691] SECCION SEPTIMA

EL PROCESO DE ACUMULACION DEL CAPITAL

Hemos visto cómo el capital, bajo la forma de la mercancía, produce plusvalor. Es sólo a través de la venta de la mercancía como se realiza el plusvalor oculto en ella, junto con el valor de capital adelantado para la producción de la misma. El proceso de acumulación del capital, por consiguiente, supone su proceso de circulación. Reservamos, no obstante, para el libro siguiente el análisis de este segundo proceso. Las condiciones reales de la reproducción, esto es, de la producción continua, en parte sólo aparecen dentro de la circulación, y en parte no pueden ser examinadas antes de que pasemos a analizar el proceso de la circulación.

Pero esto no es todo [a] "La primera condición de la acumulación consiste en que el capitalista haya conseguido vender sus mercancías y reconvertir en capital la mayor parte del dinero así obtenido. En lo que sigue, damos siempre por supuesto que el capital recorre de manera normal su proceso de circulación. El análisis más detallado de este proceso corresponde al libro segundo.". El capitalista que produce el plusvalor, es decir, el que directamente succiona de los [692] obreros trabajo impago y lo fija en mercancías, es por cierto el primer apropiador, pero en modo alguno. el propietario último de ese plusvalor. Posteriormente tiene que compartirlo con capitalistas que desempeñan otras funciones en el conjunto de la producción social, con los terratenientes, etc. El plusvalor, pues, se escinde en varias partes. Sus fracciones corresponden a diversas categorías de personas y revisten formas diferentes e independientes entre sí, como ganancia, interés, ganancia comercial, renta de la tierra, etc. No hemos de examinar estas formas transmutadas del plusvalor antes del libro tercero.

Suponemos aquí, por una parte, que el capitalista que produce la mercancía la vende a su valor, y no nos detenemos más en el retorno del capitalista al mercado o en las nuevas formas que se adhieren al capital en la esfera de la circulación, ni tampoco en las condiciones concretas de reproducción ocultas bajo esas formas. Por otra parte, el productor capitalista cuenta para nosotros como propietario de todo el plusvalor o, si se quiere, como representante de todos sus copartícipes en el botín. De ahí que, por de pronto, consideremos la acumulación en términos abstractos, es decir, como mera fase del proceso inmediato de la producción.

Por lo demás, en la medida en que se opera la acumulación el capitalista logra vender la mercancía producida y reconvertir en capital el dinero extraído de la misma. El fraccionamiento del plusvalor en varias partes, además, no altera en nada su naturaleza, ni tampoco altera las condiciones necesarias bajo las cuales se convierte en el elemento de la acumulación. Sea cual fuere la proporción de plusvalor que el productor capitalista retenga para sí mismo o ceda a otros, es siempre él quien se lo apropia en primer término. Lo que damos por supuesto en nuestro examen de la acumulación, pues, está supuesto en su proceso real. Por otra parte, el fraccionamiento del plusvalor [693] y el movimiento mediador de la circulación velan la forma básica simple del proceso de acumulación. Su análisis puro, por consiguiente, requiere que prescindamos transitoriamente de todos los fenómenos que ocultan el juego interno de su mecanismo.

 

 

[695]

 

CAPITULO XXI

 

 

REPRODUCCION SIMPLE

 

 

Cualquiera que sea la forma social del proceso de producción, es necesario que éste sea continuo, que recorra periódicamente, siempre de nuevo, las mismas fases. Del mismo modo que una sociedad no puede dejar de consumir, tampoco le es posible cesar de producir. Por tanto, considerado desde el punto de vista de una interdependencia continua y del flujo constante de su renovación, todo proceso social de producción es al propio tiempo proceso de reproducción.

Las condiciones de la producción son, a la vez, las de la reproducción. Ninguna sociedad puede producir continuamente, esto es, reproducir, sin reconvertir continuamente una parte de sus productos en medios de producción o elementos de la nueva producción. Bajo condiciones en lo demás iguales, esa sociedad sólo puede reproducir o mantener en la misma escala su riqueza si a los medios de producción o sea los medios de trabajo, materias primas y materiales auxiliares consumidos por ejemplo durante un año, los remplaza in natura [en especie] por una cantidad igual de ejemplares nuevos, separados de la masa anual de productos e incorporados nuevamente al proceso de producción. Determinada cantidad del producto anual pertenece, pues, a la producción. Destinada desde un principio al consumo productivo, dicha cantidad existe en gran parte en formas naturales que excluyen de por sí el consumo individual.

[696] Si la producción reviste una forma capitalista, no menos la reproducción. En el modo de producción capitalista, así como el proceso de trabajo aparece tan sólo como medio para el proceso de valorización, la reproducción no se pone de manifiesto más que como medio de reproducir como capital el valor adelantado, es decir, como valor que se valoriza a sí mismo. De ahí que la máscara económica que caracteriza al capitalista sólo se adhiere a un hombre porque su dinero funciona continuamente como capital. Si, por ejemplo, la suma de dinero adelantado de [sterling] 100 se transforma este año en capital y produce un plusvalor de [sterling] 20, tendrá que repetir la mism operación el año siguiente y los sucesivos. En cuanto incremento periódico del valor de capital o fruto periódico del capital que se procesa, el plusvalor asume la forma de un rédito devengado por el capital 1.

Si al capitalista este rédito sólo le sirve como fondo de consumo o lo gasta tan periódicamente como lo obtiene, se verifica, siempre que las demás condiciones se mantengan iguales, una reproducción simple. Ahora bien, aunque ésta es meramente la reiteración del proceso de producción en la misma escala, esa mera repetición o continuidad imprime al proceso ciertas características nuevas o, más bien, disuelve las características aparentes ostentadas por el proceso cuando sólo transcurría de manera aislada.

La introducción al proceso de producción es la compra de la fuerza de trabajo por un tiempo determinado, y dicha introducción se renueva constantemente no bien vence el plazo de venta del trabajo, cerrándose, con ello, determinado período de producción: semana, mes, etc. Pero al obrero sólo se le paga después que su fuerza de trabajo ha actuado y cuando ya ha realizado en mercancías tanto su propio valor como el plusvalor. El obrero, pues, ha [697] producido el plusvalor que por el momento sólo consideramos como fondo de consumo del capitalista y asimismo el fondo mismo con el que se le paga, el capital variable, antes que éste revierta a él bajo la forma del salario, y sólo se lo ocupa mientras lo reproduzca constantemente. De ahí deriva la fórmula de los economistas citada en el capítulo XVI [a], la cual presenta al salario como participación en el producto mismo [2]. Se trata de una parte del producto reproducido constantemente por el propio obrero, parte que retorna constantemente a éste bajo la forma del salario. El capitalista, sin duda, le paga en dinero el valor de la mercancía. Pero este dinero no es más que la forma transmutada del producto del trabajo, o más bien una parte de dicho producto [b]. Mientras el obrero transforma una parte de los medios de producción en producto, una parte de su producto anterior se reconvierte en dinero. Es con su trabajo de la semana anterior o del último semestre con lo que se paga su trabajo de hoy o del semestre venidero. La ilusión generada por la forma dineraria se desvanece de inmediato, no bien tomamos en consideración no al capitalista individual y al obrero individual sino a la clase capitalista y a la clase obrera. La clase capitalista entrega constantemente a la clase obrera, bajo la forma dineraria, asignados sobre una parte del producto creado por esta última clase y apropiado por la primera. También constantemente, el obrero devuelve a la clase capitalista esos asignados y obtiene de ésta, así, la parte que le corresponde de su propio producto. La forma mercantil del producto y la forma dineraria de la mercancía disfrazan la transacción.

El capital variable, pues, no es más que una forma histórica particular bajo la que se manifiesta el fondo de medios de subsistencia o fondo de trabajo que el trabajador requiere para su autoconservación y reproducción, fondo éste, que, en todos los sistemas de la producción social, [698] tiene siempre que producir y reproducir. Si el fondo de trabajo afluye constantemente a él sólo bajo la forma de medios de pago por su trabajo, es porque su propio producto se aleja constantemente de él bajo la forma del capital. Pero esta forma en que se manifiesta el fondo de trabajo en nada modifica el hecho de que el capitalista adelanta al obrero el propio trabajo objetivado de este último 3. Tomemos el caso de un campesino sujeto a prestaciones personales serviles. Cada semana trabaja con sus propios medios de producción y en su propio terreno durante 3 días, por ejemplo. Los otros tres días de la semana efectúa prestaciones personales en el dominio señorial. Reproduce constantemente su propio fondo de trabajo, y éste nunca reviste ante él la forma de medios de pago adelantados por un tercero para pagar su trabajo. En cambio, su trabajo obligatorio gratuito jamás asume, tampoco, la forma de trabajo voluntario y pago. Si mañana el señor se apropia de la tierra, de las bestias de labor, de las semillas, en suma de los medios de producción pertenecientes al campesino sujeto a prestaciones serviles, de aquí en adelante éste tendrá que vender su fuerza de trabajo al señor. Bajo condiciones en lo demás iguales, trabajará 6 días por semana, como siempre: 3 días para sí mismo, 3 para el ex señor feudal, convertido ahora en patrón de asalariados. Como siempre, utilizará y consumirá los medios de producción como medios de producción y transferirá al producto el valor de los mismos. Como siempre, determinada parte del producto ingresará a la reproducción. Pero así como la prestación personal servil adopta la forma del trabajo asalariado, el fondo de trabajo producido y reproducido como siempre, por el campesino sujeto a prestaciones personales asume la forma de capital que el ex c señor feudal le adelanta al campesino. El economista burgués, cuyo limitado cerebro no puede separar la forma de manifestación de lo que en ella se manifiesta, cierra los ojos ante el hecho de que incluso [699] hoy en día sólo por excepción, en la redondez de la Tierra, el fondo de trabajo aparece bajo la forma de capital 4.

Sin duda, el capital variable pierde el carácter de un valor adelantado de su propio fondo por el capitalista [d5] sólo cuando consideramos el proceso capitalista de producción en la fluencia constante de su renovación. Pero ese proceso tiene necesariamente que iniciarse en algún lugar y en algún momento. Desde el punto de vista que hemos mantenido hasta aquí, por consiguiente, es verosímil que el capitalista se haya convertido en poseedor de dinero gracias a alguna acumulación originaria que tuvo lugar independientemente del trabajo ajeno impago. Aun así, la mera continuidad del proceso capitalista de producción, o la reproducción simple, opera también otros cambios notables que no sólo afectan al capital variable, sino al capital en su conjunto.

Si el plusvalor generado de manera periódica, por ejemplo anualmente, con un capital de [sterling] 1.000 asciende a [sterling] 200 y este plusvalor se consume también anualmente, es obvio que tras una repetición quinquenal del mismo proceso la suma del plusvalor consumido será = 5 x 200, o sea igual al valor de capital adelantado en un principio, [sterling] 1.000. Si sólo se consumiera parcialmente el plusvalor anual, por ejemplo sólo la mitad, se obtendría el mismo resultado tras una repetición decenal del proceso de producción, pues 10 x 100 = 1.000. En términos generales: el valor de capital adelantado, dividido por el plusvalor consumido anualmente, da el número de años, o el número de períodos de reproducción, luego de cuyo transcurso el capital adelantado en un primer momento ha sido consumido por el capitalista y por tanto ha desaparecido. Que el capitalista se figure que él consume el producto del [700] trabajo impago ajeno, el plusvalor, y que conserva el capital originario, no puede modificar absolutamente en nada la realidad de las cosas. Una vez transcurrido cierto número de años, el valor de capital que poseía iguala a la suma del plusvalor apropiada sin equivalente durante esos mismos años, y la suma de valor consumida por él al valor de capital originario [e].

Ni un solo átomo de valor perteneciente a su antiguo capital sigue existiendo. Prescindiendo por entero de toda acumulación, pues, la mera continuidad del proceso de producción, o la reproducción simple, al cabo de un período más breve o más dilatado transforma necesariamente todo capital en capital acumulado o plusvalor capitalizado. Aun cuando al ingresar al proceso de producción ese capital fuese propiedad adquirida a fuerza de trabajo personal por su empleador, tarde o temprano se convierte en valor apropiado sin equivalente, en concreción material, ya sea en forma dineraria o de otro tipo, de trabajo ajeno impago.

El supuesto originario para la transformación de dinero en capital era no sólo la producción y circulación de mercancías. Era necesario que en el mercado se enfrentaran como comprador y vendedor el poseedor de valor o de dinero y el poseedor de la sustancia creadora de valor; el poseedor de los medios de producción y de subsistencia y el poseedor de la fuerza de trabajo [f] g. La escisión entre [701] el producto de trabajo y el trabajo mismo, entre las condiciones objetivas del trabajo y la fuerza de trabajo subjetiva, era pues el fundamento, efectivamente dado h, del proceso capitalista de producción. Su mera continuidad, o la reproducción simple, reproduce y perpetúa ese punto de partida del proceso como resultado del mismo. El proceso de producción transforma continuamente el dinero en capital, los medios de producción en medios de valorización [i]. Por otra parte, el obrero sale del proceso de producción, constantemente, tal como entró en él [j]. Como antes de ingresar al proceso su propio trabajo ya se ha convertido en ajeno, ha sido apropiado por el capitalista y se ha incorporado al capital, dicho trabajo se objetiva constantemente, durante el proceso, en producto ajeno. Como el proceso de producción es, al mismo tiempo, proceso de consumo de la fuerza de trabajo por el capitalista, el producto del obrero no sólo se transforma continuamente en mercancía, sino además en capital: valor que succiona la fuerza creadora de valor, medios de subsistencia que compran personas, medios de producción que emplean a los productores [6]. El obrero mismo, por consiguiente, produce constantemente la riqueza objetiva como capital, como poder que le es ajeno, que lo domina y lo explota, y el capitalista, asimismo, constantemente produce la fuerza de trabajo como fuente subjetiva y abstracta de riqueza, separada de sus propios medios de [702] objetivación y cfcctivización, existente en la mera corporeidad del obrero; en una palabra, produce al trabajador como asalariado 7. Esta constante reproducción o perpetuación del obrero es la [conditio] sine qua non de la producción capitalista.

Como es sabido, la transacción entre el capitalista y el obrero es la siguiente: el capitalista intercambia una parte de su capital, el capital variable, por fuerza de trabajo e incorpora ésta, como fuerza viva de valorización, a sus medios inanimados de producción. Precisamente por este medio el proceso de trabajo se convierte a la vez en proceso capitalista de valorización. Por su parte, el obrero gasta en medios de subsistencia, gracias a los cuales se conserva y reproduce a sí mismo, el dinero obtenido a cambio de su fuerza de trabajo. Es éste su consumo individual, mientras que el proceso de trabajo, durante el cual consume medios de producción transformándolos en productos, constituye su consumo productivo y, a la vez, el consumo de su fuerza de trabajo por el capitalista. El consumo individual y el consumo productivo del obrero difieren esencialmente. En el uno, el obrero pertenece como fuerza de trabajo al capital y está incorporado al proceso de producción, en el otro, se pertenece a sí mismo y ejecuta actos vitales individuales al margen del proceso de producción [k].

[703] El examen de la "jornada laboral", etc., nos hizo ver, ocasionalmente, que a menudo se fuerza al obrero a convertir su consumo individual en un mero incidente del proceso de producción. En este caso él se suministra medios de subsistencia, para mantener en funcionamiento su fuerza de trabajo, de la misma manera que se suministran carbón y agua a la máquina de vapor, aceite a la rueda, etcétera. Sus medios de consumo son entonces meros medios de consumo de un medio de producción, y su consumo individual pasa directamente a ser consumo productivo. Esto, no obstante, se manifiesta como un abuso accidental del proceso capitalista de producción [8].

Pero si no se examina el proceso aislado de producción de la mercancía sino el proceso capitalista de producción en su fluencia interconexa y en su escala social, el consumo individual del obrero sigue siendo también [l] un [704] elemento de la producción y reproducción del capital, ya se efectúe dentro o fuera del taller, de la fábrica, etc., dentro o fuera del proceso laboral; exactamente al igual que lo que ocurre con la limpieza de la máquina, ya se efectúe dicha limpieza durante el proceso de trabajo o en determinadas pausas del mismo. El hecho de que el obrero efectúe ese consumo [m] en provecho de sí mismo y no para complacer al capitalista, nada cambia en la naturaleza del asunto. De la misma suerte, el consumo de la bestia de carga no deja de ser un elemento necesario del proceso de producción porque el animal disfrute de lo que come. La conservación y reproducción constantes de la clase obrera siguen siendo una condición constante para la reproducción del capital. El capitalista puede abandonar confiadamente el desempeño de esa tarea a los instintos de conservación y reproducción de los obreros. Sólo vela por que en lo posible el consumo individual de los mismos se reduzca a lo necesario, y está en los antípodas de esa tosquedad sudamericana que obliga al trabajador a ingerir alimentos más sustanciosos en vez de otros menos sustanciosos [9].

Mediante la conversión de una parte del capital en fuerza de trabajo, el capitalista mata dos pájaros de un tiro. Transforma una parte de su capital en capital variable y valoriza así su capital global. Incorpora la fuerza de trabajo a sus medios de producción. Consume productivamente la fuerza de trabajo al hacer que el obrero, mediante su trabajo, consuma productivamente los medios de [705] producción. Por otra parte, los medios de subsistencia, o sea la parte del capital enajenada a los obreros, se transforman en músculos, nervios, huesos, cerebro, etc., de obreros. Dentro de sus límites necesarios, pues, el consumo individual de la clase obrera es la operación por la cual los medios de subsistencia enajenados a cambio de fuerza de trabajo, se reconvierten en fuerza de trabajo nuevamente explotable por el capital, es la producción y reproducción de su medio de producción más necesario: del obrero mismo. El consumo individual del obrero, pues, constituye en líneas generales un elemento del proceso de reproducción del capital [n].

Es por eso también que el capitalista y su ideólogo, el economista, sólo consideran productiva la parte del consumo individual del obrero que se requiere para la perpetuación de la clase obrera, esto es, aquella parte que de hecho debe consumirse para que el capital consuma la fuerza de trabajo del obrero; lo demás, lo que éste consuma para su propio placer, es consumo improductivo 10. Si la acumulación del capital ocasionara un aumento del salario y por tanto un acrecentamiento de los medios de consumo del obrero, sin que tuviera lugar un mayor consumo de fuerza de trabajo por el capital, el capital adicional se habría consumido improductivamente 11. En efecto: el consumo individual del obrero es improductivo para él mismo, puesto que únicamente reproduce al individuo lleno de necesidades, es productivo para el capitalista y el estado, puesto que es producción de la fuerza que produce la riqueza ajena 12.

Desde el panto de vista social, la clase obrera, también cuando está fuera del proceso laboral directo es un accesorio del capital, a igual título que el instrumento inanimado de trabajo. Incluso su consumo individual no es, dentro de ciertos límites, más que un factor del proceso de reproducción del capital. Pero el proceso vela para que esos instrumentos de producción autoconscientes no abandonen su puesto, y para ello aleja constantemente del polo que ocupan, hacia el polo opuesto ocupado por el capital, el producto de aquéllos. El consumo individual, de una parte, vela por su propia conservación y reproducción, y de otra parte, mediante la destrucción de los medios de subsistencia, cuida de que los obreros reaparezcan constantemente en el mercado de trabajo. El esclavo romano estaba sujeto por cadenas a su propietario; el asalariado lo está por hilos invisibles. El cambio constante de patrón individual y la fictio juris [ficción jurídica] del contrato, mantienen en pie la apariencia de que el asalariado es independiente.

Anteriormente, cuando le parecía necesario, el capital hacía valer por medio de leyes coercitivas su derecho de propiedad sobre el obrero libre. Así, por ejemplo, en Inglaterra estuvo prohibida hasta 1815, bajo severas penas, la emigración de obreros mecánicos.

La reproducción de la clase obrera implica, a la vez, que la destreza se trasmita y acumule de una generación a otra [13]. Hasta qué punto el capitalista cuenta, entre las condiciones de producción que le pertenecen, con la existencia de tal clase obrera diestra, considerándola de hecho como la existencia real de su capital variable, es una circunstancia que sale a luz no bien una crisis amenaza la pérdida de aquélla. Como es sabido, a consecuencia de la guerra civil norteamericana y de la consiguiente escasez de algodón, la mayor parte de los obreros algodoneros de Lancashire, etc., fueron arrojados a la calle. Del seno de la clase obrera misma, así como de otras capas de la sociedad, se elevó el reclamo de un subsidio estatal o [707] de colectas nacionales voluntarias para posibilitar la emigración de los "superfluos" hacia las colonias inglesas o los Estados Unidos. Por ese entonces el "Times" publicó (24 de marzo de 1863) una carta de Edmund Potter, ex presidente de la Cámara de Comercio de Manchester. Su carta fue denominada en la Cámara de los Comunes, y con razón, "el manifiesto de los fabricantes" [14]. Brindamos aquí algunos pasajes característicos, en los que se reafirma sin rodeos el título de propiedad del capital sobre la fuerza de trabajo:

"A los obreros del algodón se les podría decir que su oferta es demasiado grande... , tendría [...], quizás, que reducirse en un tercio, y entonces habría una demanda sana para los dos tercios restantes... La opinión pública [...] exige que se recurra a la emigración... El patrón" (es decir, el fabricante algodonero) "no puede ver con buenos ojos cómo se le aleja su suministro de trabajo; puede pensar [...] que esto es tan injusto como equivocado... Pero si se subvenciona la emigración con fondos públicos, el patrón tiene derecho a que se lo escuche, y quizás a protestar." El mismo Potter expone más adelante lo útil que es la industria algodonera; cómo "no cabe duda de que ha drenado la población [15] de Irlanda y los distritos agrícolas ingleses", en qué escala enorme se la practica, cómo en 1860 proporcionó los 5/13 de todo el comercio inglés de exportación; cómo, al cabo de pocos años, volverá a expandirse gracias a la ampliación del mercado, en particular del de la India y merced a la imposición de una suficiente "oferta algodonera, a 6 peniques la libra". Continúa luego: "El tiempo [...], uno, dos, talvez tres años, producirá la cantidad necesaria... La interrogante que quisiera plantear es entonces si esta industria es digna de que se la mantenga, si vale la pena conservar en orden la maquinaria" (esto es, las máquinas vivas de trabajo) "y si no es el colmo de la estupidez pensar en deshacerse de ellas. Creo que lo es. Admito que los obreros no son una propiedad (I allow that the workers are not a property), que no son la propiedad de Lancashire [708] y de los patrones; pero son la fuerza de ambos, son la fuerza espiritual y adiestrada que no se puede remplazar en una generación; la otra maquinaria con la que trabajan (the mere machinery which they work), por el contrario, podría sustituirse ventajosamente y perfeccionarse en doce meses 16. Fomentad o permitid (!) la emigración de la fuerza de trabajo: ¿qué será entonces del capitalista? (Encourage or allow the working-power to emigrate, and what of the capitalist?)". Este suspiro que brota del corazón nos recuerda al mariscal de corte Kalb [17]. "Quitad la flor y nata de los obreros y el capital fijo se desvalorizará en grado sumo y el capital circulante no se expondrá a la lucha con un suministro reducido de una clase inferior de trabajo [...]. Se nos dice que los obreros mismos desean emigrar. Es muy natural que lo deseen... Pero si reducís, comprimís el negocio algodonero mediante el retiro de sus fuerzas de trabajo (by taking away its working power), reduciendo su gasto de salarios, digamos en 1/3 o sea 5 millones, ¿qué ocurrirá entonces con la clase que está inmediatamente por encima de ellos, los pequeños tenderos? ¿Qué pasará con la renta de la tierra, con el alquiler de las cottages?... ¿Qué será del arrendatario pequeño, de los propietarios de casas mejor acomodados [...] y de los terratenientes? Y decid ahora si existe un plan que sea más suicida, para todas las clases del país, que este de debilitar la nación exportando sus mejores obreros fabriles y desvalorizando una parte de su capital y riqueza más [709] productivos". "Propongo que se emita un empréstito de 5 a 6 millones, distribuido en dos o tres años, administrado por comisionados especiales, coordinado con la asistencia a los pobres en los distritos algodoneros y sujeto a regulaciones legales especiales, con cierto trabajo obligatorio para mantener en alto el nivel moral de quienes reciben la limosna... ¿Puede haber algo peor para los terratenientes o patrones (can anything be worse for landowners or masters) que renunciar a sus mejores obreros y desmoralizar y disgustar a los demás con una emigración amplia y vaciadora, un vaciamiento del valor y el capital de una provincia entera?".

