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Poesía Crítica |
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Apartheid sueco
(2) Sin techo ni abrigo.
Me pusieron bajo el cargo de un equipo perverso, de ejecutores del desatino: burócratas suecos dando lugar a la cola comunal del desprecio, para el extranjero del sur, con viviendas de alquiler y de prebendas, organizadas en este mundo de especulación racista.
Allí un Satanás normalmente disfrazado de mujer asumía su tarea con odio catalizada. Era como parte del sistema estructuralmente establecido.
Con su enorme peso de castigo etnocéntrico, y como una nueva carga al perseguido, la maquinaria social de este autoadulador reino perdido en sus hazañas no tan publicas habían establecido, efectivos, los parámetros de la nórdica segregación cruzada de viviendas y no esperanza. Bajo el miedo a quedar abandonado cualquier noche, y convertirse, en una estatua de hielo dedicada al apartheid, disminuyendo todo sentido de existencia humana, cada hora y cada día.
Habría querido gritar, rogar, pedir por la solidaridad y por la venganza, de los de mi lejano mundo tercero, pero el cansancio y la angustia ya se sentían, como un peso de muerte.
Y mientras los perfectos ciudadanos suecos de clase burócrata, de sueldos de escándalo y de suculentos paracaídas económicos retozaban, en sus consuetudinarios cafés y restaurantes de cristal protegidos bajo campanas de cultivo, conservados sí y apenas en su digna nacionalidad pura; Mi recorrido, se hizo desesperado en este lugar oscuro de eternas fosas de invierno, y de sonrisas de hiena, en coros de perfecta hipocresía.
Recorrí bajo el eterno viento frío las calles de ausencia y desesperación; Sin una sola respuesta a esa necesidad tan primaria.
Mafia comunal sueca del control de las viviendas. ------------------------------------- |