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Poesía crítica:
Democracia
Era un día marcado, un día de elecciones, cuando el arrogante gordo, con galas y alas de ser ministro de Estado, empapado del sudor de amor al lujo descarado y desvergonzado mostro la cara. Era además constructor pusilánime de mentiras; un político moderno dijo con beatitud de gordo, a su reino, ordenado, moderado, instrumental, beatífico y aborregado; afirmo, que todo estaba de maravilla. Prometía las mismas cosas si acaso saliese de nuevo elegido.
Era un día, democrático de virtual ejemplo para el resto del mundo; entre comillas.
Era un día de terrible y mediática pacotilla repleto de corruptos actores en el quehacer del egoísmo político y del poco quehacer de ciudadanos.
Era un día que bajo el riesgo inevitable, de que la vida ya no era vida, todos votaron al azar porque ya daba lo mismo quien sería el encargado de desmontar lo poco que aun al pueblo se le daba.
Era un día, oscuro, húmedo y tradicional en aquel reino ejemplar de dictadura democrática, donde el dinero, el frío, el racismo, la vejez y los sepulcros blanqueados se habían hecho una costumbre.
(Suecia, 17 de septiembre 2006)
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