Potter, el vocero selecto de los fabricantes algodoneros, distingue entre dos clases de "maquinaria", pertenecientes ambas al capitalista, y de las cuales una se halla en su fábrica y la otra se aloja por la noche y los domingos fuera de la fábrica, en cottages. Una es inanimada; la otra, viva. La maquinaria muerta no sólo se deteriora y desvaloriza cada día, sino que una gran prte de su masa existente envejece constantemente debido al incesante progreso tecnológico [o], a tal punto que a los pocos meses se la puede sustituir ventajosamente por maquinaria mas moderna. La maquinaria viva, por el contrario, cuanto mayor es su duración, cuanto más acumula en ella la destreza de generaciones y generaciones, tanto más se perfecciona. El "Times" respondió al magnate fabril, entre otras cosas:

"Al señor Edmund Potter lo impresiona tanto la importancia excepcional y suprema de los patrones algodoneros que, para salvaguardar esa clase y perpetuar su profesión, querría confinar a medio millón de integrantes de la clase obrera, contra su voluntad, en un gran workhouse [hospicio] moral. <<¿Esta industria es digna de que se la mantenga?>>, pregunta el señor Potter. <<Ciertamente>>, respondemos, <<por todos los medios honestos>>. <<¿Vale la pena conservar en orden la maquinaria?>>, vuelve a preguntar el señor Potter. Aquí nos domina la perplejidad. Por maquinaria el señor Potter entiende la maquinaria humana, pues asegura que no pretende usarla como propiedad absoluta. Hemos de confesar que, a nuestro juicio, no <<vale la pena>> y ni siquiera es posible conservar en [710] orden la maquinaria humana, esto es, aceitarla y guardarla bajo llave hasta que se la necesite. La maquinaria humana tiene la propiedad de herrumbrarse cuando está inactiva, por mucho que se la aceite y frote. Además la maquinaria humana, como se advierte a simple vista, es capaz de soltar por sí misma el vapor y estallar, provocando un lío infernal en nuestras grandes ciudades. Es posible, como dice el señor Potter, que se requiera un tiempo mayor para reproducir a los obreros, pero disponiendo de maquinistas y dinero, siempre podremos encontrar gente emprendedora, sólida e industriosa para fabricar con ella más patrones fabriles de los que podamos necesitar... El señor Potter discurre acerca de una reanimación de la industria dentro de uno, dos o tres años y nos reclama que no fomentemos o permitamos (!) la emigración de la fuerza de trabajo. Afirma que es natural que los obreros quieran emigrar, pero entiede que, a pesar de tal deseo, la nación tiene que mantener a ese medio millón de obreros, con las 700.000 personas que de ellos dependen, confinados en los distritos algodoneros, reprimiendo consecuencia lógica de lo anterior su descontento por la fuerza y alimentándolos con limosnas. Y todo ello fundándose en la posibilidad de que un buen día los patrones algodoneros los necesiten de nuevo... Ha llegado la hora de que la gran opinión pública de estas islas haga algo para salvar a esa <<fuerza de trabajo>> de los que quieren tratarla como tratan el carbón, el hierro y el algodón (to save this <<working power>> from those who would deal with it as they deal with iron, coal, and cotton)" [18].

El artículo del "Times" era, simplemente, un jeu d'esprit [alarde de ingenio]. En realidad, la "gran opinión pública" compartía la opinión del señor Potter, según la cual los obreros fabriles constituían accesorios móviles de las fábricas. Se impidió su emigración [19], confinándolos en el [711] "workhouse moral" de los distritos algodoneros, y hoy como ayer constituyen "la fuerza (the strength) de los patrones algodoneros de Lancashire".

El proceso capitalista de producción, pues, reproduce por su propio desenvolvimiento la escisión entre fuerza de trabajo y condiciones de trabajo. Reproduce y perpetúa, con ello, las condiciones de explotación del obrero. Lo obliga, de manera constante, a vender su fuerza de trabajo para vivir, y constantemente pone al capitalista en condiciones de comprarla para enriquecerse [20]. Ya no es una casualidad que el capitalista y el obrero se enfrenten en el mercado como comprador y vendedor. Es el doble recurso del propio proceso lo que incesantemente vuelve a arrojar al uno en el mercado, como vendedor de su fuerza de trabajo, y transforma siempre su propio producto en el medio de compra del otro. En realidad, el obrero pertenece al capital aun antes de venderse al capitalista. Su servidumbre económica [21] está a la vez mediada y encubierta por la renovación periódica de la venta de sí [712] mismo, por el cambio de su patrón individual y la oscilación que experimenta en el mercado el precio del trabajo [22].

El proceso capitalista de producción, considerado en su interdependencia o como proceso de reproducción, pues, no sólo produce mercancías, no sólo produce plusvalor, sino que produce y reproduce la relación capitalista misma: por un lado el capitalista, por la otra el asalariado 23 24 25. [a] a En lugar del párrafo y de la frase precedentes, en la 3ª y 4ª ediciones figura este texto: "La transformación de una suma de dinero en medios de producción y fuerza de trabajo es el primer movimiento que efectúa la cantidad de valor cuyo cometido es funcionar como capital. Este movimiento se ejecuta en el mercado, en la esfera de la circulación. La segunda fase del movimiento, el proceso de producción, queda concluida no bien los medios de producción se han transformado en mercancía cuyo valor supera el valor de sus partes constitutivas, conteniendo, por ende, el capital adelantado originariamente más un plusvalor. Acto seguido, es necesario lanzar a su vez estas mercancías a la esfera de la circulación. Hay que venderlas, realizar en dinero su valor, transformar de nuevo ese dinero en capital, y así sucesivamente, una y otra vez. Este ciclo, que ha de recorrer siempre las mismas fases consecutivas, constituye la circulación del capital.

1 1 "Los ricos, que consumen los productos del trabajo de otros, no pueden obtenerlos sino por actos de intercambio (compra de mercancias). [...] Parecen expuestos, por consiguiente, a un rápido agotamiento de sus fondos de reserva... Pero en el orden social la riqueza ha adquirido la facultad de reproducirse por el trabajo ajeno... La riqueza, como el trabajo y por el trabajo, rinde un fruto anual que puede destruirse todos los años sin que por ello el rico se empobrezca. Este fruto es el rédito que devenga el capital." (Sismondi, "Nouveaux principes...", t. I, pp. 81, 82.)

[a] a En la 3ª y 4ª ediciones sigue: "bajo el numeral II,".

[2] 2 "Tanto los salarios como la ganancia deben ser considerados, realmente, como partes del producto terminado." (Ramsay, "An Essay on the Distribution of Wealth", p. 142.) "La parte del producto que se adjudica al obrero bajo la forma del salario" (J. Mill, "Éléments...", trad. de Parisot, París, 1823, pp. 33, 34.)

[b] b En la 3ª y 4ª ediciones: suprimido desde "o más bien".

3 3 "Cuando el capital se emplea en adelantar al obrero sus salarios, no agrega nada al fondo destinado a mantener el trabajo." (Cazenove en nota a su edición de Malthus, "Definitions in Political Economy", 1853, p. 22.)

c c En la 3ª y 4ª ediciones se suprime "ex".

4 4 "Ni siquiera en una cuarta parte de la Tierra los capitalistas adelantan a los obreros los medios de subsistencia de éstos " (Richard Jones, "Textbook of Lectures on the Political Economy of Nations", Hertford, 1852, p. 36.)

[d] d Nota 4 bis de la 3ª y 4ª ediciones: "<<Aunque el patrón del manufacturero>> (es decir, del obrero manufacturero) <<le adelanta a éste su salario, en realidad el segundo no le cuesta nada al primero, ya que generalmente el valor del mismo se reserva {201}, junto a una ganancia, en el valor acrecentado del objeto en que se emplea el trabajo del manufacturero.>> (A. Smith, "Wealth of Nations", lib. II, cap. III, p. 355.)"

[5] [201] Como se señala en nota de Werke, en Adam Smith dice "se restaura" ("being [...] restored") en vez de "se reserva" ("being [...] reserved").-- 699.

[e] e En la 3ª y 4ª ediciones se agrega: "Sin duda, conserva en sus manos un capital cuya magnitud no se ha alterado y una de cuyas partes edificios, máquinas, etc. ya existía cuando el capitalista puso en marcha su negocio. Pero aquí no se trata de las partes constitutivas materiales del capital, sino de su valor. Si alguien consume todos sus bienes contrayendo deudas equivalentes al valor de los mismos, la totalidad de los bienes no representa más que la suma global de sus deudas. Y asimismo, cuando el capitalista ha consumido el equivalente de su capital adelantado, el valor de dicho capital representa tan sólo la suma global del plusvalor del que se apropió gratuitamente".

[f] f En la 3ª y 4ª ediciones el texto de las dos frases precedentes es como sigue: "En el capítulo IV vimos que para transformar dinero en capital no era suficiente la preexistencia de la producción y circulación de mercancias (g). Era necesario, primero, que se enfrentaran como comprador y vendedor aquí el poseedor de valor o dinero, allí el poseedor de la sustancia creadora de valor, de un lado, el poseedor de los medios de producción y de subsistencia; del otro, el poseedor de nada más que fuerza de trabajo".

g g En la 4ª edición: "de la producción de valor y de la circulación de mercancías".

h h En la 3ª y 4ª ediciones se agrega: "el punto de partida,".

[i] i Las dos últimas frases se sustituyen en la 3ª y 4ª ediciones por las siguientes: "Pero lo que en un comienzo sólo era punto de partida, es siempre producido de nuevo por medio de la mera continuidad del proceso, de la reproducción simple, perpetuándose como resultado propio de la producción capitalista. Por una parte, el proceso de producción transforma continuamente la riqueza material en capital, en medios de valorización y disfrute para el capitalista."

[j] j En la 3ª y 4ª ediciones se agrega: "fuente personal de la riqueza, pero despojado de todos los medios para hacer efectiva esa riqueza".

[6] 5 "Es ésta una propiedad especialmente notable del consumo productivo. Lo que se consume productivamente es capital, y llega a ser capital por el consumo." (James Mill, "Éléments..., p. 242.) Mill, sin embargo, no ha seguido el rastro de esta "propiedad especialmente notable".

7 6 "Es cierto, en efecto, que la primera introducción de una manufactura da ocupación a muchos pobres, pero no dejan de serlo, y la continuación de la misma engendra otros muchos." ("Reasons for a Limited Exportation of Wool", Londres, 1677, p. 19.) "El arrendatario afirma ahora, absurdamente, que él mantiene a los pobres. Se los mantiene, en efecto, en la miseria." ("Reasons for the Late Increase of the Poor Rates: or a Comparative View of the Prices of Labour and Provisions, Londres, 1777, p. 31.)

[k] k En la 3ª y 4ª ediciones el texto del párrafo precedente es como sigue: "El consumo del obrero es de naturaleza dual. En la producción misma consume por su trabajo medios de producción y los transforma en productos de valor mayor que el del capital adelantado. Es éste su consumo productivo. Dicho consumo es, al mismo tiempo, consumo de su fuerza de trabajo por el capitalista que la ha comprado. Por otra parte, el obrero gasta en medios de subsistencia el dinero pagado por la compra de la fuerza de trabajo: éste es su consumo individual. El consumo productivo y el consumo individual del obrero difieren, pues, de manera total. En el primer caso el obrero actúa como fuerza motriz del capital y pertenece al capitalista; en el segundo, se pertenece a sí mismo y ejecuta funciones vitales al margen del proceso de producción. El resultado de uno de esos consumos es la vida del capitalista, el del otro es la vida del obrero mismo".

[8] 7 No declamaría Rossi con tanto énfasis acerca de este punto si hubiera penetrado efectivamente en el secreto del "productive consumption".

[l] l Las palabras que van desde "Pero si no' hasta "siendo también" son sustituidas en la 3ª y 4ª ediciones por las siguientes: "Es otro el aspecto de las cosas cuando no consideramos al capitalista individual y al obrero individual, sino a la clase capitalista y a la clase obrera; no el proceso aislado de producción de la mercancía, sino el proceso capitalista de producción en su fluencia y en su escala social. Cuando el capitalista convierte una parte de su capital en fuerza de trabajo, valoriza con ello su capital global. De esta manera, mata dos pájaros de un tiro. No sólo se aprovecha de lo que recibe del obrero, sino también de lo que le da. El capital que en el intercambio se enajena por fuerza de trabajo se transforma en medios de subsistencia cuyo consumo sirve para reproducir los músculos, nervios, huesos, el cerebro de los obreros existentes y para engendrar nuevos obreros. Dentro de los límites de lo absolutamente necesario, pues, el consumo individual de la clase obrera es la operación por la cual los medios de subsistencia enajenados por el capital a cambio de fuerza de trabajo se reconvierten en fuerza de trabajo nuevamente explotable por el capital. Dicho consumo es, por consiguiente, producción y reproducción del medio de producción más indispensable para el capitalista: el obrero mismo. El consumo individual del obrero sigue siendo, pues,".

[m] m En la 3ª y 4ª ediciones, "su consumo individual" en vez de "ese consumo".

[9] 8 "Los mineros sudamericanos, cuya tarea diaria (la más pesada talvez en todo el mundo) consiste en extraer y subir a la superficie, sobre sus espaldas y desde una profundidad de 450 pies, [137 m, aproximadamente] una carga de mineral de 180 a 200 libras [De 90 a 100 Kg], se alimentan exclusivamente de pan y porotos. Preferirían el pan como único alimento, pero sus patrones han descubierto que si aquéllos comen pan no pueden trabajar tan rudamente, y los tratan como a ganado caballar, obligándolos a comer porotos; ahora bien, las legumbres, comparativamente, son mucho más ricas en fosfato de calcio que el pan." (Liebig, "Die Chemie in ihrer Anwendung auf Agrikultur und Physiologie", 1ª parte, p. 194, nota.)

[n] n Párrafo suprimido en la 3ª y 4ª ediciones.

10 9 James Mill, "Éléments...", p. 238 y ss.

11 10 "Si el precio del trabajo subiera tanto que pese al incremento del capital no se pudiera emplear más trabajo, diría yo que ese incremento de capital se consume improductivamente." (Ricardo, "Principles of...", p. 163.)

12 11 "El único consumo productivo propiamente dicho es el consumo o destrucción de riqueza" (se alude aquí al consumo de los medios de producción) "por los capitalistas con vistas a la reproducción... El obrero... es un consumidor productivo para la persona que lo emplea y para el estado, pero, estrictamente hablando, no lo es para sí mismo." (Malthus, "Definitions...", página 30.)

[13] 12 "La única cosa de la que se puede decir que está almacenada y preparada de antemano es la destreza del obrero... Esa importantísima operación, la acumulación y almacenamiento de trabajo diestro, se ejecuta, en lo que respecta a la gran masa de los obreros, sin ningún tipo de capital." (Hodgskin, "Labour Defended...", pp. 12, 13.)

[14] 13 "Puede considerarse esta carta como el manifiesto de los fabricantes." (Ferrand, motion [moción] sobre la cotton famine [escasez de algodón], sesión de la Cámara de los Comunes del 27 de abril de 1863.)

[15] [202] En Potter, según TI 575, "sobrepoblación" ("surpluspopulation") en vez de "población".-- 707.

16 14 En circunstancias normales, cuando se procura reducir el salario, el mismo capital entona otra canción, como se recordará. Entonces "los patrones" declaran al unisono (véase sección cuarta, nota 188, p. 389 [Véase aquí p. 516.]): "Los obreros fabriles harían muy bien en recordar que su trabajo en realidad es un tipo muy inferior de trabajo calificado; que no hay ninguno que sea más fácil de dominar ni esté, si se atiende a su calidad, mejor retribuido; que ninguno, mediante un breve adiestramiento de los menos expertos, puede adquirirse en menos tiempo y con tal abundancia [...]. La maquinaria del patrón" (la misma que, como nos enteramos ahora, se puede remplazar ventajosamente y perfeccionarse en 12 meses), "en realidad, desempeña un papel mucho más importante en el negocio de la producción que el trabajo y la destreza del obrero" (al que ahora no se lo puede sustituir en 30 años), "trabajo que una instrucción de seis meses puede enseñar y cualquier peón agrícola puede aprender".

[17] [203] El mariscal de corte Kalb es un personaje de "Kabale und Liebe", de Schiller. Invitado a participar en una intriga palaciega por von Walter, el presidente de la corte, von Kalb se niega en un principio, pero su poderoso interlocutor amenaza con renunciar, y esta dimisión supondría automáticamente la caída del mariscal de corte. Von Kalb protesta, espantado: "¿Y yo? [...] [exclamdown]Usted es un hombre de estudios! Pero yo... mon Dieu!, ¿qué será de mí si Vuestra Alteza me deja cesante?" (Acto III, escena 2.).-- 708.

[o] o En la 3ª y 4ª ediciones: "técnico".

[18] 15 "Times", 24 de marzo de 1863.

[19] 16 El parlamento no votó ni un farthing [cuarto de penique] para la emigración, sino leyes que permitían a los municipios mantener a los obreros entre la vida y la muerte, o explotarlos sin pagarles el salario normal. Tres años después, en cambio, cuando cundió una peste del ganado, el parlamento llegó incluso a quebrantar las normas parlamentarias y votó en un instante millones para indemnizar a los acaudalados terratenientes, cuyos arrendatarios, sin necesidad de ese requisito, se indemnizaron elevando los precios de la carne. Al inaugurarse el período de sesiones parlamentarias de 1866, los bestiales bramidos de los terratenientes demostraron que no era necesario ser hindú para adorar a la vaca Sabala, ni Júpiter para transformarse en toro.

[20] 17 "El obrero exigía, para vivir, medios de subsistencia; el patrón, para ganar, exigía trabajo." (Sismondi, "Nouveaux principes...", p. 91).

[21] 18 Una burda forma campesina de esta servidumbre existe en el condado de Durham. Es éste uno de los pocos condados donde las condiciones no aseguran al arrendatario títulos de propiedad indiscutibles sobre los jornaleros agrícolas. La industria minera les deja a éstos una opción. Por eso aquí el arrendatario, en contra de la regla general, sólo toma en arriendo predios en los que se encuentran cottages para los obreros. El alquiler de la cottage forma parte del salario. Estas cottages se denominan "hind's houses" [casas de braceros]. Al alquilarlas, los trabajadores se comprometen a efectuar ciertas prestaciones feudales, bajo un contrato llamado "bondage" (servidumbre), que obliga al trabajador, por ejemplo, a hacer que trabaje su hija, etc., mientras él esté ocupado en otro lado. El propio trabajador recibe la denominación de bondsman, siervo. Esta relación, asimismo, expone desde un ángulo totalmente nuevo el consumo individual del obrero como consumo para el capital o consumo productivo: "Es curioso observar cómo hasta los excrementos de este bondsman se cuentan entre las regalías de su calculador patrón... El arrendatario no permitirá que en toda la vecindad haya otra letrina que la suya y no permite que en este aspecto se le retacee nada de sus derechos soberanos". ("Public Health, Seventh Report...", 1864, p. 188.)

[22] 19 Recuérdese que en el caso del trabajo de los niños, etc., desaparece incluso la formalidad de la venta de sí mismo.

23 20 "El capital presupone el trabajo asalariado; el trabajo asalariado, el capital. Ambos se condicionan recíprocamente, ambos se producen uno al otro. ¿El obrero de una fábrica algodonera, sólo produce géneros de algodón? No, produce capital. Produce valores que sirven de nuevo para que se pueda disponer de su trabajo y, por medio del mismo, crear nuevos valores." (Karl Marx, "Lohnarbeit und Kapital", en "Neue Rheinische Zeitung", nº 266, 7 de abril de 1849.) Los artículos publicados bajo ese título en la N. R. Z. son fragmentos de las conferencias pronunciadas por mí, en 1847, en la Asociación Obrera Alemana de Bruselas {204}, y cuya impresión debió interrumpirse por la Revolución de Febrero {205}.

24 [204] La Asociación Obrera Alemana de Bruselas, a la que pertenecían Marx y Engels, desarrolló cierta labor cultural y de agitación política entre los trabajadores alemanes radicados en Bélgica. Fue fundada en agosto de 1847 y se disolvió, bajo la persecución policial, en los primeros meses de 1848.-- 712.

25 [205] Revolución de Febrero. --El 24 de febrero de 1848 estalló en París la revolución que depuso al rey Luis Felipe y estableció la Segunda, y efímera, República francesa.-- 712.

 

[713] CAPITULO XXII

TRANSFORMACION DE PLUSVALOR EN CAPITAL

1. Proceso de producción capitalista en una escala ampliada. Trastrocamiento de las leyes de propiedad correspondientes a la producción de mercancías en leyes de la apropiación capitalista

Con anterioridad debimos considerar cómo el plusvalor surge del capital; ahora hemos de examinar cómo el capital surge del plusvalor. El empleo de plusvalor como capital, o la reconversión de plusvalor en capital, es lo que se denomina acumulación del capital 1.

Supongamos que un capital asciende a [sterling] 10.000 y su parte constitutiva variable a [sterling] 2.000. Si la tasa del plusvalor es de 100 %, ese capital producirá en cierto período por ejemplo un año un plusvalor de [sterling] 2.000. Si nuevamente se adelantan esas [sterling] 2.000 como capital, el capital originario habrá aumentado de [sterling] 10.000 a 12.000, es decir que se habrá acumulado. Nos resulta indiferente por el momento, que el capital suplementario se haya sumado al viejo o que se haya valorizado de manera autónoma [a].

