Poesía Crítica.

 

Vacas Locas (1)

 

A no ser por el mariner,

que volvió al año siguiente,

a la isla imperial de piratas,

más maltrecho que soldado,

con una pierna de menos

y un afán sádico de mil cuernos;

ni chis ni sus se habría dicho.

 

Pero cuando el soldado,

otra vez en el local del asado,

cayo de repente al suelo,

abrió y cerro la boca

como un pez fuera del agua,

vinieron los auxiliares

militares de intervención

inmediata,

desde luego, muy alarmados,

al descubrir

que el hombre ya no tenia cerebro.

 

No podía ser un atentado,

químico o biológico.

Se hizo una investigación

de fondo,

un gobierno llamo al otro,

aquel otro llamo al resto

y aliados como ellos eran,

afirmaron; Eureka..!

hemos descubierto

el mal de las vacas locas.

 

Aunque aquel soldado

no era vaca, ni las vacas iban armadas

esta historia occidental de pura sangre

fue escondida por largo tiempo en archivos.

 

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