebaño gigante de doscientos millones de
latinoamericanos en los que advierte ya sus sepultureros el capital
monopolista yanqui. La hora de su
reivindicación, la hora que ella misma se ha elegido, la vienen señalando con
precisión también de un extremo a otro del Continente. Ahora esta masa anónima, esta América de color, sombría, taciturna, que canta en todo el Continente con una misma tristeza y desengaño, ahora esta masa es la que empieza a entrar definitivamente en su propia historia, la empieza a escribir con su sangre, la empieza a sufrir y a morir, porque ahora los campos y las montañas de América, por las faldas de sus sierras, por sus llanuras y sus selvas, entre la soledad o el tráfico de las ciudades, en las costas de los grandes océanos y ríos, se empieza a estremecer este mundo lleno de corazones con los puños calientes de deseos de morir por lo suyo, de conquistar sus derechos casi quinientos años burlados por unos y por otros. Ahora sí la historia
tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y
vilipendiados, que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para
siempre, su historia. Ya se los ve por los caminos un día y otro, a pie, en
marchas sin término de cientos de kilómetros, para llegar hasta los «olimpos»
gobernantes a recabar sus derechos. Ya se les ve, armados de piedras, de palos,
de machetes, en un lado y otro, cada día, ocupando las tierras, afincando sus
garfios en las tierras que les pertenecen y defendiéndolas con sus vidas; se
les ven, llevando sus cartelones, sus banderas, sus consignas; Haciéndolas
correr en el viento, por entre las montañas o a lo largo de los llanos. Y esa
ola de estremecido rencor, de justicia reclamada, de derecho pisoteado, que
se empieza a levantar por entre las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no
parará más. Esa ola irá creciendo cada día que pase. Porque esa ola la forman
los más, los mayoritarios en todos los aspectos, los que acumulan con su
trabajo las riquezas, crean los valores, hacen andar las ruedas de la
historia y que ahora despiertan del largo sueño embrutecedor a que los
sometieron. Porque esta gran
humanidad ha dicho «¡Basta!» Y ha echado a andar. Y su marcha, de
gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por
la que ya han muerto más de una vez inútilmente. Ahora, en todo caso, los que
mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única,
verdadera e irrenunciable independencia". Estas palabras del Che,
son actuales hoy como lo fueron ayer. Tienen la vigencia práctica e
ideológica en un tiempo en el
que los pueblos de América latina hacen conciencia del
significado de su verdadera e irrenunciable independencia.
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