Una suma de valor de [sterling] 2.000 es una suma de valor de [sterling] 2.000. No se huele ni se ve, en ese dinero, que sea plusvalor. El carácter de un valor en cuanto plusvalor muestra cómo llegó a las manos de su propietario, pero no modifica en nada la naturaleza del valor o del dinero [b]22 [Nota idéntica a la nota 22 de la 2ª edición: ver aquí, p. 719]. 2 3. [715] La transformación de las [sterling] 2.000 suplementarias en capital, pues, se efectúa de la misma manera que la transformación de las [sterling] 10.000 originarias. Las condiciones de la metamorfosis siguen siendo las mismas. Una parte de las [sterling] 2.000 tiene que transformarse en capital constante, [716] la otra en capital variable; la una en los factores objetivos del proceso laboral, en material de trabajo y medios de trabajo, la otra en su factor subjetivo, en la fuerza de trabajo. El capitalista, pues, tiene que encontrar en el mercado, preexistentes, esos elementos. Así se presenta el [717] proceso desde el punto de vista del capitalista individual que convierte la suma dineraria de [sterling] 10.000 en un valor mercantil de [sterling] 12.000, reconvierte ese valor mercantil en dinero por el importe de [sterling] 12.000 y ahora, junto al valor originario de [sterling] 10.000, hace que el valor suplementario de [sterling] 2.000 funcione también como su capital. [exclamdown]Pero consideremos las [sterling] 10.000 como el capital social o como el capital global de la clase capitalista, y las [sterling] 2.000 como su plusvalor producido durante el año, por ejemplo! El plusvalor está corporificado en un producto suplementario o plusproducto. Una parte de ese plusproducto entra en el fondo de consumo de los capitalistas o se lo consume como rédito. Haciendo caso omiso de esa parte y asimismo del comercio internacional, que sustituye variedades locales de mercancías por extranjeras, el plusproducto se compone, en su forma natural, únicamente de medios de producción, materias primas, materias auxiliares, medios de trabajo y de los medios de subsistencia necesarios, o sea de los elementos materiales del capital constante y del variable. Estos medios, pues, no se encuentran casualmente en el mercado, sino que ya son modos de existencia previos del propio plusvalor producido. En lo que respecta, empero, al trabajo suplementario requerido, hasta cierto punto es posible ocupar más plenamente [718] las fuerzas de trabajo que ya están en funcionamiento, emplearlas en un grado mayor de extensión o intnsidad. Por otra parte, el proceso capitalista de producción ya ha proporcionado, junto a los elementos materiales del capital suplementario, también fuerzas de trabajo adicionales. Ocurre, en efecto, que la clase obrera sale del proceso tal como ingresó al mismo, por lo cual es necesario que sus niños de diversas edades, cuya existencia es asegurada por el salario medio, entren constantemente junto a ella al mercado de trabajo. Examinándola concretamente, pues, la acumulación es el proceso de reproducción capitalista en escala ampliada.

Al plusvalor de [sterling] 2.000 transformado en capital suplementario denominémoslo pluscapital nº 1. Para simplificar, supongamos que su división en componentes constante y variable siga siendo la misma que en el caso del capital originario, y que otro tanto ocurra con la tasa del plusvalor 100 % ; ya conocemos, además, el método por el cual este capital de [sterling] 2.000 produce un plusvalor de [sterling] 400. Este plusvalor se transformará a su vez en capital. Obtenemos, de esta suerte, el pluscapital nº 2, de [sterling] 400, y así sucesivamente.

Ahora bien, ¿qué se ha modificado? Las [sterling] 10.000 transformadas originariamente en capital, eran propiedad de su poseedor, quien las lanzó al mercado de mercancías y al de trabajo. ¿De dónde las había obtenido? No lo sabemos. La ley del intercambio de mercancías, según la cual por término medio se intercambian equivalentes y cada uno sólo compra mercancía con mercancía, favorece la suposición de que las [sterling] 10.000 son la forma dineraria de sus propios productos y por consiguiente de su propio trabajo, o del trabajo de personas a las que representa legítimamente.

Conocemos exactamente, en cambio, el proceso por el que se genera el pluscapital nº 1. Es la forma transfigurada de plusvalor, y por tanto de plustrabajo, de trabajo ajeno impago. No hay en él un solo átomo de valor por el cual su poseedor haya pagado un equivalente. Sin duda el capitalista, así como antes compraba fuerza de trabajo con una parte del capital originario, ahora reitera esa compra con una parte del pluscapital, y nuevamente extrae plustrabajo de la fuerza de trabajo y, por ende, produce de nuevo plusvalor. Pero ahora compra al obrero con el producto o valor [719] de productos propio de éste y del que lo ha despojado antes sin equivalente, así como lo ocupa con medios de producción que son in natura, o por su valor, producto que se le ha confiscado al obrero, sin equivalente. Nada cambia en la naturaleza de las cosas el hecho de que los mismos obreros individuales que han producido el pluscapital sean empleados con éste, o que con el trabajo impago, transformado en dinero, del obrero A se ocupe al obrero B. Esto no hace más que modificar la manifestación, sin embellecerla. Como la relación entre el capitalista individual y el obrero individual es la que existe entre poseedores de mercancías que no dependen el uno del otro y de los cuales el primero compra fuerza de trabajo, el segundo la vende, su vinculación es casual. Puede ocurrir que el capitalista transforme el pluscapital en una máquina que arroje a la calle a los productores de dicho pluscapital y los remplace por un par de niños.

En el pluscapital nº 1 todos los componentes son producto de trabajo ajeno impago,plusvalor capitalizado. Se desvanece la apariencia de la primera presentación del proceso de producción o del primer acto de la formación del capital, cuando parecía, en realidad, como si el capitalista arrojara a la circulación, de su propio fondo, cualesquiera valores. En un primer momento, la magia invisible del proceso desvía del obrero el plusproducto, haciéndolo pasar de su polo al polo opuesto, ocupado por el capitalista. Luego el capitalista transforma esa riqueza, que para él es una creación de la nada, en capital, en medio para emplear, dominar y explotar fuerza de trabajo suplementaria [4].

Originariamente, el proceso capitalista de producción se limitaba a transformar en capital, y por tanto en fuente de plusvalor, una suma de valor que pertenecía no sabemos por qué motivos al poseedor de dinero. Esa suma de valor experimenta una modificación, pero ella misma no es el resultado del proceso, sino más bien su presupuesto, independiente del mismo. En el proceso de reproducción simple, o proceso de producción continua, [720] hay una parte del producto del obrero que siempre se le enfrenta de nuevo como capital variable, pero si su producto asume siempre de nuevo esa forma es porque el obrero, desde un principio, vendió su fuerza de trabajo por el dinero del capitalista. Por último, en el curso de la reproducción todo el valor de capital adelantado se transforma en plusvalor capitalizado, pero esta transformación misma supone que el fondo haya surgido, originariamente, de los medios propios del capitalista. Las cosas suceden de otra manera en el proceso de acumulación o proceso de reproducción en escala ampliada. El dinero mismo o, hablando materialmente, los medios de producción y de subsistencia, esto es, la sustancia del nuevo capital, es el producto del proceso que succiona trabajo ajeno impago. El capital ha producido capital.

Una suma de valor de [sterling] 10.000, perteneciente al capitalista, constituía el supuesto para la formación del pluscapital nº 1, de [sterling] 2.000. El supuesto del pluscapital nº 2 de [sterling] 400, no es otra cosa que la existencia del pluscapital nº 1. La propiedad de trabajo pretérito impago se manifiesta ahora como la única condición en que se funda la apropiación actual de trabajo vivo impago, en escala siempre creciente.

En la medida en que el plusvalor del que se compone el pluscapital nº 1 es el resultado de la compra de la fuerza de trabajo por medio de una parte del capital originario compra que se ajusta a las leyes del intercambio mercantil y que, desde el punto de vista jurídico, no presupone otra cosa que la libre disposición por parte del obrero sobre sus propias capacidades, y por parte del poseedor de dinero o de mercancías la libre disposición de los valores que le pertenecen ; en la medida en que el pluscapital nº II, etc., es el mero resultado del pluscapital nº I, y por tanto consecuencia de esa primera relación; en cuanto cada transacción singular se ajusta continuamente a la ley del intercambio mercantil, y el capitalista compra siempre la fuerza de trabajo y el obrero siempre la vende queremos suponer que a su valor efectivo , es evidente que la ley de la apropiación o ley de la propiedad privada, ley que se funda en la producción y circulación de mercancías, se trastrueca, obedeciendo a su dialéctica propia, [721] interna e inevilable, en su contrario directo 5a Nota suprimida en la 3ª y 4ª edición. Con variantes, se la incorpora más adelante (ver nota 24 de la 4ª edición y el texto correspondiente).. El intercambio de equivalentes, que aparecía como la operación originaria, se falsea a tal punto que los intercambios ahora sólo se efectúan en apariencia, puesto que, en primer término, la misma parte de capital intercambiada por fuerza de trabajo es sólo una parte del producto de trabajo ajeno apropiado sin equivalente, y en segundo lugar su productor, el obrero, no sólo tiene que reintegrarla, sino que reintegrarla con un nuevo excedente. La relación de intercambio entre el capitalista y el obrero, pues, se convierte en nada más que una apariencia correspondiente al proceso de circulación, en una mera forma que es extraña al contenido mismo y que no hace más que mistificarlo. La compra y venta constantes de la fuerza de trabajo es la forma. El contenido consiste en que el capitalista cambia sin cesar una parte del trabajo ajeno ya objetivado, del que se apropia constantemente sin equivalente, por una cantidad cada vez mayor de trabajo vivo ajeno. Originariamente, el derecho de propiedad aparecía ante nosotros como si estuviera fundado en el trabajo propio. Por lo menos habíamos tenido que admitir esta suposición, ya que sólo se enfrentaban poseedores de mercancías igualados ante el derecho, el medio para la apropiación de la mercancía ajena era solamente la enajenación de la mercancía propia, y ésta sólo podía producirse por el trabajo propio. La propiedad aparece ahora, de parte del capitalista, como el derecho a apropiarse de trabajo ajeno impago o de su producto; de parte del obrero, como la imposibilidad de apropiarse de su propio producto. La escisión entre propiedad y trabajo se convierte en la consecuencia necesaria [722] de una ley que aparentemente partía de la identidad de ambos [6]a Nota 23 en la 4ª edición. c24 [Nota de la 4ª edición.] Admírese, pues, la astucia de Proudhon, que quiere abolir la propiedad capitalista contraponiéndole... [exclamdown]las leyes eternas de propiedad correspondientes a la producción de mercancías!. Veíamos que, incluso en el caso de la reproducción simple, todo capital adelantado, cualquiera que fuese la manera en que originariamente se lo hubiera adquirido, se transformaba en capital acumulado o plusvalor [723] capitalizado. Pero en el fluir de la producción, todo capital adelantado originariamente deviene, en general, una magnitud evanescente (magnitudo evanescens en el sentido matemático), comparada con el capital acumulado directamente, esto es, con el plusvalor o plusproducto [724] reconvertido en capital, ya funcione ahora en las manos que lo acumularon o en manos extrañas. De ahí que la economía política, en general, presente al capital como "riqueza acumulada" (plusvalor o rédito transformado) "que se emplea de nuevo para la producción de [725] plusvalor" [7]a En la 2ª edición se citaba: "R. Jones, "An Introductory Lecture on Political Economy", Londres, 1833, p. 16"., o al capitalista, asimismo, como "poseedor del plusproducto" [8]. El mismo modo de contemplar las cosas posee otra forma de expresión: que todo el capital existente es interés acumulado o capitalizado, ya que el interés es meramente una fracción del plusvalor [9].

 

2. Concepción errónea, por parte de la economía política, de la reproducción en escala ampliada

 

Antes que pasemos a caracterizar más de cerca la acumulación, o sea de la reconversión del plusvalor en capital, hemos de disipar un equívoco fraguado por la economía clásica.

Así como las mercancías que el capitalista compra con una parte del plusvalor para su propio consumo no le sirven como medios de producción y de valorización, el trabajo que adquiere para la satisfacción de sus necesidades naturales y sociales no es trabajo productivo. Mediante la compra de esas mercancías y de ese trabajo, en vez de transformar el plusvalor en capital, efectúa una operación inversa: lo consume o gasta como rédito. Frente al modo de operar de la vieja aristocracia, que, como dice acertadamente Hegel, "consiste en el consumo de lo existente" [10] y que se despliega especialmente también en el lujo de los servicios personales, para la economía burguesa era decisivamente importante poner de relieve que el evangelio de la nueva sociedad, o sea la acumulación del capital, predicaba como conditio sine qua la inversión de plusvalor en la adquisición de obreros productivos [d]. Hubo que polemizar, por otra parte, contra el prejuicio popular, que confunde la producción capitalista con el atesoramiento [11] 12 y que por tanto se imagina absurdamente que la riqueza acumulada es riqueza sustraída a la destrucción, y por tanto al consumo, bajo su forma natural existente, o también salvada de la circulación. Rescatar el dinero [727] de la circulación sería precisamente lo contrario de valorizarlo como capital, y acumular mercancías para atesorarlas, pura necedad [e]. La acumulación de mercancías en grandes cantidades es el resultado de que la circulación se ha estancado o de la sobreproducción [13]. Ciertamente, en la idea popular subyace, por una parte, la imagen de los bienes acopiados en el fondo de consumo de los ricos, bienes que se consumen lentamente, y por otra parte el almacenamiento, un fenómeno que se da en todos los modos de producción y en el que nos detendremos un momento cuando analicemos el proceso de circulación.

La economía clásica acierta, pues, cuando pone de relieve, como rasgo característico del proceso de acumulación, el consumo del plusproducto por trabajadores productivos en vez de por improductivos. Pero aquí comienza también a errar. Adam Smith ha convertido en una moda el presentar la acumulación meramente como consumo del plusproducto por trabajadores productivos, o la capitalización del plusvalor como la mera conversión del mismo en fuerza de trabajo. Oigamos, por ejemplo, a Ricardo: "Hemos de comprender que todos los productos de un país se consumen, pero existe la mayor diferencia imaginable entre que los consuman quienes reproducen otro valor o que lo hagan aquellos que no lo reproducen. Cuando decimos que el rédito se ahorra y se agrega al capital, lo que queremos significar es que la parte del rédito de la que se dice que se agrega al capital, es consumida por trabajadores productivos y no por improductivos. No puede haber error mayor que suponer que el capital se acrecienta por el no consumo" [14]. No puede haber error mayor que el que repiten siguiendo a Adam Smith Ricardo y todos los economistas posteriores, cuando afirman que "la parte del rédito de la que se dice que se agrega al capital, es consumida por trabajadores productivos". Según esta representación, todo el [728] plusvalor que se transforma en capital se convertiría en capital variable. Por el contrario se distribuye al igual que el valor adelantado originariamente en capital constante y capital variable, en medios de producción y fuerza de trabajo. La fuerza de trabajo es la forma bajo la cual el capital variable existe dentro del proceso de producción. En este proceso ella misma es consumida por el capitalista. Por medio de su función el trabajo ella consume medios de producción. A la vez, el dinero pagado en la adquisición de la fuerza de trabajo se transforma en medios de subsistencia que no son consumidos por el "trabajo productivo" sino por el "trabajador productivo". A través de un análisis cabalmente equivocado, Adam Smith llega al resultado absurdo de que aun cuando cada capital individual se divida en un componente constante y otro variable, el capital social se resuelve únicamente en capital variable, o sea se gasta exclusivamente en el pago de salarios. Supongamos, por ejemplo, que un fabricante de paños transforma [sterling] 2.000 en capital. Invierte una parte del dinero en la adquisición de tejedores, la otra en hilado de lana, maquinaria para elaborar ese textil, etc. Pero, a su vez, la gente a la que él compra el hilado y la maquinaria, con una parte de esa suma paga el trabajo, etcétera, hasta que las [sterling] 2.000 en su totalidad se hayan gastado en el pago de salarios, o sea hasta que todo el producto representado por las [sterling] 2.000 haya sido consumido por trabajadores productivos. Como vemos, todo el peso de este argumento radica en la palabra "etcétera", que nos envía de la Ceca a la Meca. En realidad, Adam Smith interrumpe la investigación precisamente allí donde comienzan las dificultades de la misma [15] f. En el [729] capítulo III [g] del libro segundo efectuaré el análisis de la conexión real [h]32 [Nota idéntica a la 32 de la 2ª edición]. 16. Se mostrará allí cómo el dogma legado por Adam Smith a todos sus sucesores ha impedido a la economía política comprender, incluso, el mecanismo elemental del proceso social de reproducción [17]c En la 4ª edición: "En la sección tercera del libro segundo y en la séptima del tercero"..

3. División del plusvalor en capital y rédito.

La teoría de la abstinencia

 

En el capítulo anterior consideramos el plusvalor, o en su caso el plusproducto, sólo como fondo individual de consumo del capitalista; en este capítulo, hasta aquí, [730] únicamente como fondo de acumulación. Pero no es ni una cosa ni la otra, sino ambas a la vez. El capitalista consume como rédito una parte del plusvalor [18], y emplea o acumula otra parte como capital.

Una vez dada la masa del plusvalor, la magnitud de la acumulación depende, como es obvio, de cómo se divida el plusvalor entre el fondo de acumulación y el de consumo, entre el capital y el rédito. Cuanto mayor sea una parte, tanto menor será la otra. La masa del plusvalor o del plusproducto, y por tanto esa masa de la riqueza disponible de un país a la que es posible transformar en capital, es siempre mayor, pues, que la parte del plusvalor transformada efectivamente en capital. Cuanto más desarrollada esté la producción capitalista en un país, cuanto más rápida y masiva sea la acumulación, cuanto más rico sea dicho país y más colosal, por consiguiente, el lujo y el derroche, tanto mayor será esa diferencia. Prescindiendo del incremento anual de la riqueza, la riqueza que se encuentra en el fondo de consumo del capitalista y que sólo es susceptible de destrucción gradual, posee en parte formas naturales bajo las cuales podría funcionar directamente como capital. Entre los elementos existentes de la riqueza que podrían funcionar en el proceso de producción, se cuentan todas aquellas fuerzas de trabajo que no son consumidas o que lo son en prestaciones de servicio puramente formales y a menudo infames. La proporción en que se divide el plusvalor entre capital y rédito varía incesantemente y está sujeta a circunstancias que no hemos de examinar aquí. El capital empleado en un país, pues, no es una magnitud fija, sino fluctuante, una fracción siempre variable y elástica de la riqueza existente que puede funcionar como capital.

Puesto que la apropiación constante del plusvalor o plusproducto producido por el obrero aparece, a los ojos del capitalista, cual fructificación periódica de su capital o, dicho de otra manera, puesto que el producto del trabajo ajeno que él adquiere sin cambiarlo por equivalente de [731] ningún tipo se le presenta como incremento periódico de su patrimonio privado, resulta también natural que la división de este plusvalor o plusprodcto en capital suplementario y fondo de consumo esté mediada por un acto voluntario ejecutado por el capitalista [i].

Sólo en cuanto capital personificado el capitalista tiene un valor histórico y ese derecho histórico a la existencia que, como dice el ingenioso Lichnowski, ninguna fecha no tiene [19]. Sólo en tal caso su propia necesidad transitoria está ínsita en la necesidad transitoria del modo capitalista de producción. Pero en cuanto capital personificado, su motivo impulsor no es el valor de uso y el disfrute, sino el valor de cambio y su acrecentamiento. Como fanático de la valorización del valor, el capitalista constriñe implacablemente a la humanidad a producir por producir, y por consiguiente a desarrollar las fuerzas productivas sociales y a crear condiciones materiales de producción que son las únicas capaces de constituir la base real de una formación social superior cuyo principio fundamental sea el desarrollo pleno y libre de cada individuo. El capitalista sólo es respetable en cuanto personificación del capital. En cuanto tal, comparte con el atesorador el afán absotuto de enriquecerse. Pero además, las leyes inmanentes del modo capitalista de producción, que imponen a todo capitalista individual la competencia como ley coercitiva externa, lo obligan a expandir continuamente su capital para conservarlo [j]. Por consiguiente, en la medida en que sus [732] acciones son únicamente una función del capital que en él está dotado de voluntad y conciencia, su propio consumo privado se le presenta como un robo perpetrado contra la acumulación de su capital, así como en la contabilidad italiana los gastos privados figuran en la columna de lo que el capitalista "debe" al capital. La acumulación es la conquista del mundo de la riqueza social. Al expandir la masa del material humano explotado, dilata el dominio directo e indirecto ejercido por el capitalista" [20] 21.

[733] Pero el pecado original acecha en todas partes. Al desarrollarse el modo capitalista de producción, al crecer la acumulación y la riqueza, el capitalista deja de ser la mera encarnación del capital. Siente un "enternecimiento humano" [22] por su propio Adán [23] y se civiliza hasta el punto de ridiculizar como prejuicio del atesorador arcaico la pasión por el ascetismo. Mientras que el capitalista clásico estigmatizaba el consumo individual como pecado contra su función y como un "abstenerse" de la acumulación, el capitalista modernizado está ya en condiciones de concebir la acumulación como "renunciamiento" a su afán de disfrute. "[exclamdown]Dos almas moran, ay, en su pecho, y una quiere divorciarse de la otra"! [24]

En los inicios históricos del modo capitalista de producción y todo capitalista advenedizo recorre individualmente esa fase histórica el afán de enriquecerse y la avaricia prevalecen como pasiones absolutas. Pero el progreso de la producción capitalista no sólo crea un mundo de disfrutes. Con la especulación y el sistema del crédito, ese progreso abre mil fuentes de enriquecimiento repentino. Una vez alcanzado cierto nivel de desarrollo el "desgraciado" capitalista debe practicar, incluso como necesidad del negocio, cierto grado convencional de despilfarro, que es a la vez ostentación de la riqueza y por ende medio de crédito. El lujo entra así en los costos de representación del capital. Por lo demás, el capitalista no se enriquece como sí lo hacía el atesorador en proporción a su trabajo personal y a su no consumo individual, sino en la medida en que succiona fuerza de trabajo ajeno e impone al obrero el renunciamiento a todos los disfrutes de la vida. Por tanto, aunque el derroche del capitalista no posee nunca el carácter bona fide [de buena fe] que distinguía al del pródigo señor feudal, y en su trasfondo acechan siempre la más sucia de las avaricias y el más [734] temeroso de los cálculos, su prodigalidad se acrecienta, no obstante, a la par de su acumulación, sin que la una perjudique necesariamente a la otra y viceversa. Con ello, a la vez, se desarrolla en el noble pecho del individuo capitalista un conflicto fáustico entre el afán de acumular y el de disfrutar.

"La industria de Manchester", se afirma en una obra publicada en 1795 por el doctor Aikin, "puede dividirse en cuatro períodos. En el primero, los fabricantes se veían obligados a trabajar duramente para ganar su sustento." Se enriquecían, en particular, robando a los padres que les confiaban sus hijos como apprentices y que tenían que pagar buenas sumas por ello, mientras que los aprendices se morían de hambre. Por otra parte, las ganancias medias eran exiguas y la acumulación exigía un ahorro estricto. Vivían como atesoradore y no consumían, ni mucho menos, los intereses de su capital. "En el segundo período comenzaron a adquirir fortunas pequeñas, pero trabajaban tan duramente como antes" pues la explotación directa del trabajo cuesta trabajo, como lo sabe todo capataz de esclavos "y vivían como siempre con la misma frugalidad... En el tercer período comenzó el lujo, y el negocio se expandió gracias al envío de jinetes" (commis voyageurs [viajantes de comercio] montados) "que gestionaban pedidos en todas las ciudades de mercado existentes en el reino [...]. Es probable que antes de 1690 sólo existieran pocos capitales de [sterling] 3.000 a [sterling] 4.000 adquiridos en la industria, o ninguno. Sin embargo, alrededor de esa fecha o algo después ya los industriales habían acumulado dinero y comenzaron a construirse casas de piedra, en vez de las de madera y estuco. Todavía en los primeros decenios del siglo XVIII, un fabricante de Manchester que ofreciera una pinta [k] de vino importado a sus huéspedes, se exponía a los comentarios y murmuraciones de todos sus vecinos." Antes de la aparición de la maquinaria, el consumo de un fabricante, en las tabernas donde se reunía con sus cofrades, nunca pasaba cada noche de 6 peniques por un vaso de ponche y 1 penique por un rollo de tabaco. No fue hasta 1758, y el acontecimiento hizo época, cuando se vio "que una persona realmente dedicada a los negocios poseyera un coche". "El cuarto período", el último tercio del siglo XVIII, "es el de gran lujo y derroche, fundados en el auge de los negocios" [25]. [exclamdown]Qué diría el bueno del doctor Aikin si resucitara en el Manchester de hoy día!

