En el mundo y en la tierra

donde fuimos conviviendo

descubrí tu rostro moreno con besos tiernos

que aleteaban como alas de mariposa.

Por las tardes acaricie tus pies,

cansados por el afán de dar vida

en nuestra naturaleza amante.

Por las noches me acurruque

Entre tus brazos a la espera

de que tu voz diera sus sonatas a la luna.

El impulso vital de un tercer mundo,

nos había unido

como un Adán y una Eva

sin pecados, ni condiciones.

Éramos un torrente

Que aprendió a dar un mar de rebeliones.

Éramos hombre y mujer reuniendo las mezclas étnicas,

aquellas, las más variadas,

en el intenso afán de conformar

la humanidad de un mejor futuro.