Empecemos el día de hoy

con el coro, silencioso

del alma de nuestros mártires.

También con aquellos

que por el continente autóctono

ofrendaron su diaria dimensión material,

dedicando,

entregando de sí,

su integro amor por el bien de los demás.

Empecemos

por los que dieron sus horas,

sus días y toda su vida

por despertar nuestros pueblos,

inocentes,

inermes,

hundidos en miserias occidentales.

Empecemos no solo hoy

frente a la injusticia masiva,

e incomprensible.

Con rabia de justicia,

para romper los diques

del abuso,

que nos mantuvo en la ignorancia.

Empecemos con el día

Que debe cobrar el tributo inmenso

al extranjero rapaz

que todo se llevo, días y noches.

Empecemos en cualquier momento

Bajo nuestra identidad

única,

aquella que sale del vientre de América real.

Con un infinito de acciones audaces

Y una hermandad que hace luz.