[exclamdown]Acumulad, acumulad! [exclamdown]He ahí a Moisés y los profetas! [26] "La industria provee el material que el ahorro acumula" [27]. Por tanto, [exclamdown]ahorrad, ahorrad, esto es, reconvertid en capital la mayor parte posible del plusvalor o del plusproducto! Acumulación por la acumulación, producción por la producción misma; la economía clásica expresa bajo esta fórmula la misión histórica del período burgués. Dicha economía no se engañó ni por un instante acerca de los dolores que acompañan el parto de la riqueza [28] 29, ¿pero de qué sirven los lamentos frente a la necesidad histórica? Mas si para la economía clásica el proletario sólo era una máquina destinada a producir plusvalor, tampoco el capitalista era, para ella, más que una máquina dedicada a la transformación de ese plusvalor en pluscapital. Esa escuela toma terriblemente en serio la función histórica del capitalista. Para que el pecho de éste no pueda ser asaltado por el conflicto funesto entre el afán de disfrute y el de enriquecerse, Malthus preconizó, a comienzos del tercer decenio de este siglo, una división del trabajo según la cual al capitalista que efectivamente interviene en la producción le atañe el negocio de la acumulación, y a los otros partícipes del plusvalor la aristocracia rural, los prebendados estatales y eclesiásticos, etcétera el cometido de despilfarrar. Es importantísimo, dice, "mantener separadas la pasión de gastar y la pasión de acumular (the passion for expenditure and the passion for accumulation)" [30]. Los señores capitalistas, transformados desde hace mucho tiempo en derrochadores y hombres de mundo, pusieron el grito en el cielo. [exclamdown]Cómo!, exclama uno de sus corifeos, un ricardiano, [exclamdown]el señor Malthus [736] propugna elevadas rentas de la tierra, pesados impuestos, etc., de manera que los consumidores improductivos se constituyan en un acicate continuo para el industrial! El shibboleth [la consigna] [31], sin duda, es producir, producir en una escala ampliada incesantemente, pero "tal proceso trabará, más que fomentará, la producción. No es enteramente justo, tampoco (nor is it quite fair), mantener así en la ociosidad a cierto número de personas, sólo para aguijonear a otras de cuyo carácter cabe inferir (who are likely, from their characters) que, si fuera posible obligarlas a funcionar, lo harían con éxito" [32]. Por injusto que le parezca acicatear al capitalista industrial para que acumule, quitándole la gordura de la sopa, a nuestro ricardiano se le ocurre que es forzoso reducir al obrero al salario mínimo, en lo posible, "para que se conserve laborioso". Tampoco oculta, ni por un instante, que el secreto de la producción de plusvalor es la apropiación de trabajo impago. "una demanda mayor por parte de los obreros no significa nada más que su mayor disposición a tomar menos de su propio producto para sí mismos y a dejar una parte mayor del mismo a sus patrones, y cuando se afirma que esto, al reducirse el consumo" (por parte de los obreros) "genera glut" abarrotamiento de los mercados, sobreproducción), "sólo puede responderse que glut es sinónimo de ganancias elevadas" [33].

La docta controversia acerca de cómo el capitalista industrial y el ocioso terrateniente debían repartirse, de la manera más ventajosa para la acumulación, el botín extraído al obrero, enmudeció ante la Revolución de Julio [34]. Poco después, en Lyon, el proletariado urbano tocó las campanas a rebato, y en Inglaterra el proletariado rural le prendió fuego a la campaña. Aquende el Canal cundía el owenismo; allende, el sansimonismo y el furierismo. Había sonado la hora de la economía vulgar. Justamente un año antes que Nassau William Senior efectuara en Manchester el hallazgo de que la ganancia (incluido el interés) del capital era el producto de "la última hora" (impaga) "de trabajo, de la doceava", ese mismo autor había anunciado al mundo otro descubrimiento. "Yo" [737] aseveró con solemnidad, "sustituyo la palabra capital, considerado como instrumento de producción, por la palabra abstinencia" [35] Agregado a la 2ª edición. Al economista vulgar nunca se le ha pasado por la cabeza la sencilla reflexión de que todo acto humano puede concebirse como "abstinencia" del acto contrario. Comer es abstenerse de ayunar, andar es abstenerse de estar quieto, trabajar es abstenerse de holgazanear, holgazanear es abstenerse de trabajar, etc. Estos señores harían bien en meditar alguna vez acerca de la tesis de Spinoza: Determinatio est negatio (determinar es negar] {221}. [36] 37. [exclamdown]Insuperable muestra, ésta, de los "descubrimientos" de la economía vulgar! Lo que la misma sustituye es una categoría económica por una frase propia de sicofantes. Voilá tout [eso es todo]. "Cuando el salvaje hace arcos", adoctrina Senior, "ejerce una industria, pero no practica la abstinencia." Esto nos explica cómo y por qué, en estadios anteriores de la sociedad, se fabricaban medios de trabajo "sin la abstinencia" del capitalista. "Cuanto más progresa la sociedad, más abstinencia requiere la misma" [38], esto es, más abstinencia por parte de quienes ejercen la industria de apropiarse de la industria ajena y de su producto. Todas las condiciones del proceso laboral se transforman, de ahora en adelante, en otras tantas prácticas de abstinencia ejercidas por el capitalista. Que el trigo no sólo se coma, sino que además se siembre, [exclamdown]he ahí un caso de abstinencia del capitalista! Si al mosto se le deja el tiempo necesario para que fermente totalmente, [exclamdown]abstinencia del capitalista! [39] 40. El capitalista despoja [738] a su propio Adán [41] cuando "presta (!) sus medios de producción al obrero", es decir, cuando los valoriza como capital, mediante la incorporación de la fuerza de trabajo, en vez de comerse las máquinas de vapor, el algodón, los ferrocarriles, el abono, los caballos de tiro, etc., o, tal como se lo figura puerilmente el economista vulgar, en lugar de dilapidar "su valor" en lujo y otros medios de consumo [42]. Cómo la clase capitalista podría ejecutar esa tarea, es un misterio guardado obstinadamente hasta ahora por la economía vulgar. Baste decir que el mundo vive únicamente de la mortificación que se inflige este moderno penitente de Visnú [43], el capitalista. No sólo la acumulación; la simple "conservación de un capital exige un esfuerzo constante para resistir a la tentación de consumirlo" [44]. El humanitarismo más elemental exige, evidentemente, que redimamos al capitalista de ese martirio y esa tentación, del mismo modo como la abolición de la esclavitud, hace muy poco tiempo, liberó al esclavista de Georgia del penoso dilema que lo atormentaba: gastarse alegre e íntegramente en champán el plusproducto de sus esclavos negros, arrancado a latigazos, o reconvertirlo aunque fuera parcialmente en más negros y más tierra.

En las formaciones económico-sociales más diversas no sólo nos encontramos con la reproducción simple sino, aunque en diferente grado, con la reproducción en escala ampliada. Progresivamente se produce más y se consume más, y por ende también se transforma más producto en medios de producción. Pero este proceso no se manifiesta como acumulación de capital, y por ende tampoco como función del capitalista, hasta tanto al trabajador no se le [739] enfrentan sus medios de producción, y por consiguiente también su producto y sus medios de subsistencia, bajo la forma de capital 45. Richard Jones, sucesor de Malthus en la cátedra de economía política en Hertford [l] y fallecido hace pocos años, discutió muy acertadamente esta cuestión a la luz de dos hechos de gran importancia. Como la parte más numerosa del pueblo de la India se compone de campesinos que cultivan la tierra por sí mismos, su producto, sus medios de trabajo y de subsistencia, tampoco existen jamás "bajo la forma (in the shape) de un fondo ahorrado gracias al rédito ajeno (saved from revenue) [46], rédito que por tanto ha pasado por un proceso previo de acumulación (a previous process of accumulation)" [47]b El pasaje en cuestión figura en la página 37 del libro mencionado por Marx.. Por otra parte, en las provincias donde la dominación inglesa ha disuelto en menor grado el viejo sistema, los trabajadores no agrícolas laboran directamente para los potentados, hacia quienes fluye una parte del plusproducto rural como tributo o como renta de la tierra. Los potentados consumen en especie una parte de ese producto; otra parte la transforman los trabajadores, para aquéllos, en medios de lujo y otros artículos de consumo, mientras que el resto constituye el salario de los trabajadores, que son propietarios de sus medios de trabajo. La producción, así como la reproducción en escala ampliada, siguen aquí su curso sin injerencia alguna de aquel santón extravagante, de aquel Caballero de la Triste Figura: el capitalista que practica el "renunciamiento".

 

 

4. Circunstancias que, independientemente de la división proporcional del plusvalor en capital y rédito, determinan el volumen de la acumulación: grado de explotación de la fuerza de trabajo; fuerza productiva del trabajo; magnitud del capital adelantado; diferencia creciente entre el capital empleado y el consumido m

 

Hemos considerado la masa del plusvalor, hasta ahora, como una magnitud dada. En este caso su división proporcional en rédito y pluscapital determinaba el volumen de la acumulación. Pero esta última varía, independientemente de dicha división, cuando varía la magnitud misma del plusvalor. Las circunstancias que regulan la magnitud del plusvalor se exponen detalladamente en los capítulos sobre la producción del mismo. Bajo condiciones en lo demás iguales, esas circunstancias regulan el movimiento de la acumulación. Si volvemos a ocuparnos de ellas aquí es en la medida en que ofrecen, con respecto a la acumulación, puntos de vista nuevos.

Se recordará qué importante papel desempeña el grado de explotación del trabajo en la producción del plusvalor [n] "Como se recordará, la tasa del plusvalor depende en primera instancia del grado de explotación a que se halle sometida la fuerza de trabajo.". La economía política justiprecia tanto ese papel que, ocasionalmente, identifica la aceleración de la acumulación mediante la mayor fuerza productiva del trabajo con su aceleración mediante una mayor explotación del obrero 48. [741] En las secciones referentes a la producción del plusvalor partimos constantemente del supuesto de que el salario era, cuando menos, igual al valor de la fuerza de trabajo. Se expuso, además, que el salario, ya sea en cuanto a su valor o en cuanto a la masa de los medios de subsistencia por él representada, puede incrementarse aunque se eleve el grado de explotación del obrero. En el movimiento práctico del capital, empero, también se produce plusvalor mediante la reducción violenta del salario por debajo del valor de la fuerza de trabajo. De hecho, una parte del fondo para el consumo necesario del obrero se transforma así en fondo para la acumulación del capital [o]. "Los salarios", afirma John Stuart Mill, "carecen de fuerza productiva; son el precio de una fuerza productiva; los salarios no contribuyen, junto con el trabajo, a la producción de mercancías, como tampoco lo hace el precio de la maquinaria junto a la maquinaria misma [p] 49. Si se pudiera obtener trabajo sin adquirirlo, los salarios serían superfluos" [50]. Pero si los obreros pudieran vivir del aire, tampoco se los podría comprar, cualquiera que fuere el precio. La gratuidad de los obreros, pues, es un límite en el sentido matemático, siempre inalcanzable, aunque siempre sea posible aproximársele. Es una tendencia constante del [742] capital reducir a los obreros a ese nivel nihilista. Un escritor dieciochesco que suelo citar, el autor del "Essay on Trade and Commerce", no hace más que traicionar el secreto más íntimo que anida en el alma del capital inglés, cuando declara que la misión vital histórica de Inglaterra es rebajar el salario inglés al nivel del francés y el holandés [51]. Dice ingenuamente, entre otras cosas: "Pero si nuestros pobres" (término técnico por obreros) "quieren vivir nadando en la abundancia... entonces su trabajo tendrá que ser caro, naturalmente. Téngase en cuenta, simplemente, la horripilante masa de superfluidades (heap of superfluities) que nuestros obreros manufactureros consumen, tales como aguardiente, ginebra, té, azúcar, frutas importadas, cerveza fuerte, lienzos estampados, rapé, tabaco etc" [52]. El autor cita el escrito de un fabricante de Northamptonshire que, mirando torvamente al cielo, se lamenta: "El trabajo es una tercera parte más barato en Francia que en Inglaterra, pues los franceses pobres trabajan duramente y economizan en los alimentos y la vestimenta; su dieta se compone principalmente de pan, frutas, verduras, zanahorias y pescado salado. Muy raras veces comen carne, y si el trigo está caro, muy poco pan" [53]. "A lo cual ha de agregarse", prosigue el ensayista "que su bebida se compone de agua o de otros licores flojos de ese tipo, de manera que en realidad gastan poquísimo dinero... Difícilmente se pueda implantar tal estado de cosas, por cierto, pero no es algo inalcanzable, como lo demuestra de manera contundente su existencia tanto [743] en Francia como en Holanda" [54]. Dos decenios después un impostor norteamericano, el yanqui baronizado Benjamin Thompson (alias conde de Rumford), siguió la misma línea filantrópica, con gran complacencia de Dios y de los hombres. Sus "Essays" son un libro de cocina con recetas de todo tipo, para remplazar por sucedáneos las comidas normales más caras de los obreros. Una de las recetas más logradas de este prodigioso "filósofo" es la siguiente: "Con cinco libras de cebada, cinco libras de maíz, 3 peniques de arenques, 1 penique de sal, 1 penique de vinagre, 2 peniques de pimienta y otros condimentos (en total 20 3/4 peniques), se puede obtener una sopa para 64 personas. Teniendo en cuenta los precios medios del cereal [...], puede abatirse el costo a 1/4 de penique por cabeza" [55] 56. Con el progreso de la producción capitalista, la adulteración de mercancías ha vuelto superfluos los ideales de Thompson [57]. A fines del siglo XVIII y [744] durante los primeros decenios del XIX, los arrendatarios y terratenientes ingleses impusieron el salario mínimo absoluto, pagando a los jornaleros agrícolas menos del mínimo bajo la forma de salario, y el resto como socorro parroquial. Véase un ejemplo del espíritu bufonesco con que procedían los Dogberries 58 ingleses cuando fijaban "legalmente" la tarifa del salario: "Cuando los squires [hacendados] fijaron los salarios para Speenhamland, en 1795, ya habían almorzado, pero evidentemente pensaron que no era necesario que los obreros hicieran otro tanto... Decidieron que el salario semanal fuera de 3 chelines por persona mientras el pan de 8 libras y 11 onzas [q] costara 1 chelín, la remuneración del obrero debía aumentar regularmente hasta que ese pan costara 1 chelín y 5 peniques. No bien sobrepasara ese precio, el salario se reduciría proporcionalmente hasta que el precio del pan llegara a 2 chelines, en cuyo caso la alimentación del obrero disminuiría en 1/5" [59]. Ante la comision investigadora de la House of Lords [cámara de los Lores], en 1814, se le preguntó a un tal A. Bennett, gran arrendatario, magistrado, administrador de un hospicio y regulador de salarios: "¿Existe alguna relación entre el valor del trabajo diario y el socorro parroquial a los trabajadores?" Respuesta: "Sí. El ingreso semanal de cada familia se completa, por encima de su salario nominal hasta el pan de un galón (8 libras y 11 onzas) y 3 peniques por cabeza... Suponemos que el pan de un galón alcanza para mantener a todas las personas de la familia durante la semana, y los 3 peniques son para ropa. Cuando la parroquia prefiere proporcionar ella misma la vestimenta, se descuentan los 3 peniques. Esta práctica impera no sólo en todo el oeste de Wiltshire, sino, a mi parecer, en todo el país" [60]. "De [745] esta manera", exclama un escritor burgués de la época, "los arrendatarios degradaron durante años a una clase respetable de sus coterráneos, obligándolos a recurrir al workhouse [hospicio]... El arrendatario ha aumentado sus propias ganancias impidiéndole al obrero la acumulación del fondo de consumo más indispensable" [61] 62. La llamada industria domiciliaria [r], por ejemplo, ha mostrado cual es el papel que desempeña actualmente, en la formación del plusvalor y por tanto del fondo de acumulación del capital, el robo directo que se perpetra contra el fondo de consumo necesario del obrero. En el curso de esta sección expondremos nuevos hechos relacionados con el punto.

La elasticidad de la fuerza de trabajo o su capacidad de una tensión mayor en intensidad o en extensión constituye, dentro de ciertos límites, una fuente creadora de riqueza adicional y por tanto del fondo de acumulación, fuente que no depende del volumen dado de los medios de producción en funcionamiento, ya producidos, ni de los elementos materiales del capital constante. En la industria extractiva, por ejemplo en la minería, el objeto de trabajo existe por obra de la naturaleza. Por consiguiente, estando dados los propios medios de trabajo necesario y la industria extractiva misma suministra a su vez, en su mayor parte, la materia prima de esos instrumentos de trabajo, metales, madera, etc., y los medios auxiliares, como el carbón , el producto de ninguna manera está limitado por el volumen de esos medios de trabajo. Ocurre, tan sólo, que se los consume más rápidamente, debido al mayor gasto de fuerza de trabajo, y por tanto que se abrevia su período de reproducción. Bajo condiciones en lo demás iguales, en cambio, la masa misma de productos como carbón, hierro se incrementa en proporción al trabajo gastado en el objeto natural. Como en el primer día de la producción, convergen aquí el hombre y la naturaleza, esto es, los creadores originarios del producto, y por tanto [746] los creadores también de los elementos materiales del capital. En la agricultura propiamente dicha, en efecto, las simientes y los abonos desempeñan el mismo papel que la materia prima en la manufactura, y no es posible sembrar más tierra sin disponer previamente de más semilla. Pero dada esa materia prima y los instrumentos de trabajo, es conocido el efecto prodigioso que el laboreo puramente mecánico del suelo cuya intensidad depende de la tensión a que es sometida la fuerza de trabajo ejerce sobre el carácter masivo del producto. Se trata, nuevamente, de una acción inmediata del hombre sobre el objeto natural, acción que se convierte en fuente directa de la riqueza. La industria extractiva y la agricultura, por otra parte, proporcionan a la manufactura la materia prima y las materias auxiliares, o sea los elementos materiales que aquí están presupuestos a todo gasto mayor de trabajo, mientras que los medios de trabajo propiamente dichos también en esta esfera no hacen más que abreviar su período de reproducción por la tensión mayor en extensión o intensidad de la fuerza de trabajo. El capital, pues, al incorporarse los dos creadores originarios de la riqueza la fuerza de trabajo y la tierra adquiere en ellos otros tantos factores de la reproducción en escala ampliada y por tanto de la acumulación, factores elásticos que no dependen del propio volumen material del capital.

Prescindiendo del grado de explotación del trabajo, la producción del plusvalor y por tanto la acumulación del capital, acumulación cuyo elemento formativo es el plusvalor se determina en lo esencial por la fuerza productiva del trabajo [s] "Otro factor importante en la acumulación del capital es el grado de productividad del trabajo social.".

[747] Al aumentar la fuerza productiva del trabajo se acrecienta la masa de productos en los que se manifiesta un valor determinado, y por ende también un plusvalor de magnitud dada. Si la tasa de plusvalor se mantiene [748] incambiada, e incluso si baja, siempre que baje más lentamente de lo que aumenta la fuerza productiva del trabajo, se acrecienta la masa del plusproducto. Manteniéndose inalterada la división de éste entre rédito y pluscapital, pues, el consumo del capitalista puede aumentar sin que decrezca el fondo de acumulación. La magnitud proporcional de dicho fondo, incluso, puede acrecentarse a expensas del fondo de consumo, mientras que el abaratamiento de las mercancías pone a disposición del capitalista tantos o más medios de disfrute que antes. Pero, como hemos visto, la productividad creciente del trabajo va a la par del abaratamiento del obrero, y por tanto de una tasa creciente del plusvalor, incluso cuando el salario real aumenta. El aumento de éste nunca está en proporción al de la productividad del trabajo. Por consiguiente, el mismo valor de capital variable pone en movimiento más fuerza de trabajo y por tanto más trabajo. El mismo valor de capital constante se presenta en más medios de producción, esto es, en más medios de trabajo, material de trabajo y materias auxiliares, suministra, por tanto, más elementos formadores de producto y asimismo más elementos formadores de valor, o absorbedores de trabajo. Por ende, si el valor del pluscapital se mantiene incambiado, e incluso si disminuye, se opera una acumulación acelerada. No sólo se amplía materialmente la escala de la reproducción, sino que la producción del plusvalor se acrecienta más rápidamente que el valor del pluscapital.

El desarrollo de la fuerza productiva del trabajo reactúa también sobre el capital original, esto es, sobre el capital que se encuentra ya en el proceso de producción. Una parte del capital constante en funciones se compone de medios de trabajo, tales como maquinaria, etc., que sólo se consumen,y por tanto se reproducen o se los remplaza por nuevos ejemplares del mismo tipo en períodos prolongados. Pero cada año perece, o alcanza el término final de su función productiva, una parte de esos medios de trabajo. Esa parte, por consiguiente, se encuentra cada año en la fase de su reproducción periódica o de su remplazo por nuevos ejemplares de la misma clase. Si en los lugares de nacimiento de esos medios de trabajo la fuerza productiva del trabajo se ha ampliado y se amplía continuamente gracias al aporte ininterrumpido de la ciencia y de la técnica , las máquinas, herramientas, aparatos, [749] etcétera, viejos son desplazados por otros más eficaces y, teniendo en cuenta el volumen de su rendimiento, más baratos. El capital antiguo se reproduce en una forma más productiva, aun si prescindimos de la continua modificación de detalle en los medios de trabajo existentes. La otra parte del capital constante la materia prima y los materiales auxiliares se reproduce continuamente a lo largo del año; la que procede de la agricultura, en su mayor parte lo hace anualmente. Por lo tanto, toda introducción de métodos, etc., perfeccionados, opera aquí casi simultáneamente sobre el capital adicional y el que ya está en funciones. Todo progreso de la química multiplica no sólo las aplicaciones útiles del mismo material [t], extendiendo así, con el crecimiento del capital, las esferas en que éste se invierte; hace más: enseña a arrojar de nuevo al ciclo del proceso de la reproducción las deyecciones del proceso de producción y consumo, creando así, sin una inversión de capital previa, nueva materia de capital. Al igual que en el caso de una explotación de la riqueza natural incrementada por el mero aumento en la tensión de la fuerza de trabajo, la ciencia constituye [u] una potencia de expansión del capital en funciones, independientemente de la magnitud dada que haya alcanzado el mismo. Dicha potencia reacciona a la vez sobre la parte del capital original que ha ingresado a su fase de renovación. En su nueva forma, el capital se incorpora gratuitamente el progreso social efectuado a espaldas de su forma precedente. Por cierto, este desarrollo de la fuerza productiva se ve acompañado, al propio tiempo, por la depreciación parcial de los capitales en funciones. En la medida en que esa depreciación se vuelve más aguda por la competencia, su peso principal recae sobre el obrero, con cuya explotación redoblada el capitalista procura resarcirse.

Cuando analizamos el plusvalor relativo, vimos como el desarrollo de la fuerza productiva social del trabajo exigía que aumentara sin cesar la masa de capital constante puesta en movimiento por la misma fuerza de trabajo. Al aumentar la riqueza o la abundancia y eficacia del trabajo [750] objetivado en la maquinaria, etc. trabajo objetivado del cual el obrero parte como de una condición, ya producida, del proceso de producción , se acrecienta la masa del antiguo valor de capital, al que se conserva y en este sentido se la reproduce por la mera adición de trabajo nuevo, esto es, por la producción de valor nuevo. Compárese, por ejemplo, un hilandero inglés con uno de la India. Supongamos, para simplificar, que la jornada laboral inglesa y la índica sean de la misma extensión e intensidad. El hilandero inglés a lo largo de un día transforma en hilado una masa muchos cientos de veces mayor de algodón, instrumentos de hilar, etc. Conserva en su producto, por tanto, un valor de capital muchos cientos de veces mayor. Incluso si el producto de valor de su trabajo diario, es decir, el valor nuevo añadido por dicho trabajo a los medios de producción, sólo equivaliera al del indio, pese a ello su trabajo diario no sólo se representaría en una cantidad mayor de productos, sino en un valor de producto, en un valor previo, infinitamete mayor, transferido por él al producto nuevo y en condiciones de funcionar nuevamente como capital [v] "Si un hilandero inglés y uno chino, por ejemplo, trabajaran el mismo número de horas con la misma intensidad, ambos producirían en una semana valores iguales. Pese a esa igualdad, existe una diferencia enorme entre el valor del producto semanal del inglés, que dispone de un poderoso autómata, y el del chino, que sólo trabaja con una rueca. En el mismo tiempo en que el chino hila una libra de algodón, el inglés produce varios cientos de libras. Una suma de valores anteriores varios cientos de veces mayor abulta el valor del producto de este último hilandero, producto en el cual aquellos valores se conservan bajo una nueva forma útil y pueden, de esta manera, volver a funcionar como capital".. "En 1782", nos informa Friedrich Engels, "toda la cosecha lanera de los tres años precedentes estaba aún sin elaborar" (en Inglaterra) "por falta de [751] obreros, y hubiera seguido así de no haber llegado en su ayuda la maquinaria recién inventada, gracias a la cual se pudo hilar el textil" [63]. El trabajo objetivado bajo la forma de maquinaria, como es obvio, no sacó directamente de abajo de la tierra ni un solo hombre, pero permitió a un exiguo número de obreros, mediante el añadido de relativamente poco trabajo vivo, no sólo consumir de manera productiva la lana y agregarle valor nuevo, sino conservar bajo la forma de hilado, etc., el valor antiguo de la misma. Proporcionó con ello, al mismo tiempo, un medio y un estímulo para la reproducción ampliada de la lana. Conservar valor viejo mientras crea el nuevo, es un don natural del trabajo vivo. Al aumentar la eficacia, el volumen y el valor de sus medios de producción, o sea con la acumulación que acompaña el desarrollo de su fuerza productiva, el trabajo conserva y perpetúa, pues, bajo formas siempre nuevas, un valor de capital en crecimiento incesante [64]. [752] Esta fuerza natural del trabajo se manifiesta como facultad de autoconservación del capital que se lo ha incorporado, del mismo modo que las fuerzas productivas sociales del trabajo aparecen como atributos del capital, y así como la constante apropiación de plustrabajo por el capitalista se manifiesta como constante autovalorización del capital. Todas las potencias del trabajo se proyectan como potencias del capital, así como todas las formas de valor de la mercancía lo hacen como formas del dinero.

[753] Bajo condiciones en lo demás iguales, la magnitud del plusvalor producido y por tanto la acumulación están determinadas, en último término, por la magnitud del capital adelantado. Al acrecentarse el capital global crece también su parte constitutiva variable, aunque no en la misma proporción. Cuanto mayor sea la escala en que produzca el capitalista individual, tanto mayor será el número de obreros que explote simultáneamente, o la masa del trabajo impago de la que se apropia [65]a Nota suprimida en la 3ª y 4ª ediciones.. Por consiguiente, cuanto más se acreciente el capital individual, tanto mayor será el fondo que se divide en fondo de acumulación y fondo de consumo. El capitalista, por tanto, puede vivir más pródigamente y al mismo tiempo "abstenerse" más [w].

Con el acrecentamiento del capital, aumenta la diferencia entre el capital empleado y el consumido. En otras palabras: crece la masa de valor y la masa material de los medios de trabajo locales, maquinaria, tuberías, animales de tiro, aparatos de todo tipo que durante períodos más largos o más breves, en procesos de producción constanstemente repetidos, funcionan en todo su volumen o sirven para obtener determinados efectos útiles, desgastándose sólo paulatinamente y perdiendo por tanto su valor sólo fracción a fracción, o sea, transfiriéndolo también sólo de manera fraccionada al producto. En la misma proporción en que estos medios de trabajo sirven como creadores de producto sin agregarle valor a éste o sea, en la misma proporción en que se los emplea de manera total, pero se los consume sólo parcialmente , prestan el mismo servicio gratuito, como ya hemos indicado, que las fuerzas naturales, el agua, el vapor, el aire, la electricidad, etc. Este servicio gratuito del trabajo pretérito, cuando el trabajo vivo se apodera de él y le infunde un alma, se acumula, a medida que se amplía la escala de la acumulación.

[754] Como el trabajo pretérito se disfraza siempre de capital, esto es, como el pasivo del trabajo de A, B, C, etc., figura como el activo del no trabajador X, los burgueses y los economistas se deshacen siempre en alabanzas sobre las excelencias que adornan al trabajo pretérito, el cual, según el genio escocés MacCulloch, debe incluso percibir un sueldo [x] 66b Nota 61 en la 3ª y 4ª ediciones.. El peso siempre creciente del trabajo pretérito que coopera bajo la forma de medios de producción en el proceso vivo del trabajo, se asigna así a su figura de capital, la cual ha sido enajenada al propio obrero y no es más que el trabajo pretérito e impago del mismo. Los agentes prácticos de la producción capitalista y sus lenguaraces ideológicos son tan incapaces de quitar mentalmente al medio de producción la máscara social antagónica que hoy se le adhiere, como incapaz es un esclavista de concebir al trabajador mismo separado de su caracterización como esclavo [y].

 

 

 

5. El llamado fondo de trabajo

 

En el curso de esta investigación hemos llegado al resultado de que el capital no es una magnitud fija, sino una parte elástica de la riqueza social, una parte que fluctúa constantemente con la división del plusvalor en rédito y pluscapital. Vimos, además, que aun cuando esté dada [755] la magnitud del capital en funciones, la fuerza de trabajo, la ciencia y la tierra a él incorporadas (y por tierra entendemos, desde el punto de vista económico, todos los objetos de trabajo existentes por obra de la naturaleza, sin intervención del hombre) son potencias elásticas del capital, las que dentro de ciertos límites, le dejan un margen de actividad independiente de su propia magnitud. Hemos hecho caso omiso aquí de todas las relaciones del procese de circulación, que ocasionan grados muy diversos de eficiencia de la misma masa de capital. Y como presuponemos los límites de la producción capitalista, o sea una figura puramente espontánea y natural del proceso social de producción, hemos prescindido de toda combinación más racional que pudiera efectuarse de manera directa y planificada con los medios de producción y la fuerza de trabajo existentes. La economía clásica gustó siempre de concebir el capital social como una magnitud fija cuyo grado de eficacia también sería fijo. Pero el prejuicio no fue establecido como dogma sino en las obras del archifilisteo Jeremy Bentham, ese oráculo insípidamente pedante, acartonado y charlatanesco del sentido común burgués decimonónico [67]a Nota 62 en la 3ª y 4ª ediciones.. Bentham es entre los filósofos lo que Martir Tupper entre los poetas [68]. A uno y a otro sólo se los podía fabricar en Inglaterra [69]b Nota 63 en la 3ª y 4ª ediciones. 70. Con el dogma benthamiano [756] se vuelven completamente incomprensibles los fenómenos más comunes del proceso de producción, como por ejemplo sus expansiones y contracciones súbitas, e incluso la acumulación [71]. Tanto Bentham como Malthus, James Mill, MacCulloch y otros, utilizaron el dogma con finalidades apologéticas, y en particular para presentar como una magnitud fija una parte del capital, el capital variable, o sea el que se convierte en fuerza de trabajo. La existencia material del capital variable, esto es, la masa de medios de subsistencia que ese capital representa para el obrero, o el llamado fondo de trabajo, fue convertida fantásticamente en una parte especial de la riqueza social, infranqueable y circunscrita por barreras naturales. Para poner en movimiento la riqueza social que ha de funcionar como capital constante o, expresándolo materialmente, como medios de producción, se requiere una masa determinada de trabajo vivo. Dicha masa está tecnológicamente dada. Pero lo que no está dado es el número de obreros que se requiere para poner en acción [757] esa masa de trabajo, ya que varía con el grado de explotación de la fuerza de trabajo individual, y tampoco está dado el precio de esa fuerza de trabajo, sino sólo sus límites mínimos, por lo demás muy elásticos. Los hechos sobre los que reposa el dogma son los siguientes: por una parte, el obrero no tiene por qué entremeterse en la división de la riqueza social entre medios de disfrute para el no trabajador, por un lado, y medios de producción, por el otro. Por otra parte, sólo en casos excepcionalmente favorables puede ampliar el llamado "fondo de trabajo" a expensas del "rédito" de los ricos [72]a Nota 65 en la 3ª y 4ª ediciones..

A qué insulsa tautología lleva el imaginar que los límites capitalistas del fondo de trabajo son sus lindes naturales sociales, nos lo muestra el profesor Fawcett: "El capital circulante 73b Nota 66 en la 3ª y 4ª ediciones. de un país", nos dice, "es su fondo de trabajo. Por consiguiente, para calcular el salario dinerario medio que percibe cada obrero, simplemente tenemos que dividir el monto de ese capital por el número de la población laboriosa" [74]c Nota 67 en la 3ª y 4ª ediciones.. Es decir: primero sumamos los [758] salarios individuales efectivamente abonados, y luego sostenemos que esta adición constituye la suma de valor del "fondo de trabajo" establecido por Dios y la naturaleza. Por último, dividimos la suma así obtenida entre el número de obreros, para descubrir nuevamente cuánto puede corresponder, promedialmente, a cada obrero individual. Es un procedimiento insólitamente astuto. Pero ello no le impide decir al señor Fawcett, sin detenerse a tomar aliento: "La riqueza global acumulada anualmente en Inglaterra se divide en dos partes. Una parte se emplea en Inglaterra para la conservación de nuestra propia industria. Otra, se exporta a otros países... La parte empleada en nuestra industria no constituye una porción importante de la riqueza acumulada anualmente en este país" [75]a Nota 68 en la 3ª y 4ª ediciones.. Como vemos, la parte mayor del plusproducto anualmente creciente, sustraído al obrero inglés sin darle un equivalente, no se capitaliza en Inglaterra, sino en países extranjeros. Pero con el pluscapital exportado de esta suerte, se exporta también una parte del "fondo de trabajo" inventado por Dios y Bentham [76]b Nota 69 en la 3ª y 4ª ediciones.. 1 21 "Acumulación de capital: el empleo de una parte del rédito como capital." (Malthus, "Definitions...", ed. Cazenove, p. 11). "Conversión de rédito en capital." (Malthus, "Principles...", p. 320).

[a] a El la 3ª y 4ª ediciones el texto de este párrafo es el siguiente: "Consideremos este proceso, en primer término, desde el punto de vista del capitalista individual. Supongamos, por ejemplo, que el dueño de una hilandería ha adelantado un capital de [sterling] 10.000: cuatro quintas partes en algodón, máquinas, etc., y el quinto restante en salarios. Digamos que anualmente produce 240.000 libras de hilado a un valor de [sterling] 12.000. Si la tasa del plusvalor es de 100 %, el plusvalor quedará encerrado en el plusproducto o producto neto de 40.000 libras de hilado, o sea en un sexto del producto bruto con un valor de [sterling] 2.000 que se realizará por la venta".

[b] b En la 3ª y 4ª ediciones el texto que va desde "La transformación..." hasta "en escala siempre creciente" (p. 728), fue sustituido por el siguiente: "Por tanto, para transformar en capital la suma recién añadida de [sterling] 2.000, el dueño de la hilandería, manteniéndose iguales todas las demás condiciones, adelantará cuatro quintas partes de esa suma en la compra de algodón, etc., y un quinto en la adquisición de nuevos obreros hilanderos que encontrarán en el mercado los medios de subsistencia cuyo valor les ha adelantado el capitalista. El nuevo capital de [sterling] 2.000 comienza entonces a operar en la hilandería y rinde, a su vez, un plusvalor de [sterling] 400.

El valor del capital era adelantado originariamente bajo la forma de dinero; el plusvalor, por el contrario, existe en un principio como valor de determinada parte del producto bruto. Si éste se vende, si se transforma en dinero, el valor del capital recupera su forma primitiva, pero el plusvalor transforma su modo originario de existencia. A partir de este momento, sin embargo, tanto el valor del capital como el plusvalor son sumas de dinero, y su reconversión en capital se efectúa exactamente de la misma manera. El capitalista invierte tanto una como otra suma en la adquisición de mercancías que lo ponen en condiciones de recomenzar la producción de sus artículos, y esta vez, por cierto, en una escala más amplia. Pero para adquirir esas mercancías, es forzoso que las encuentre preexistentes en el mercado.

Su propio hilado sólo circula porque ese capitalista lleva al mercado su producto anual, tal como hacen todos los demás capitalistas con sus mercancías. Pero antes de llegar al mercado, las mercancías ya se encontraban en el fondo anual de producción, esto es, en la masa global de los objetos de todo tipo en los cuales se transforma, a lo largo del año, la masa global de los capitales singulares o el capital global social, masa de la cual cada capitalista singular sólo posee una parte alícuota. Las transacciones en el mercado no hacen más que llevar acabo la transferencia de los componentes singulares de la producción anual, los hacen pasar de unas manos a otras, pero no pueden aumentar la producción anual global ni alterar la naturaleza de los objetos producidos. El uso que se haga del producto global anual, pues, depende de su propia composición, pero en modo alguno de la circulación.

Por de pronto, la producción anual debe suministrar todos los objetos (valores de uso) con los cuales se debe suplir los componentes materiales del capital consumidos en el curso del año. Deducidos los mismos, resta el producto neto o plusproducto, en el que se encierra el plusvalor. Ahora bien, ¿de qué se compone ese plusproducto? ¿Acaso de cosas destinadas a satisfacer las necesidades y caprichos de la clase capitalista, cosas que por tanto ingresarían a su fondo de consumo? Si todo se redujera a eso, se habría despilfarrado alegremente el plusvalor, sin dejar rastro, y no estaríamos más que ante un caso de reproducción simple.

Para acumular, es necesario transformar una parte del plusproducto en capital. Pero, sin hacer milagros, sólo se puede transformar en capital aquellas cosas que son utilizables en el proceso de trabajo, esto es, medios de producción, y además las cosas con las que puede sustentarse el obrero, es decir, los medios de subsistencia. Por consiguiente, es forzoso emplear una parte del plustrabajo anual para producir medios de producción y de subsistencia adicionales, por encima de la cantidad que se requería para remplazar el capital adelantado. En pocas palabras: el plusvalor es transformable en capital, sólo porque el plusproducto del cual él es el valor contiene ya los componentes materiales de un nuevo capital (21bis).

Ahora bien, para hacer que estos componentes funcionen efectivamente como capital, la clase capitalista necesita una cantidad suplementaria de trabajo. Si la explotación de los obreros ya ocupados no se acrecienta en extensión o en intensidad, es necesario emplear fuerzas de trabajo adicionales. El mecanismo de la poducción capitalista ha ofrecido ya la solución a esto, puesto que reproduce la clase obrera como clase dependiente del salario, y como clase cuyo salario habitual no sólo basta para asegurar la conservación de la misma, sino su multiplicación. Para consumar la transformación del plusvalor en capital, éste no necesita más que incorporar a los medios de producción suplementarios contenidos ya en la producción anual, esas fuerzas de trabajo suplementarias que le proporciona anualmente, y a diferentes niveles de edad, la clase obrera. Examinándola concretamente, la acumulación se resuelve en la reproducción del capital en escala progresiva. El ciclo de la reproducción simple se modifica y cambia su forma, para decirlo con Sismondi, por la de una espiral (21bis2).

Pero volvamos ahora a nuestro ejemplo. Es la vieja historia: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, etc {207}. El capital originario de [sterling] 10.000 genera un plusvalor de [sterling] 2.000, que se capitaliza. El nuevo capital de [sterling] 2 000 genera un plusvalor de [sterling] 400; éste, capitalizado a su vez, o sea, transformado en un segundo capital adicional, genera un nuevo plusvalor de [sterling] 80, etcétera.

Prescindimos aquí de la parte del plusvalor consumida por el capitalista. Por el momento tampoco nos interesa saber si los capitales adicionales se incorporan al originario o se separan de él para valorizarse de manera independiente; si los usa el mismo capitalista que los acumuló o si los transfiere a otro. Lo único que no debemos olvidar es que junto a los capitales recién formados el capital originario continúa reproduciéndose y produciendo plusvalor, y que lo mismo se aplica a todo capital acumulado con respecto al capital adicional generado por él.

El capital originario se formó gracias al adelanto de [sterling] 10.000. ¿Cómo las obtuvo su poseedor? [exclamdown]Gracias a su propio trabajo y al de sus antepasados!, nos contestan al unísono los portavoces de la economía política (21bis3), y esta suposición, en realidad, parece ser la única congruente con las leyes de a producción de mercancías.

Las cosas son completamente distintas en el caso del capital adicional de [sterling] 2 000. Conocemos exactamente el proceso de su génesis. Se trata de plusvalor capitalizado. Desde su origen, no contiene un solo átomo de valor que no derive de trabajo ajeno impago. Los medios de producción a los que se incorpora la fuerza de trabajo suplementaria, así como los medios de subsistencia gracias a los cuales aquélla se mantiene, no son nada más que partes integrantes del plusproducto, del tributo arrancado anualmente por la clase capitalista a la clase obrera. Cuando aquélla, con una parte del tributo, le compra a ésta fuerza de trabajo adicional, aunque pague por la misma el precio total de tal manera que se intercambie equivalente por equivalente , el suyo sigue siendo el viejo procedimiento del conquistador que compra mercancías a los vencidos con el dinero de ellos, con el dinero que les ha robado.

Cuando el capital adicional ocupa a su propio productor, éste no sólo tiene que seguir valorizando el capital originario, sino, además, volver a comprar el fruto de su trabajo anterior con más trabajo del que ha costado. Como transacción entre la clase capitalista y la clase obrera, en nada modifica los hechos el que se empleen obreros adicionales con el trabajo impago de los obreros ocupados hasta el presente. Puede ocurrir que el capitalista, asimismo, transforme el capital adicional en una máquina que arroje a la calle a los productores de dicho capital adicional y los remplace por un par de niños. En todos los casos, es la clase obrera la que ha creado, mediante el plustrabajo efectuado hasta este año, el capital que el próximo año ocupará trabajo adicional (22). Esto es lo que se denomina generar capital con capital.

El supuesto de la acumulación del primer capital adicional de [sterling] 2.000 era una suma de valor de [sterling] 10.000 adelantada por el capitalista, y que le pertenecía gracias a su <<trabajo originario>>. El supuesto del segundo capital adicional de [sterling] 400 no es, en cambio, ninuna otra cosa sino la acumulación precedente del primero, de las [sterling] 2.000, cuyo plusvalor capitalizado es precisamente ese segundo capital adicional. La propiedad del trabajo impago pretérito se manifiesta ahora como la única condición en que se funda la apropiación actual de trabajo vivo impago, en escala cada vez mayor. Cuanto más haya acumulado el capitalista, tanto más podrá acumular".

 

21bis Se prescinde aquí del comercio de exportación, por medio del cual una nación puede convertir artículos suntuarios en medios de producción o de subsistencia, y viceversa. Para concebir el objeto de la investigación en su pureza, libre de circunstancias accesorias perturbadoras, hemos de enfocar aquí a todo el mundo comercial como una nación y presupones que la producción capitalista ha arraigado en todas partes y que se ha apoderado de todos los ramos de la industria.

 

21bis2 El análisis que Sismondi hace de la acumulación presenta la gran falla de que él se complace demasiado con la frase "conversión de rédito en capital", sin investigar las condiciones materiales de esa operación {206}.

21bis3 "El trabajo primitivo, al cual su capital debió su origen." (Sismondi, "Nouveaux principes...", ed. París, t I, p. 109.)

 

2 [207] Abraham engendró a Isaac e Isaac engendró a Jacob: así empieza, en el "Evangelio de Mateo" (I, 2), la monótona enumeración de 42 generaciones de antepasados de Jesús.-- 716.

3 [206] (W) Simonde de Sismondi, "Nouveaux principes d'économie politique", t. I, París, 1819, p. 119.-- 716.

[4] 22 "El trabajo crea al capital antes de que el capital emplee al trabajo". ("Labour creates capital, before capital employs labour.") E. G. Wakefield, "England and America", Londres, 1833, vol. II, p. 110.

5 23 Con que la producción de mercancías, al llegar a cierto grado de su desarrollo deviene producción mercantil capitalista y sólo sobre el fundamento del modo de producción capitalista la mercancía se convierte en forma general y dominante del producto , con la misma necesidad las leyes de propiedad de la producción mercantil se trastruecan en leyes de la apropiación capitalista. Admírese, pues, la astucia de Proudhon, [exclamdown]que quiere abolir la propiedad capitalista al mismo tiempo que reivindica las leyes eternas de propiedad correspondientes a la producción de mercancías! (a)

 

[6] 24(a) La propiedad del capitalista sobre el producto del trabajo ajeno "es la consecuencia rigurosa de la ley de la apropiación, cuyo principio fundamental era, por el contrario, el título de propiedad exclusivo de cada trabajador sobre el producto de su propio trabajo". (Cherbuliez, "Richesse ou Pauvreté", p. 58, obra en la cual, sin embargo, no se desarrolla correctamente ese trastrocamiento dialéctico.)

 

c c En la 4ª edición se agrega este texto: "No obstante, por más que el modo de producción capitalista parezca darse de bofetadas con las leyes originarias de la producción de mercancías, dicho modo de producción no surge del quebrantamiento de esas leyes sino, por el contrario, de su aplicación. Una breve ojeada retrospectiva a la secuencia de las fases del movimiento, secuencia cuyo punto terminal es la acumulación capitalista, bastará para aclarar nuevamente este punto.

"Vimos, en primer término, que la transformación originaria de una suma de valor en capital se efectuaba en un todo de acuerdo con las leyes del intercambio. Una de las partes contratantes vende su fuerza de trabajo, la otra la compra. La primera recibe el valor de su mercancía, cuyo valor de uso el trabajo se enajena de esta manera a la segunda. Ésta transforma ahora los medios de producción que ya le pertenecían, con la ayuda del trabajo que también le pertenece, en un nuevo producto que le pertenece igualmente, conforme a derecho.

"El valor de este producto incluye, en primer término, el valor de los medios de producción consumidos. El trabajo útil no puede consumir esos medios de producción sin transferir su valor al nuevo producto, pero para que se la pueda vender, la fuerza de trabajo ha de estar en condiciones de suministrar trabajo útil en el ramo industrial en que se la debe emplear.

" El valor del nuevo producto incluye, además, el equivalente del valor de la fuerza de trabajo y un plusvalor. Y ello se debe precisamente a que la fuerza de trabajo vendida por un lapso determinado día, semana, etc. posee menos valor que el que genera su uso durante ese período. El obrero, no obstante, ha obtenido como pago el valor de cambio de su fuerza de trabajo y enajenado el valor de uso de la misma, tal como es el caso con cualquier compra y venta.

"El hecho de que esa mercancía particular, la fuerza de trabajo, posea el valor de uso peculiar de suministrar trabajo, y por tanto de crear valor, no puede alterar la ey general de la producción de mercancías. Por tanto, si la suma de valor adelantada en salario no reaparece mera y simplemente en el producto, sino que lo hace acrecentada por un plusvalor, ello no deriva de que se haya embaucado al vendedor, quien obtuvo efectivamente el valor de su mercancía, sino únicamente del uso que de esa mercancía hizo el comprador.

"La ley del intercambio sólo condiciona la igualdad con respecto a los valores de cambio de las mercancías entregadas recíprocamente. Condiciona por anticipado, incluso, la desigualdad de sus valores de uso, y nada tiene que ver con su consumo, que sólo puede comenzar una vez celebrada y finiquitada la transacción.

"Por tanto, la transformación originaria del dinero en capital se efectúa en la concordancia más rigurosa con las leyes económicas de la producción de mercancías, así como con el derecho de propiedad derivado de aquéllas. Pese a ello, dicha transformación arroja los resultados siguientes:

"1) Que el producto pertenece al capitalista y no al obrero;

"2) Que el valor de este producto incluye, además del valor del capital adelantado, un plusvalor que al obrero le ha costado trabajo pero al capitalista no le ha costado nada, y que sin embargo se convierte en propiedad legítima del segundo;

"3) Que el obrero ha conservado su fuerza de trabajo y puede venderla de nuevo, siempre que encuentre un comprador.

"La reproducción simple no es más que la repetición periódica de esta primera operación; todas las veces se vuelve siempre a convertir dinero en capital. La ley, pues, no se infringe; por el contrario, obtiene la oportunidad de volverse duraderamente actuante. <<Varios intercambios sucesivos no han hecho más que convertir al último en el representante del primero>>. (Sismondi, "Nouveaux principes...", p. 70.)

"Y sin embargo hemos visto que la reproducción simple basta para imprimir a esta primera operación en tanto se la concebía como proceso aislado un carácter totalmente diferente. <<Entre quienes se reparten el réito nacional unos>> (los obreros) <<adquieren cada año un nuevo derecho a aquél, gracias a su trabajo nuevo; los otros>> (los capitalistas) <<ya han adquirido un derecho permanente sobre ese rédito por medio de un trabajo originario>>. (Ibídem, p.p. 110, 111.) El reino del trabajo, como es sabido, no es el único donde la primogenitura opera milagros.

"Tampoco importa nada el que la reproducción en escala ampliada, la acumulación, sustituya a la reproducción simple. En el caso de ésta, el capitalista gasta el plusvalor en su totalidad; en el caso de aquélla, el capitalista da pruebas de sus virtudes cívicas consumiendo tan sólo una parte y transformando el resto en dinero.

"El plusvalor es propiedad suya, no ha pertenecido nunca a ninguna otra persona. Si lo adelanta destinándolo a la producción, lo que hace es efectuar un adelanto de sus fondos propios, exactamente como lo hizo el primer día en que puso el pie en el mercado. La circunstancia de que, en esta oportunidad, dicho fondo proceda del trabajo impago de sus obreros, no modifica en nada el caso. Si el obrero B está ocupado gracias al plusvalor que ha producido el obrero A, hemos de tener en cuenta, primero, que A ha suministrado ese plusvalor sin que se le rebajara ni un centavo del precio justo de su mercancía, y segundo, que todo este negocio no es en absoluto algo que incumba a B. Lo que B reclama y tiene derecho a reclamar es que el capitalista le pague el valor de su fuerza de trabajo. <<Ambos salían ganando; el obrero porque se le adelantaban los frutos de su trabajo>> (debería decir: del trabajo gratuito de otros obreros) <<antes que estuviera hecho>> (debería decir: antes que el suyo rindiera sus frutos); <<el patrón, porque el trabajo de ese obrero valía más que el salario>> (debería decir: producía más valor que el de su salario). (Ibídem, página 135.)

"El aspecto de la cosa es totalmente diferente, por cierto, cuando examinamos la producción capitalista en la fluencia ininterrumpida de su renovación y tomamos en cuenta, en vezde al capitalista singular y al obrero singular, a la totalidad, a la clase capitalista y, frente a ella, a la clase obrera. Pero con esto aplicaríamos una pauta que es totalmente extraña a la producción de mercancías.

"En la producción de mercancías se enfrentan, independientes el uno del otro, el vendedor y el comprador. Sus relaciones recíprocas finalizan el día en que vence el contrato celebrado entre ellos. Si el negocio se repite, ello ocurre sobre la base de un nuevo contrato que nada tiene que ver con el precedente y en el cual sólo una casualidad puede llegar a reunir al mismo comprador con el mismo vendedor.

"Por ende, si la producción de mercancías o cualquier proceso anexo a ella deben juzgarse conforme a sus propias leyes económicas, será necesario que consideremos cada acto de intercambio por separado, al margen de toda conexión con el acto de intercambio que lo precedió y con el que le sucede. Y como las compras y las ventas sólo pueden celebrarse entre individuos singulares, es inadmisible que busquemos en ellas relaciones entre clases enteras de la sociedad.

"Por larga que sea la secuencia de las reproducciones periódicas y de las acumulaciones precedentes recorridas por el capital que hoy está en funciones, el mismo conserva siempre su virginidad originaria. Mientras en cada acto de intercambio considerado aisladamente se observen las leyes del intercambio, el modo de apropiación puede experimentar un trastocamiento total sin afectar en ningún respecto el derecho de propiedad correspondiente a la producción de mercancías. Este mismo derecho está en vigor como al principio, cuando el producto pertenecía al producto; como cuando éste, intercambiando equivalente por equivalente, sólo podía enriquecerse por su propio trabajo, y sigue también en vigor en el período capitalista, donde la riqueza social deviene, en medida cada vez mayor, la propiedad de aquellos que están en condiciones de volver siempre a apropiarse del trabajo impago de otros.

"Este resultado pasa a ser ineviable no bien el obrero mismo vende libremente la fuerza de trabajo como mercancía. Pero es también a partir de entonces, solamente, cuando se generaliza la producción de mercancías y se convierte en la forma típica de la producción; sólo a partir de ese momento cuando cada producto se produce de antemano para la venta y cuando toda la riqueza producida recorre los canales de la circulación. Tan sólo entonces, cuando el trabajo asalariado constituye su base, la producción de mercancías se impone forzosamente a la sociedad en su conjunto, y es también en ese momento cuando despliega todas sus potencias ocultas. Decir que la interferencia del trabajo asalariado falsea la producción de mercancías es como decir que la producción de mercancías no se debe desarrollar si quiere mantener su autenticidad. En la misma medida en que esa producción prosigue su desarrollo, conforme a sus propias leyes inmanentes, y pasa a convertirse en la producción capitalista, en esa misma medida las leyes de propiedad de la producción capitalista se trastruecan en leyes de la apropiación capitalista (24)."

 

[7] 25 "Capital", esto es, "riqueza acumulada que se emplea con vistas a la ganancia." (Malthus, "Principles...", p. 262.) "El capital... consiste en riqueza ahorrada del rédito y usada con vistas a la ganancia." (R. Jones, "Text-book of Lectures on the Political Economy of Nations", Hertford, 1852, p. 16.)(a)

 

[8] 26 "Los poseedores de plusproducto o capital." ("Tke Source and Remedy of the National Difficulties. A Letter to Lord John Russell", Londres, 1821, p. 4.)

[9] 27 "El capital, con el interés compuesto sobre cada parte del capital ahorrado, se apodera de todo, a tal punto que toda la riqueza del mundo de la que se obtiene un ingreso, hace mucho tiempo que se ha convertido en interés de capital." ("Economist", Londres, 19 de julio de 1851.)

[10] [208] Hegel, "Grundlinien der Philosophie des Rechts, oder Naturrecht und Staatswissenschaft in Grundrisse", Berlín, 1840, SS 203, agregado: "Es ésta la disposición simple, no dirigida a la adquisición de la riqueza; así se puede denominar la de la vieja aristocracia, que consume lo existente".-- 726.

[d] d En la 3ª y 4ª ediciones, después de "decisivamente importante" dice: "anunciar la acumulación del capital como el primer deber cívico y predicar infatigablemente que no es posible acumular si uno se devora todo su rédito, en vez de gastar una buena parte del mismo en la contratación de trabajadores productivos suplementarios, que producen más de lo que cuestan".

[11] 28 "Ningún economista del presente puede entender por ahorro el mero atesoramiento, y si dejamos a un lado este procedimiento estrecho e insuficiente {209} es imposible figurarse ningún otro uso de ese término, con respecto a la riqueza nacional, que el que ha de surgir de una aplicación diferente de lo que se ahorra, basada sobre una distinción real entre los diferentes tipos de trabajo mantenidos por dicho ahorro." (Malthus, "Principles...", pp. 38, 39.)

12 [209] Como indican los editores de Werke, en Malthus dice "inefficient" en vez de "insufficient".-- 726.

[e] e Nota 28bis de la 3ª y 4ª ediciones: "Por ejemplo en Balzac quien había estudiado tan hondamente todos los matices de la avaricia , el viejo usurero Gobseck muestra ya su chochez cuando comienza a formar un tesoro almacenando mercancías".

[13] 29 "Acumulación de capitales... cese del intercambio... sobreproducción." (Th. Corbett, "An Inquiry...", p. 104.)

[14] 30 Ricardo, "Principles of...", p. 163, nota.

[15] 31 A pesar de su "Lógica", el señor John Stuart Mill en ninguna parte llega a descubrir la falla de este defectuoso análisis de sus predecesores, el cual, incluso dentro del horizonte burgués, desde un punto de vista puramente profesional, clama por una rectificación. Por doquier registra, con dogmatismo de discípulo, la confusión mental de sus maestros. También aquí: "A largo plazo, el capital se transforma íntegramente en salarios, y cuando se lo remplaza gracias a la venta del producto, vuelve a convertirse en salarios.

f f En la 3ª y 4ª ediciones se inserta aquí: "Mientras sólo tengamos en cuenta el fondo de la producción global anual, el proceso de reproducción anual resultará fácilmente comprensible. Pero todos los componentes de la producción anual deben ser llevados al mercado, y es allí donde comienza la dificultad. Los movimientos de los capitales singulares y de los réditos personales se entrecruzan, entremezclan, se pierden en un cambio general de ubicaciones en la circulación de la riqueza social que confunde nuestra visión y plantea al investigador problemas muy difíciles de resolver".

[g] g En la 3ª y 4ª ediciones: "en la sección tercera".

[h] h En la 3ª y 4ª ediciones se sustituye la frase siguiente por este texto: "El gran mérito de los fisiócratas estriba en haber efectuado, con su Tableau économique {210}, el primer intento de ofrecer una imagen de la producción anual, en la figura bajo la cual surge de la circulación (32).

"Se comprende de suyo, por lo demás, que la economía política no haya dejado de explotar, en beneficio de la clase capitalista, la tesis de Adam Smith según la cual toda la parte del producto neto transformada en capital es consumida por la clase obrera".

 

16 [210] Tableau économique. --Marx analizó detalladamente en otros lugares el Tableau de Quesnay, el primer intento de representar esquemáticamente la reproducción y circulación del capital global de la sociedad: "El capital", t. II, cap. XIX; "Teorías del plusvalor", parte I, cap. VI, y el capítulo X (redactado por él) de la sección segunda del "Anti-Dühring" de Engels. En carta a éste, fechada el 6 de julio de 1863, Marx expone su propio "cuadro económico", contrapuesto al de Quesnay (véase MEW, t. XXX, pp. 362-367).-- 729.

[17] 32 En muchos aspectos de su análisis del proceso de reproducción y también, por ende, de la acumulación, Adam Smith no sólo no ha hecho progreso alguno con respecto a sus predecesores, en particular a los fisiócratas, sino que ha dado muy importantes pasos atrás. Con la ilusión suya que mencionamos en el texto está vinculado el dogma, verdaderamente fabuloso y también legado por Smith a la economía política, de que el precio de las mercancías se compone de salario, ganancia (interés) y renta de la tierra, o sea sólo de salario y plusvalor. Storch, partiendo de esta base, por lo menos admite ingenuamente: "Es imposihle resolver el precio necesario en sus elementos más simples". (Storch, "Cours d'économie...", t. II, p. 141, nota.) [exclamdown]Admirable ciencia económica, esta que declara la imposibilidad de resolver el precio de las mercancías en sus elementos más simples! En el capítulo VII del libro tercero ventilaremos más en detalle esta cuestión (c).

 

[18] 33 El lector observará que la palabra rédito se usa en dos acepciones: primero, para designar el plusvalor como fruto que surge periódicamente del capital, y luego para denotar la parte de ese fruto que el capitalista consume periódicamente o agrega a su fondo de consumo. Mantengo ese doble sentido porque armoniza con el uso de los economistas ingleses y franceses.

[i] i En la 3ª y 4ª ediciones figura, en vez de los dos párrafos precedentes, el siguiente texto: "Dada la masa del plusvalor, una de esas partes será tanto mayor cuanto menor sea la otra. Suponiendo que todas las demás circunstancias se mantengan iguales, la magnitud de la acumulación será lo que determine la proporción en que se verifica esa división. Pero el que ejecuta la división es el propietario del plusvalor, el capitalista. La misma, pues, es un acto de su voluntad. De la parte que acumula del tributo recaudado por él se dice que la ahorra porque no la devora íntegramente, o sea porque ejerce su función de capitalista, a saber: enriquecerse".

[19] [211] Ninguna fecha no tiene. --En "Die Polendebatte in Frankfurt", serie de artículos publicada por la "Neue Rheinische Zeitung" en agosto-setiembre de 1848, Marx y Engels se refieren al discurso que pronunciara en la Asamblea Nacional de Francfort, el 31 de agosto de ese año, el terrateniente silesio Felix Maria von Lichnowski. En un alemán más bien heterodoxo (cuya sintaxis reconstruimos aproximadamente en la versión española de aquella expresión) el representante silesio se pronunció contra el derecho de Polonia a la existencia, derecho histórico que, dijo, "ninguna fecha no tiene": "un derecho mayor" (el de los alemanes) "podría reivindicar" siempre, según Lichnowski, una fecha anterior de ocupación del territorio polaco. (Cfr. MEW, t. V, pp. 351-353).-- 731.

[j] j En lugar de la frase precedente, en la 3ª y 4ª ediciones figura este pasaje: "Pero lo que en éste se manifiesta como manía individual, es en el capitalista el efecto del mecanismo social, en el que dicho capitalista no es más que una rueda del engranaje. Por lo demás, el desarrollo de la producción capitalista vuelve necesario un incremento continuo del capital invertido en una empresa industrial, y la competencia impone a cada capitalista individual, como leyes coercitivas externas, las leyes inmanentes del modo de producción capitalista. Lo constriñe a expandir continuamente su capital para conservarlo, y no es posible expandirlo sino por medio de la acumulación progresiva".

[20] 34 En la forma arcaica aunque constantemente renovada del capitalista, o sea en el usurero, Lutero expone con sumo acierto la pasión de dominio como elemento del afán de enriquecerse. "Los paganos pudieron llegar a la conclusión, especulando racionalmente, de que un usurero era un cuádruple ladrón y asesino. Pero nosotros los cristianos los honramos a tal punto, que casi los adoramos por su dinero... Quien chupa, roba y quita el alimento a otro, comete un asesinato tan grande (en lo que de él depende) como el que lo hace morir de hambre o lo arruina por completo. Pero eso es lo que hace un usurero, y se repantiga muy seguro en su silla, cuando más bien debería colgar de la horca y ser comido de tantos cuervos como gúldenes ha robado, si fuera posible que tuviese tanta carne como para que tantos cuervos pudieran desmenuzarla y repartírsela. Mientras, se cuelga a los ladronzuelos... A los ladrones pequeños los ponen en el cepo; los ladrones grandes se pavonean vestidos de seda y oro... De manera, pues, que no hay sobre la tierra mayor enemigo del hombre (después del diablo), que un avaro y usurero, pues éste quiere ser Dios sobre todos los hombres. Turcos, guerreros y tiranos son también hombres malvados, pero se ven obligados a dejar vivir a la gente y a confesar que son malvados y enemigos. Y alguna vez que otra pueden, e incluso deben, apiadarse de alguien. Pero un usurero y avariento querría que todo el mundo muriese de hambre y de sed, de pena y de miseria, si por él fuera, a fin de poseerlo todo él solo y que todos lo recibieran como a un dios y fueran eternamente sus siervos. Vestir suntuosos mantos, ostentar cadenas y anillos de oro, limpiarse el hocico y que los consideren y reverencien como varones caritativos y piadosos... La usura es un monstruo grande y descomunal, cual un ogro que todo lo devasta, más que ningún Caco, Gerión o Anteo. Y sin embargo se acicala y quiere pasar por piadosa y que no se vea adónde van a parar los bueyes que mete a reculones en su guarida. Pero Hércules habrá e oír el bramido de los bueyes y la grita de los prisioneros y buscará a Caco entre peñas y quebradas y liberará del malvado a los bueyes {212}. Pues Caco significa un malvado que es un piadoso usurero que arrebata, roba y devora todo. Y pretende no haber hecho nada, y nadie debe descubrirlo, porque por las huellas de los bueyes metidos a reculones en su guarida, parece que los ha soltado. El usurero, pues, quiere embaucar al mundo, como si él fuera útil y diera al mundo bueyes, cuando no hace más que atraparlos y devorarlos... Y si se somete al suplicio de la rueda y se decapita a los salteadores de caminos, a los asesinos y bandidos, cuánto más habría que imponer ese tormento y sangrar a todos los usureros... cazarlos, anatematizarlos y decapitarlos." (Martin Luther, "An die Pfarrherrn"...)

21 [212] Caco, probablemente un viejo dios del fuego al que se había rendido culto en el monte Palatino, en una leyenda tardía del ciclo de Hércules es apenas un semihombre, un monstruo que roba a aquél algunos de los toros y terneras robados, a su vez, por el héroe a Gerión (véase Virgilio, "Eneida", VIII, 192 y ss.). Gerión era un gigante de tres cuerpos, al que Hércules dio muerte y despojó de su ganado. El gigante libio Anteo, hijo de la Tierra (la creencia de que recuperaba sus fuerzas al ser derribado y entrar en contacto con su madre parece ser una incorporación tardía al mito), también fue muerto por Hércules.-- 732.

[22] [213] "Enternecimiento humano" --según el poema de Schiller, "La fianza", verso 132-- es el que experimenta el tirano de Siracusa, Dionisio, cuando comprueba hasta qué punto los amigos Damón y Fintias están dispuestos a sacrificar la vida uno por el otro.-- 733.

[23] [214] Su propio Adán, esto es, él mismo. En la versión francesa de uno de estos pasajes agrega Marx: "su carne". Véase nuestra nota 56.-- 706; 733; 738.

[24] [215] "[exclamdown]Dos almas moran, ay, en mi pecho y una quiere divorciarse de la otra!" --Goethe, "Faust", parte I, "Ante la puerta". Goethe parafrasea a un autor cuya influencia sobre el gran escritor alemán había subrayado Marx (en carta a Engels del 3 de mayo de 1854, MEW, t. XXVIII, p. 356), Calderón: "¿Qué es eso, cielos? ¿Hay dos corazones en mi pecho? ¿Hay en mí dos albedríos, dos almas?" ("Los empeños de un acaso", jornada I.).-- 706; 733.

[k] k 0,57 litros, aproximadamente.

[25] 35 Dr. Aikin, "Description of the Country from 30 to 40 miles round Manchester", Londres, 1795, pp. 181, 182 y ss., 188.

[26] [216] [exclamdown]He allí a Moisés y los profetas!. --Vale decir: [exclamdown]eso es lo esencial, el precepto al que hay que atenerse! La expresión procede del "Evangelio de Lucas", XVI, 29-31: desde el infierno el rico pide que Lázaro, que está en el cielo, prevenga a los hermanos del primero acerca del terrible futuro que les aguarda si siguen viviendo en el pecado, a lo que responde Abraham: "A Moisés y los profetas tienen; óiganlos. [...] Si no oyen a Moisés y los profetas tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos".-- 735; 963.

[27] 36 A. Smith, "Wealth of Nations", lib. II, cap. III, o. 367.

[28] 37 Incluso Jean-Baptiste Say dice: "Los ahorros de los ricos se efectúan a costa de los pobres" {217}. "El proletario romano vivía casi enteramente a costa de la sociedad... Casi se podría decir que la sociedad moderna vive a expensas de los proletarios, de la parte que les descuenta de la retribución de su trabajo". (Sismondi, "Études...", t. I, p. 24.)

29 [217] (W) J. B. Say, "Traité d'économie politique", 5ª ed., t. I, París, 1826, pp. 130-131.-- 735.

[30] 38 Malthus, "Principles...", pp. 319, 320.

[31] [218] La palabra hebrea shibboleth (espiga) se usa aquí en el sentido de "consigna", "santo y seña". Según la Biblia ("Jueces", XII, 5-6), los galaaditas, tras derrotar a los efraimitas se apostaron en los vados del Jordán; para distinguir de los hombres de su propia tribu a sus enemigos en fuga, obligaban a todo el que quería pasar a decir shibboleth. Los efraimitas, que no sabían pronunciar el sonido sh, decían sibboleth y eran degollados.-- 736.

[32] 39 "An Inquiry into those Principles Respecting the Nature of Demand...", p. 67.

[33] 40 Ibídem, p. 59.

[34] [219] La revolución del 27-29 de julio de 1830 derrocó a Carlos X, que con sus intentos de restaurar la monarquía absoluta se había vuelto intolerable para la burguesía, y puso en el trono de Francia a Luis Felipe, el "rey burgués".-- 736.

[35] 41 Senior, "Principes fondamentaux de l'économie politique", trad. Arrivabene, París, 1836, p. 309. Esta afirmación, sin embargo, les resultó un poco excesiva a los partidarios de la vieja escuela clásica. "El señor Senior ha sustituido la expresión trabajo y capital por la expresión trabajo y abstinencia... Abstinencia es mera negación. No es la abstinencia, sino el uso del capital empleado productivamente lo que constituye la fuente de la ganancia" {220} (John Cazenove, notas a las "Definitions...", de Malthus, p. 130, nota.) El señor John Stuart Mill, por el contrario, extracta por una parte la teoría ricardiana de la ganancia y por otra se anexa la "remuneration of abstinence" [remuneración de la abstinencia] postulada por Senior. En la misma medida en que le es ajena la "contradicción" hegueliana, fuente de toda dialéctica, Mill se siente como un pez en el agua en medio de las contradicciones más vulgares.

 

[36] [220] En TI 596 la cita se presenta así: "<<EI señor Senior la ha sustituido>> (la expresión trabajo y ganancia) <<por la expresión trabajo y abstinencia. Quien convierte su rédito se abstiene del disfrute que le proporcionaría gastarlo. No es el capital, sino el uso productivo del capital lo que constituye la causa de las ganancias>>".-- 737.

37 [221] (W) La fórmula "determinatio est negatio" figura en una carta de Spinoza del 2 de junio de 1674 a una persona innominada (véase la correspondencia de Baruch Spinoza, carta 50), donde se la emplea en el sentido de "delimitación o determinación es negación". Encontramos la fórmula "omnis determinatio est negatio", y su interpretación en el sentido de "toda determinación es negación", en las obras de Hegel, a través de las cuales dicha fórmula obtuvo amplia difusión. (Véase "Enzyklopädie der philosophischen Wissenschaften", parte I, SS 91, agregado; "Die Wissenschaft der Logik, libro I, primera sección, cap. II, b; "Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie, parte I, primera sección, cap. I, parágrafo sobre Parménides.).-- 737.

[38] 42 Senior, op. cit., p. 342.

[39] 43 "Nadie... sembraría su trigo, por ejemplo, y lo dejaría permanecer doce meses en la tierra, ni dejaría durante años su vino en una bodega, en vez de consumir inmediatamente esas cosas o su equivalente, si no confiara en obtener un valor adicional, etc." (Scrope, "Political Economy", ed. por A. Potter, Nueva York, 1841, p. 133.) {222}

40 [222] (W) Se cita aquí el libro de Potter, "Political Economy: its Objects, Uses and Principles, Nueva York, 1841. Como se desprende de la introducción, gran parte del libro es, en lo esencial, una reimpresión de los primeros diez capítulos de la obra de Scrope, "Principles of Political Economy", publicada en Inglaterra en 1833. Potter introdujo en el texto algunas variantes.-- 738.

[41] [214] Su propio Adán, esto es, él mismo. En la versión francesa de uno de estos pasajes agrega Marx: "su carne". Véase nuestra nota 56.-- 706; 733; 738.

[42] 44 "La privación que se impone el capitalista al prestar" (este eufemismo se usa, conforme a la receta más socorrida de la economía vulgar, para identificar al asalariado, a quien explota el capitalista industrial, con el capitalista mismo, que obtiene dinero del capitalista prestamista) "sus instrumentos de producción al trabajador en vez de destinar el valor a su uso personal, transformándolo en objetos útiles o de placer." (G. de Molinari, Études économiques", p. 36.)

[43] [223] Visnú (Vishnú, en sánscrito "el que penetra" o "el que trabaja"). Dialécticamente opuesto y asociado a Brahma, el creador, y Siva, el destructor, Visnú es el principio conservador de la trimurti o trinidad india. Su culto incluye distintos tipos de automortificación.-- 738.

[44] 45 "La conservation d'un capital exige... un effort... constant pour résister à la tentation de le consommer." (Courcelle-Seneuil, "Traité théorique...", p. 57.)

45 46 "Las diversas clases de ingreso que contribuyen de la manera más abundante al progreso del capital nacional, cambian en diferentes fases de su desarrollo y difieren enteramente, por tanto, en naciones que ocupan posiciones diferentes en ese desarrollo... Las ganancias... una fuente poco importante de acumulación en los estadios primitivos de la sociedad, si se las compara con los salarios y rentas... Cuando se ha operado efectivamente un avance considerable en las fuerzas de la industria nacional, las ganancias aumentan su importancia relativa como fuente de acumulación." (Richard Jones, "Text-book...", pp. 16, 21.)

[l] l En la 3ª y 4ª ediciones: "en el Colegio de Haileybury, Indias Orientales".

[46] [224] En TI 598, "rédito" en vez de "rédito ajeno".-- 739.

[47] 47 Ibídem, p. 36 y s. {F. E. Agregado a la 4ª edición . Seguramente se trata de un error; la cita no ha sido localizada (b).}

 

m m En la 4ª edición, "magnitud", etc., está después de "diferencia creciente", etcétera.

[n] n En lugar de esta frase y del párrafo precedente, dice así en la 3ª y 4ª ediciones: "Si suponemos como dada la proporción en que el plusvalor se divide en capital y rédito, es obvio que la magnitud del capital acumulado se regirá por la magnitud absoluta del plusvalor. Supongamos que se capitalice el 80 % y se consuma el 20 %; el capital acumulado ascenderá a [sterling] 2.400 o a [sterling] 1.200 según el plusvalor global haya sido de [sterling] 3.000 ó de 1.500. Por consiguiente, todas las circunstancias que determinan la masa del plusvalor, contribuyen a determinar la magnitud de la acumulación. Resumimos aquí, una vez más, esas circunstancias, pero sólo en la medida en que ofrecen, con respecto a la acumulación, nuevos puntos de vista.

48 48 "Ricardo afirma: <<En diferentes estadios de la sociedad la acumulación de capital o los medios de emplear trabajo>>" (es decir, de explotarlo) "<<es más o menos rápida, y depende necesariamente, en todos los casos, de las fuerzas productivas del trabajo. Éstas, en general, alcanzan su nivel máximo cuando existe abundancia de tierra fértil.>> Si en esta frase <<fuerzas prodructivas del frabajo>> significa la pequeñez de esa parte alícuota de cada producto que toca a aquellos cuyo trabajo manual lo produce, la frase es tautológica, porque la parte restante es el fondo a partir del cual se puede acumular capital, si a su propietario le place (if the owner pleases). Pero esto no suele ocurrir allí donde existe la tierra más fértil." ("Observations on Certain Verbal Disputes...", página 74.)

[o] o En la 3ª y 4ª ediciones en lugar de las tres frases precedentes figura este texto: "La reducción violenta del salario por debajo de este valor, sin embargo, desempeña un papel demasiado importante en el movimiento práctico como para no detenernos en ella un momento. Dicha reducción transforma de hecho, dentro de ciertos límites, el fondo para el consumo necesario del obrero en fondo para la acumulación del capital".

[p] p En la 4ª edición no figuran las palabras "junto a la maquinaria misma" {225}.

49 [225] El arreglo de la cuarta edición hace que la traducción alemana del texto de Mill difiera ligeramente de su original inglés (tal como aparece en TI 600), donde figuran las palabras suprimidas por Engels: "along with the tools themselves".-- 741.

[50] 49 John Stuart Mill, "Essays on Some Unsettled Questions...", pp. 90, 91.

[51] 50 "An Essay on Trade and Commerce...", p. 44. De manera análoga, el "Times" de diciembre de 1866 y enero de 1867 publicó las efusiones sentimentales de ciertos propietarios ingleses de minas, con respecto a la feliz situación de los mineros belgas; éstos ya no exigían ni obtenían más que lo estrictamente necesario para vivir al servicio de sus "masters" [patrones]. Los obreros belgas tienen mucho que soportar, [exclamdown]pero de ahí a que el "Times" los presente como trabajadores modelos!... A principios de febrero de 1867 la huelga de los mineros belgas (en Marchienne), aplastada por la pólvora y el plomo, dio una respuesta al periódico inglés.

[52] 51 Ibídem, pp. 44, 46.

[53] 54 El fabricante de Northamptonshire incurre en un pia fraus [fraude piadoso], que la fogosidad de su corazón vuelve disculpable. Presuntamente compara la vida de los obreros manufactureros ingleses con la de los franceses, pero lo que describe en las frases recién citadas es, como él mismo lo confiesa irreflexivamente más adelante, [exclamdown]la condición de los obreros agrícolas franceses!

[54] 53 Ibídem, pp. 70, 71. Nota a la 3ª edición. Hoy en día, gracias a la competencia que desde entonces se ha instaurado en el mercado mundial, hemos efectuado considerables progresos en esa dirección. "Si China", explica el parlamentario Stapleton a sus electores, "se convirtiera en un gran país industrial, no veo cómo la población obrera de Europa podría hacer frente a ese desafío sin descender al nivel de sus competidores." ("Times", 3 de setiembre de 1873.) No los salarios continentales, oh no, sino los salarios chinos: he ahí el objetivo que actualmente se ha fijado el capital.

[55] 54 Benjamin Thompson, "Essays, Political, Economical, and Philosophical...", 3 vols., Londres, 1796-1802, vol. I, p. 294. En su obra "The State of the Poor...", sir Frederic Morton Eden recomienda encarecidamente la menesterosa sopa rumfordiana a los directores de hospicios y, con el ceño fruncido, hace presente a los obreros ingleses que "entre los escoceses hay muchas familias que en lugar de alimentarse con trigo, centeno y carne, viven durante meses y además muy confortablemente (and that very comfortably too) comiendo papillas de avena y harina de cebada a la que sólo se le ha añadido sal y agua". (Ibídem, vol. I, lib. II, cap. II, p. 503.) {226} "Advertencias" similares se han formulado en el siglo XIX. "Los obreros agrícolas ingleses", se dice, por ejemplo, "rehúsan comer mezclas de cereales de tipo inferior. En Escocia, donde la gente recibe una educación más esmerada, probablemente no se conozca este prejuicio." (Charles H. Parry, M. D., "The Question of the Necessity of the Existing Cornlaws Considered", Londres, 1816, p. 69.) Este mismo Parry, sin embargo, se queja de que el obrero inglés sea ahora (1815) mucho más enclenque que en tiempos de Eden (1797).

56 [226] Cfr. con la definición de avena en el Dictionary of the English Language del doctor Johnson, publicado en 1755: "Un cereal que en Inglaterra generalmente se les da a los caballos, pero que en Escocia alimenta a la gente".-- 743.

[57] 55 De los informes de la última comisión investigadora parlamentaria sobre la adulteración de víveres se desprende que incluso la falsificación de las sustancias medicamentosas no constituye en Inglaterra la excepción, sino la regla. El análisis, por ejemplo, de 34 muestras de opio adquiridas en otras tantas farmacias londinenses, arrojó el resultado de que 31 estaban adulteradas con cáscaras de adormidera, harina de trigo, mucílago de goma, arcilla, arena, etc. Muchas no contenían un solo átomo de morfina.

58 [175] Alusión al personaje shakespiriano Dogberry (véase vol. I, p. 102); el término se usa para designar a un funcionario ignorante y fatuo.-- 518; 744.

[q] q 3,941 Kg.

[59] 56 G. L. Newnham (barrister at law), "A Review of the Evidence before the Committees of the two Houses of Parliament on the Cornlaws", Londres, 1815, p. 20, nota.

[60] 57 Ibídem, pp. 19, 20.

[61] 58 Ch H. Parry, "The Question of the Necessity...", pp. 77, 69. Los señores terratenientes, por su parte, no sólo se "indemnizaron" por la guerra antijacobina {220}, que llevaron a cabo en nombre de Inglaterra, sino que se enriquecieron enormemente. "Sus rentas se duplicaron, se triplicaron, se cuadruplicaron y, en casos excepcionales, se sextuplicaron en 18 años." (Ibídem, pp. 100, 101.)

62 [200] Guerra antijacobina. --En la versión francesa (TFA 493) Marx atribuye la autoría de esa expresión al escritor y líder radical y obrerista William Cobbett (1762-1835): "antijacobin war, tal es el nombre dado por William Cobbett a la guerra contra la Revolución Francesa".-- 678; 745; 842; 939.

[r] r En la 3ª y 4ª ediciones se agrega: "(véase el cap. XV, 8, c)".

[s] s En la 3ª y 4ª ediciones los dos párrafos precedentes se sustituyen por este texto: "Aunque en todos los ramos industriales la parte del capital constante compuesta de medios de trabajo tiene que bastar para emplear a cierto número de obreros, determinado por la magnitud de la inversión, de ninguna manera es necesario que esa parte crezca siempre en la misma proporción en que lo hace la cantidad de trabajo ocupado. Supongamos que en una fábrica 100 obreros proporcionan, laborando 8 horas, 800 horas de trabajo. Si el capitalista quiere aumentar en la mitad esa suma, puede emplear 50 obreros más, pero entonces se verá obligado a adelantar un nuevo capital, no sólo para salarios, sino también para medios de trabajo. Sin embargo, puede hacer que los 100 obreros antiguos trabajen 12 horas en vez de 8, en cuyo caso le bastará con los medios de trabajo ya existentes; ocurrirá, tan sólo, que éstos se desgastarán con mayor rapidez. De esta manera, el trabajo adicional generado por una mayor tensión de la fuerza de trabajo puede acrecentar el plusproducto y el plusvalor, esto es, la sustancia de la acumulación, sin un incremento proporcional de la parte constante del capital.

"En la industria extractiva, por ejemplo en las minas, las materias primas no forman parte del adelanto de capital. El objeto de trabajo no es aquí producto del trabajo precedente, sino gratuito obsequio de la naturaleza. Así ocurre con los minerales metalíferos, los minerales en general, la hulla, la piedra, etc. El capital constante se compone aquí casi exclusivamente de medios de trabajo que pueden tolerar, muy fácilmente, una cantidad de trabajo acrecentada (turnos diurno y nocturno de obreros, por ejemplo). Pero si todas las demás circunstancias son iguales, la masa y el valor del producto alimentarán en razón directa del trabajo empleado. Como en el primer día de la producción, convergen aquí el hombre y la naturaleza, esto es, los creadores originarios del producto, y por tanto los creadores también de los elementos materiales dl capital. Gracias a la elasticidad de la fuerza de trabajo, el dominio de la acumulación se ha ensanchado sin que se operara un incremento previo del capital constante.

"En la agricultura es imposible expandir la tierra cultivada sin un adelanto de simientes y abono adicionales. Pero una vez efectuado ese adelanto, el laboreo puramente mecánico del suelo ejerce un efecto prodigioso sobre el carácter masivo del producto. De esta manera, una cantidad mayor de trabajo, suministrada por el mismo número de obreros, acrecienta la fertilidad sin exigir un nuevo adelanto de medios de trabajo. Se trata aquí, una vez más, de la acción inmediata del hombre sobre la naturaleza, acción que deviene, sin injerencia de un nuevo capital, en fuente directa de una mayor acumulación.

"Por último, en la industria propiamente dicha todo gasto adicional de trabajo presupone el correspondiente gasto adicional de materias primas, pero no necesariamente de medios de trabajo. Y como la industria extractiva y la agricultura suministran a la industria fabril sus propias materias primas y las de sus medios de trabajo, ésta se beneficia también con el suplemento de productos creado por aquéllas sin necesidad de ningún capital suplementario o adicional.

"Resultado general: el capital, al incorporarse los dos creadores originarios de la riqueza la fuerza de trabajo y la tierra , adquiere una fuerza expansiva que le permite extender los elementos de su acumulación más allá de los límites aparentemente fijados por su propia magnitud, límites trazados por el valor y la masa de los medios de producción ya producidos en los que el capital tiene su existencia.

[t] t En la 3ª y 4ª ediciones: "no sólo el número de las materias útiles y las aplicaciones útiles de los materiales ya conocidos."

[u] u En la 3ª y 4ª ediciones se lee: "la ciencia y la técnica constituyen".

[v] v El texto de este párrafo, hasta aquí, es sustituido en la 3ª y 4ª ediciones por el siguiente: "El trabajo transfiere al producto el valor de los medios de producción consumidos por él. Por otra parte, el valor y la masa de los medios de producción puestos en movimiento por una cantidad de trabajo dada, se acrecientan a medida que el trabajo se vuelve más productivo. Por tanto, aunque la misma cantidad de trabajo agregue siempre a sus productos la misma suma de valor nuevo, al aumentar la productividad del trabajo se acrecienta, sin embargo, el valor antiguo de capital que aquella cantidad de trabajo transfiere simultáneamente a los productos.

[63] 59 Frierich Engels, "Die Lage...", p. 20.

[64] 60 A causa de su análisis defectuoso del proceso de trabajo y de valorización, la economía clásica nunca ha comprendido debidamente este importante elemento de la reproducción, como puede verse, pongamos por caso, en Ricardo. Dice éste, por ejemplo: sean cuales fueren los cambios experimentados por la fuerza productiva, "un millón de hombres siempre produce en las fábricas el mismo valor". Cuando la extensión y el grado de intensidad de su trabajo están dados, esto es cierto. Pero ello no impide, y Ricardo lo pasa por alto en algunas de sus conclusiones, que un millón de hombres, cuando difiere la fuerza productiva de su trabajo, transforme en producto masas muy diferentes de medios de producción; conserve, por tanto, masas de valor muy diferentes en su producto y, en consecuencia, que sean muy diferentes los valores de los productos que, suministra. Ricardo, dicho sea de pasada, procura en vano, valiéndose de ese ejemplo, explicarle a Jean-Baptiste Say la diferencia entre valor de uso (que aquí denomina wealth, riqueza material) y valor de cambio. Say responde: "En cuanto a la dificultad alegada por el señor Ricardo cuando dice que gracias a procedimientos mejores un millón de personas pueden producir dos, tres veces más riqueza sin producir por ello más valor, esta dificultad deja de serlo cuando se considera, como es debido, que la producción es un intercambio en el cual se dan los servicios productivos del trabajo propio, de la tierra y los capitales propios, para obtener productos. Mediante estos servicios productivos adquirimos todos los productos que existen en el mundo [...]. Ahora bien... somos tanto más ricos, nuestros servicios productivos tienen tanto más valor, cuanto mayor cantidad de cosas útiles obtengan en el intercambio denominado producción". (J. B. Say, "Lettres à M. Malthus", París, 1820, pp. 168, 169.) La "difficulté" existente para él, no para Ricardo que Say debe explicar es: ¿por qué no aumenta el valor de los valores de uso cuando su cantidad, a causa de unamayor productividad del trabajo, se acrecienta? Respuesta: la dificultad se resuelve denominando, gentilmente, valor de cambio al valor de uso. El valor de cambio es una cosa que one way or another [de una u otra manera], está vinculada con el intercambio. Llamemos entonces a la producción "intercambio" de trabajo y de medios de producción por el producto, y es claro como el agua que se obtendrá tanto más valor de cambio cuanto más valor de uso le suministre a uno la producción. En otras palabras: cuantos más valores de uso, por ejemplo medias, suministre una jornada laboral al fabricante de medias, éste será tanto más rico en medias. Súbitamente a Say se le ocurre, sin embargo, que "con la mayor cantidad" de las medias su "precio" (que, naturalmente, nada tiene que ver con el valor de cambio) disminuye, "porque la competencia los obliga" (a los productores) "a entregar los productos por lo que cuestan". ¿Pero de dónde proviene entonces la ganancia, si el capitalista vende las mercancías al precio que le cuestan? Never mind [no importa]. Say declara que a causa de la mayor productividad, cada uno recibe, a cambio del mismo equivalente, dos pares de medias, en lugar de uno como antes, etc. El resultado al que arriba es precisamente la tesis de Ricardo que él pretendía refutar. Luego de este imponente esfuerzo mental, Say apostrofa triunfalmente a Malthus: "Tal es, señor, la doctrina bien fundada sin la cual es imposible, afirmo, explicar las mayores dificultades de la economía política, y en particular cómo puede ocurrir que una nación sea más rica cuando sus productos disminuyen de valor, pese a que la riqueza sea valor". (Ibídem, p. 170.) Un economista inglés, refiriéndose a artilugios similares en las "Lettres" de Say, observa lo siguiente: "Estas afectadas maneras de charlar (those affected ways of talking) constituyen en conjunto lo que el señor Say gusta de llamar su doctrina, doctrina que recomienda encarecidamente a Malthus que enseñe en Hertford, tal como ocurr ya <<en varias partes de Europa>>. Dice Say: <<Si usted encuentra un aspecto paradojal en todas estas proposiciones, examine las cosas que expresan, y me atrevo a creer que le parecerán muy simples y sumamente razonables>>. Sin duda, y a consecuencia del mismo proceso aparecerán como cualquier cosa menos originales o importantes". ("An Inquiry into those Principles Respecting the Nature of Demand...", p. 110.)

[65] 61 En el libro tercero veremos cómo la tasa media de ganancia correspondiente a esferas de producción diferentes, no se ve afectada por la división del capital característica de cada una de las mismas en sus elementos constante y variable. Veremos, asimismo, cómo este fenómeno sólo en apariencia contradice las leyes ya examinadas sobre la naturaleza y producción del plusvalor (a).

 

[w] w Párrafo suprimido en la 3ª y 4ª ediciones.

[x] x En la 3ª y 4ª ediciones se agrega: "(interés, beneficio, etc.)".

66 62(b) MacCulloch patentó su "salario del trabajo pretérito" mucho antes que Senior obtuviera la patente correspondiente al "salario de la abstinencia".

 

[y] y En la 3ª y 4ª ediciones se agrega este párrafo: "Dado el grado de explotación a que se somete la fuerza de trabajo, la masa del plusvalor se determina por el número de obreros explotados simultáneamente, número que corresponde, aunque en proporción variable, a la magnitud del capital. Cuanto más crezca el capital por medio de acumulaciones sucesivas, pues, tanto más crecerá también la suma de valor que se escinde en fondo de consumo y fondo de acumulación. El capitalista, por tanto, puede vivir más pródigamente y al mismo tiempo <<abstenerse>> más. Y, por último, todos los resortes de la producción funcionan tanto más enérgicamente, cuanto más se amplía su escala al aumentar la masa del capital adelantado".

[67] 63(a) Cfr., entre otros trabajos, Jeremy Bentham, "Théorie de peines et des récompenses", trad. de E. Dumont, 3ª ed., París, 1826 t. II, lib. IV, cap. II.

 

[68] [227] Martin Tupper (1810-1889), objeto de la cordial aversión de Marx, publicó en 1838 la primera de las muchas ediciones de su "Proverbial Philosophy", caudaloso fárrago de lugares comunes desganadamente versificados (en la versión francesa Marx habla de la "prosa rimada" de este prosaico poeta) y presuntamente edificantes. Ejemplo: "Un libro es el mejor de los amigos, hoy y siempre".-- 755.

[69] 1 64(b) Jeremy Bentham es un fenómeno puramente inglés. Aun sin exceptuar a nuestro filósofo Christian Wolf, en ninguna época y en ningún país se ha hecho nunca tal alarde, y con tanta autosatisfacción, del lugar común más adocenado. El principio de la utilidad no es ningún invento de Bentham. Éste se limita a reproducir sin ingenio alguno lo que Helvecio y otros franceses del siglo XVIII habían dicho ingeniosamente. Cuando se quiere saber, pongamos por caso, qué es útil para un perro, hay que escudriñar en la naturaleza canina. Es imposible construir esta naturaleza a partir del "principio de la utilidad". Aplicando esto al hombre, quien quisiera enjuiciar según el principio de la utilidad todos los hechos, movimientos, relaciones, etc., del hombre, debería ocuparse primero de la naturaleza humana en general y luego de la naturaleza humana modificada históricamente en cada época. Bentham no pierde tiempo en esas bagatelas. Con la aridez más ingenua parte del supuesto de que el filisteo moderno, y especialmente el filisteo inglés, es el hombre normal. Lo que es útil para este estrafalario hombre normal y para su mundo, es útil en sí y para sí. Conforme a esta pauta, entonces, Bentham enjuicia lo pasado, lo presente y lo futuro. La religión cristiana es "útil", por ejemplo, porque repudia religiosamente las mismas fechorías que el código penal condena jurídicamente. La crítica de arte es nociva, porque a la gente honesta le perturba su disfrute de Martin Tupper, etc. Nuestro buen hombre, cuya divisa es "nulla dies sine linea" [ningún día sin una pincelada] {228}, ha llenado con esa morralla rimeros de libros. Si yo tuviera la valentía de mi amigo Heinrich Heine, llamaría a don Jeremías un genio de la estupidez burguesa.

 

70 [228] Nulla dies sine linea (ningún día sin una pincelada, o sin un trazo). --Según Plinio el Viejo ("Historia natural", XXXV, 12) el pintor griego Apeles había adquirido la costumbre de no dejar pasar un solo día sin trabajar, aunque fuera poco, en su arte; el dicho proverbial se fundaría en ese hábito.-- 756.

[71] 65(a) "Los economistas se inclinan demasiado a considerar determinada cantidad de capital y determinada cantidad de obreros como si fueran instrumentos de producción dotados de fuerza uniforme y que operan con cierta intensidad uniforme... Los [...] que afirman [...] que las mercancías son los únicos agentes de la producción [...], demuestran que la producción nunca puede acrecentarse, ya que para que se opere ese acrecentamiento es necesario que previamente aumente la cantidad de medios de subsistencia, materias primas y herramientas, y esto, de hecho, significa sostener que ningún incremento de la producción puede tener lugar sin un incremento precedente, o, en otras palabras, que todo incremento es imposible." (S. Bailey, "Money and its Vicissitudes", pp. 58 y 70.) Bailey critica el dogma, principalmente, desde el punto de vista del proceso de circulación.

[72] 66(a) Dice John Stuart Mill en sus "Principtes of... [lib. II, capitulo I, SS 3]: "El producto del trabajo se divide hoy día en razón inversa al trabajo: la parte mayor toca a quienes nunca trabajan; la siguiente a aquellos cuyo trabajo es solamente nominal, y así, en escala decreciente, la remuneración se va encogiendo a medida que el trabajo se vuelve más duro y desagradable, hasta llegar al trabajo más repulsivo y agotador, que ni siquiera puede contar con la seguridad de obtener la satisfacción de sus necesidades vitales". Para evitar equívocos, dejemos constancia de que si bien cabe condenar a hombres como John Stuart Mill, etc., por la contradicción entre sus viejos dogmas económicos y sus tendencias modernas, sería extremadamente injusto confundirlos en un mismo montón con el rebaño de los apologistas económico-vulgares.

 

73 67(b) H. Fawcett, profesor de economía política en Cambridge: "The Economic Position of the British Labourer", Londres, 1865, página 120.

 

[74] 68(c) Recuerdo aquí al lector que he sido el primero en emplear las categorías de capital variable y capital constante. Desde Adam Smith, la economía política entremezcla confusamente las determinaciones contenidas en ellas con las diferencias formales, resultantes del proceso de circulación, entre el capital fijo y el circulante. Más detalles sobre el particular se expondrán en el libro segundo, segunda sección.

 

[75] 69(a) Fawcett, "The Economic Position...", pp. 123, 122.

 

[76] 70(b) Se podría decir que en Inglaterra no sólo se exporta anualmente capital, sino también, bajo la forma de la emigración, obreros. En el texto, sin embargo, no se hace referencia alguna al peculio de los emigrantes, que en gran parte no son obreros. Los hijos de los arrendatarios constituyen un considerable sector de los emigrantes. El pluscapital inglés enviado cada año al extranjero para ganar intereses, guarda una proporción incomparablemente mayor con la acumulación anual, que la emigración anual con el acrecentamiento experimentado año a año por la población.

 

[759] CAPITULO XXIII  

LA LEY GENERAL DE LA ACUMULACION CAPITALISTA

1. Demanda creciente de fuerza de trabajo, con la

acumulación, manteniéndose igual la composición del capital a

"Los numerosos capitales singulares invertidos en determinado ramo de la producción, presentan una composición que difiere de unos a otros en mayor o menor medida. La media de sus composiciones singulares nos da la composición del capital global en ese ramo de la producción. Finalmente, la media global de las composiciones medias de todos los ramos de la producción, arroja la composición del capital social de un país, y en lo sucesivo nos referiremos, en última instancia, únicamente a esta última."

El acrecentamiento del capital implica el incremento de su parte constitutiva variable, o sea de la que se convierte en fuerza de trabajo. Una parte del plusvalor transformado en pluscapital tiene que reconvertirse siempre en capital variable o fondo suplementario de trabajo. Si suponemos que, a condiciones en lo demás iguales, la composición del capital se mantiene inalterada, esto es, que para poner en movimiento determinada masa de medios de producción o capital constante se requiere siempre la misma masa de fuerza de trabajo, es evideate que la demanda de trabajo y el fondo de subsistencia de los obreros crecerán en proporción al capital, y tanto más rápidamente cuanto más rápidamente crezca éste. Como el capital [760] produce anualmente un plusvalor, una parte del cual se suma cada año al capital original; como este incremento mismo se acrecienta todos los años con el volumen creciente del capital que ya está en funciones, y finalmente, como bajo un acicate particular del afán de enriquecerse apertura, por ejemplo, de nuevos mercados, de esferas nuevas para la inversión de capital a causa de necesidades sociales recién desarrolladas, etc. la escala de la acumulación se puede ampliar súbitamente sólo con variar la distribución del plusvalor o del plusproducto en capital y rédito, cabe la posibilidad de que las necesidades de acumulación del capital sobrepujen el acrecentamiento de la fuerza de trabajo o del número de obreros, y de que la demanda de obreros supere su oferta, a raíz de lo cual los salarios pueden aumentar [b]. En Inglaterra resonaron quejas, sobre este particular, durante [c] toda la primera mitad del siglo XVIII. Las circunstancias más o menos favorables bajo las cuales se mantienen y multiplican los asalariados, [761] empero, no modifican en nada el carácter fundamental de la producción capitalista. Así como la reproducción simple reproduce continuamente la relación capitalista misma capitalistas por un lado, asalariados por la otra , la reproducción en escala ampliada, o sea la acumulación, reproduce la relación capitalista en escala ampliada: más capitalistas o capitalistas más grandes en este polo, más asalariados en aquél. Como vimos con anterioridad, la reproducción [d] de la fuerza de trabajo que incesantemente ha de incorporarse como medio de valorización al capital, que no puede desligarse de él y cuyo vasallaje con respecto al capital sólo es velado por el cambio de los capitalistas individuales a los que se vende, constituye en realidad un factor de la reproducción del capital mismo. Acumulación del capital es, por tanto, aumento del proletariado 1 e Nota 70 en la 3ª y 4ª ediciones..

La economía clásica comprendía tan cabalmente esta tesis, que Adam Smith, Ricardo, etc., como lo hemos mencionado anteriormente, llegaban incluso a identificar equivocadamente la acumulación con el consumo de toda la parte capitalizada del plusproducto por trabajadores productivos, o con su transformación en asalariados suplementarios. Ya en 1696 decía John Bellers: "Porque si alguien tuviera cien mil acres y otras tantas libras en dinero y otras tantas cabezas de ganado, ¿qué sería ese hombre [762] rico, sin trabajadores, sino él mismo un trabajador? Y así como los trabajadores hacen ricos a los hombres, cuanto más trabajadores, habrá tanto más ricos... El trabajo de los pobres es la mina de los ricos" [2] f Nota 71 en la 3ª y 4ª ediciones.. Y así se expresaba Bernard de Mandeville a comienzos del siglo XVIII: "Donde la propiedad está suficientemente protegida, sería más fácil vivir sin dinero que sin pobres, ¿porque quién haría el trabajo?... Así como se debe velar para que los pobres no mueran de hambre, no debieran recibir nada que valga la pena ahorrar. Si de tanto en tanto una persona de la clase más baja, gracias a una diligencia extraordinaria y apretarse el cinturón, se eleva sobre la condición en que se crió, nadie debe impedírselo: no puede negarse que el plan más sabio para todo particular, para cada familia en la sociedad, consiste en ser frugal; pero a todas las naciones ricas les interesa que la parte mayor de los pobres nunca esté inactiva y, sin embargo, que gasten continuamente lo que perciben... Los que se ganan la vida con su trabajo diario [...] no tienen nada que los acicatee para ser serviciales salvo sus necesidades, que es prudente mitigar, pero que sería insensato curar. La única cosa que puede hacer diligente al hombre que trabaja es un salario moderado: si fuera demasiado pequeño lo desanimaría o, según su temperamento, lo empujaría a la desesperación; si fuera demasiado grande, se volvería insolente y perezoso... De lo que hasta ahora hemos expuesto, se desprende que en una nación libre, donde no se permite tener esclavos, la riqueza más segura consiste en una multitud de pobres laboriosos. Porque además de ser la fuente inagotable de las armadas y los ejércitos, sin ellos no habría ningún disfrute y ningún producto del país sería valorizable. Para hacer feliz a la sociedad" (que, naturalmente, se compone de no trabajadores) "y para contentar al pueblo aun en su mísera situación, es necesario que la gran mayoría siga siendo tan ignorante como pobre 3. El conocimiento amplía y multiplica nuestros deseos, y cuanto menos desea [763] un hombre tanto más fácilmente pueden satisfacerse sus necesidades" [4] g Nota 72 en la 3ª y 4ª ediciones. 5. Lo que Mandeville, hombre honesto y lúcido, no comprende aún es que el propio mecanismo del proceso de acumulación, al acrecentar el capital, aumenta la masa de los "pobres laboriosos", esto es, de los asalariados que transforman su fuerza de trabajo en fuerza creciente de valorización al servicio del creciente capital, y que por tanto se ven obligados a perpetuar la relación de dependencia que los liga a su propio producto, personificado en el capitalista. Refiriéndose a esa relación de dependencia, observa sir Frederic Morton Eden en su "Situación de los pobres, o historia de la clase trabajadora de Inglaterra": "Nuestra zona exige trabajo para la satisfacción de las necesidades, y por ello es necesario que por lo menos una parte de la sociedad trabaje infatigablemente... Hay quienes no trabajan y que, sin embargo, tienen a su disposición los productos de la diligencia. Pero eso se lo tienen que agradecer estos propietarios, únicamente, a la civilización y al orden; son criaturas puras y simples de las instituciones civiles 6 h Nota 73 en la 3ª y 4ª ediciones. 7. Éstas, en efecto, han reconocido que también se puede adquirir los frutos del trabajo de otra manera que por el trabajo. [...] Las personas de posición independiente [...] deben su fortuna casi exclusivamente al trabajo de otros [...], no a su capacidad personal, que en absoluto es mejor que la de los demás; no es la [764] posesión de tierras y dinero, sino el poder disponer del trabajo (the command of labour) lo que distingue a los ricos de los pobres... Lo que conviene a los pobres no es una situación abyecta o servil, sino una relación de dependencia aliviada y liberal (a state of easy and liberal dependence) y a los propietarios influencia y autoridad suficientes sobre los que [...] trabajan para ellos... Tal relación de dependencia, como lo sabe todo el que conozca la naturaleza humana [...], es necesaria para la comodidad del obrero mismo" [8] i Nota 74 en la 3ª y 4ª ediciones.. [9] Eden, anotémoslo de pasada, es el único discípulo de Adam Smith que durante el siglo XVIII efectuó algunas contribuciones de importancia [10] m En la 3ª y 4ª ediciones se agrega: "La gran polvareda levantada por este panfleto obedeció únicamente a intereses de partido. La Revolución Francesa había encontrado defensores apasionados en el reino británico; el <<principio de la población>>, gestado lentamente en el siglo XVIII y luego, en medio de una gran crisis social, anunciado con bombos y platillos como el antídoto infalible contra las doctrinas de Condorcet y otros, fue saludado jubilosamente por la oligarquía inglesa como el gran exterminador de todas las veleidades de un mayor progreso humano. Maravillado por su propio éxito, Malthus se dedicó entonces a embutir en el viejo esquema materiales compilados despreocupadamente y a añadir algunas cosas nuevas, pero no descubiertas sino simplemente anexadas por él". 11 12.

[765] Bajo las condiciones de la acumulación supuestas hasta aquí las más favorables a los obreros , su relación de dependencia con respecto al capital reviste formas tolerables o, como dice Eden, "aliviadas y liberales". En vez de volverse más intensa a medida que se acrecienta el capital, [766] esa relación de dependencia sólo aumenta en extensión; es decir, la esfera de explotación y dominación del capital se limita a expandirse junto a las dimensiones de éste y el número de sus súbditos. Del propio plusproducto creciente de éstos, crecientemente transformado en pluscapital, fluye hacia ellos una parte mayor bajo la forma de medios de [767] pago, de manera que pueden ampliar el círculo de sus disfrutes, dotar mejor su fondo de consumo de vestimenta, mobiliario, etc., y formar un pequeño fondo de reserva en dinero. Pero así como la mejora en la vestimenta, en la alimentación y el trato, o un peculio [13] mayor, no abolían la relación de dependencia y la explotación del esclavo, tampoco las suprimen en el caso del asalariado. El aumento en el precio del trabajo, aumento debido a la acumulación del capital, sólo denota, en realidad, que el volumen y el peso de las cadenas de oro que el asalariado se ha forjado ya para sí mismo permiten tenerlas menos tirantes. En las controversias acerca de este punto se ha dejado a un lado, en la mayor parte de los casos, el hecho principal, a saber: la differentia specifica de la producción capitalista. La fuerza de trabajo no se compra aquí para satisfacer, mediante sus servicios o su producto, las necesidades personales del comprador. El objetivo perseguido por éste es la valorización de su capital, la producción de mercancías que contengan más trabajo que el pagado por él, o sea que contengan una parte de valor que nada le cuesta al comprador y que sin embargo se realiza mediante la venta de las mercancías. La producción de plusvalor, el fabricar un excedente, es la ley absoluta de este modo de producción. Sólo es posible vender la fuerza de trabajo en tanto la misma conserva como capital los medios de producción, reproduce como capital su propio valor y proporciona, con el trabajo impago, una fuente de pluscapital [14] n Nota 76 en la 3ª y 4ª ediciones.bis. Por consiguiente, las condiciones de su venta, sean más favorables o menos para los obreros, implican la necesidad de que se la venda siempre de nuevo y la reproducción continuamente ampliada de la riqueza como capital. Como vemos, el salario, conforme a su naturaleza, implica siempre el suministro por parte del obrero de determinada cantidad de trabajo [768] impago. Prescindiendo por entero del alza de salarios acompañada por una baja en el precio del trabajo, etc., el aumento de los salarios sólo denota, en el mejor de los casos, la merma cuantitativa del trabajo impago que debe ejecutar el obrero. Dicha merma nunca puede alcanzar el punto en el que pondría en peligro seriamente el carácter capitalista del proceso de producción y la reproducción de sus propias condiciones: por un lado de los medios de producción y de subsistencia como capital, por el otro de la fuerza de trabajo como mercancía; en un polo, del capitalista, en el otro, del asalariado [o]. Si dejamos a un lado los conflictos violentos en torno a la tasa del salario y Adam Smith ya ha demostrado que, en sustancia, luego de tales conflictos el patrón siempre sigue siendo el patrón , un alza del precio del trabajo derivada de la acumulación del capital supone la siguiente alternativa. O bien el precio creciente o acrecentado del trabajo va acompañado de un incremento igualmente grande (o mayor) de la acumulación. Sabemos ya que incluso bajo circunstancias en lo demás iguales como el grado de productividad del trabajo, etc. , cuando se acrecienta la masa del capital adelantado puede mantenerse uniforme su incremento absoluto y hasta acelerarse aunque decrezca la tasa de la acumulación; así como en el capítulo IX, en la sección tercera, vimos que la masa del plusvalor puede mantenerse e incluso incrementarse cuando la tasa decreciente del mismo va acompañada de un aumento en el número de obreros explotados simultáneamente. En este caso, decir que la reducción en el grado de explotación de la fuerza de trabajo no perjudica la expansión del dominio ejercido por el capital, es incurrir en una mera tautología [p]. O bien, [769] y éste es el otro término de la alternativa, la acumulación se enlentece tras el acrecentamiento del precio del trabajo, porque se embota el aguijón de la ganancia. La acumulación decrece. Pero al decrecer, desaparece la causa de su decrecimiento, a saber, la desproporción entre el capital y la fuerza de trabajo explotable. El precio del trabajo desciende de nuevo a un nivel compatible con las necesidades de valorización del capital. De esto no se infiere, ni con mucho, que el salario deba descender a su nivel mínimo, y ni siquiera al nivel en que estaba con anterioridad al aumento de precio experimentado por el trabajo [q]. Como vemos, el propio mecanismo del proceso capitalista de producción remueve los obstáculos que genera transitoriamente [r]. Vemos entonces que en el primer caso no es la reducción en el crecimiento absoluto o relativo de la fuerza de trabajo, o de la población obrera, lo que vuelve excesivo al capital, sino que, a la inversa, es el incremento del capital lo que vuelve insuficiente la fuerza de trabajo explotable. En el segundo caso no es el aumento en el crecimiento absoluto o proporcional de la fuerza de trabajo o de la población obrera lo que hace insuficiente al capital, sino que, a la inversa, es la disminución del capital lo que vuelve excesiva la fuerza de trabajo explotable, o más bien su precio. Son estos movimientos absolutos en la acumulación del capital los que se reflejan como movimientos relativos en la masa de la fuerza de trabajo explotable y parecen obedecer, por ende, al movimiento propio de esta última s. Así, por ejemplo, en la fase crítica del ciclo industrial la baja general de los precios mercantiles se expresa como aumento del valor relativo del dinero, y en la fase de prosperidad el alza general de los precios mercantiles como baja del valor relativo del dinero. De esto infiere la llamada escuela de la currency que en el primer caso circula [770] demasiado poco dinero, y en el segundo caso dinero en demasía [t]. Su ignorancia y su comprensión plenamente errada de los hechos [15] encuentran un digno paralelo en los economistas que interpretan esos fenómenos de la acumulación diciendo que en un caso existen menos asalariados que los necesarios y en el otro demasiados asalariados [u]. La ley de la acumulación capitalista, fraudulentamente transmutada de esta suerte [v] en ley natural, no expresa en realidad sino que la naturaleza de dicha acumulación excluye toda mengua en el grado de explotación a que se halla sometido el trabajo o toda alza en el precio de éste que pueda amenazar seriamente la reproducción constante de la relación capitalista, su reproducción en una escala constantemente ampliada. No pueden ocurrir las cosas de otra manera en un modo de producción donde el trabajador existe para las necesidades de valorización de valores ya existentes, en [771] vez de existir la riqueza objetiva para las necesidades de desarrollo del trabajador. Así como en la religión el hombre está dominado por las obras de su propio cerebro, en la producción capitalista lo está por las obras de su propia mano [16]bis.

 

 

2. Disminución relativa de la parte variable del capital

a medida que progresa la acumulacióu y, con ella,

la concentración

 

Lo expuesto hasta aquí tiene validez siempre que partamos del supuesto de que, a medida que progresa la acumulación, no varíe la relación entre la masa de los medios de producción y la masa de la fuerza de trabajo que los mantiene en movimiento, o sea que la demanda de trabajo aumente proporcionalmente al incremento del capital. En el análisis efectuado por Adam Smith respecto a la acumulación, ese supuesto figura como axioma evidente de por sí. Smith pasa por alto que al progresar la acumulación se opera una gran revolución en la relación que existe entre la masa de los medios de producción y la masa de la fuerza de trabajo que los mueve. Esta revolución se refleja, a su vez, en la composición variable del valor del capital constituido por una parte constante y otra variable , o en la relación variable que existe entre su parte de valor convertida en medios de producción y la que se convierte en fuerza de trabajo. Denomino a esta composición la composición orgánica del capital [w] "Una vez dados los fundamentos generales del sistema capitalista, en el curso de la acumulación se alcanza siempre un punto donde el desarrollo de la productividad del trabajo social se convierte en la palanca más poderosa de la acumulación. <<La misma causa que eleva los salarios>>, dice Adam Smith, <<o sea el incremento del capital, tiende a acrecentar las capacidades productivas del trabajo y permite que una cantidad menor de trabajo produzca una cantidad mayor de productos {235}. [17].

[772] Prescindiendo de las condiciones naturales, como fertilidad del suelo, etc., y de la destreza de productores independientes que trabajan de manera aislada destreza que sin embargo se evidencia más cualitativa que cuantitativamente, más en la calidad de la obra que en su masa , el grado social de productividad del trabajo se expresa en el volumen de la magnitud relativa de los medios de producción que un obrero, durante un tiempo dado y con la misma tensión de la fuerza de trabajo, transforma en producto. La masa de los medios de producción con los que opera ese obrero crece con la productividad de su trabajo. Esos medios de producción desempeñan en este aspecto un doble papel. El crecimiento de unos es consecuencia; el de otros, condición de la productividad creciente del trabajo. Con la división manufacturera del trabajo y la aplicación de maquinaria, por ejemplo, se elabora en el mismo tiempo más materia prima e ingresa, por tanto, una masa mayor de materias primas y materias auxiliares al proceso de trabajo. Estamos ante una consecuencia de la productividad creciente del trabajo. Por otra parte, la masa de la maquinaria aplicada, de los animales de labor, abonos minerales, tuberías de desagüe, etc., es condición de la productividad laboral creciente. Otro tanto ocurre con la masa de los medios de producción concentrados en locales, hornos gigantescos, medios de transporte, etc. Pero ya sea condición o consecuencia, el volumen creciente de la magnitud de los medios de producción, comparado con el de la fuerza de trabajo incorporada a ellos, expresa la [773] productividad creciente del trabajo x "A medida que progresa la acumulación, pues, no solamente se da un acrecentamiento cuantitativo y simultáneo de los diversos elementos reales del capital: el desarrollo de las potencias productivas del trabajo social que aquel progreso trae aparejado, se manifiesta además a través de cambios cualitativos, de cambios graduales en la composición técnica del capital, cuyo factor objetivo aumenta progresivamente, en magnitud relativa, frente al factor subjetivo. Vale decir que la masa del instrumental y de los materiales aumenta cada vez más en comparación con la suma de fuerza obrera necesaria para movilizarla. Por consiguiente, a medida que el acrecentamiento del capital hace que el trabajo sea más productivo, se reduce la demanda de trabajo con relación a la propia magnitud del capital.". El aumento de ésta se manifiesta, pues, en la reducción de la masa de trabajo con respecto a la masa de medios de producción movidos por ella, esto es, en la disminución de magnitud del factor subjetivo del proceso laboral comparado con sus factores objetivos.

[774] El incremento en la masa de los medios de producción, comparada con la masa de fuerza de trabajo que la pone en actividad, se refleja en el aumento que experimenta la parte constitutiva constante del valor de capital a expensas de su parte constitutiva variable. Si de un capital, por ejemplo, calculando porcentualmente, por cada [sterling] 50 invertidas originariamente en medios de producción se invertían [sterling] 50 en fuerza de trabajo, más adelante, con el desarrollo del grado de productividad del trabajo, se invertirán [sterling] 30 en medios de producción por cada [sterling] 20 invertidas en fuerza de trabajo, etc [y]. Esta reducción [775] de la parte variable del capital con respecto a la parte constante, o la composición modificada del valor de capital, sólo indica de manera aproximada el cambio que se ha verificado en la composición de sus partes constitutivas materiales. Si hoy, por ejemplo, 7/8 del valor de capital invertido en la hilandería es constante y 1/8 variable, mientras que a comienzos del siglo XVIII 1/2 era constante y 1/2 variable, tenemos en cambio que la masa de materias primas, medios de trabajo, etc., hoy consumida productivamente por una cantidad determinada de trabajo de hilar es muchos cientos de veces mayor que a principios del siglo XVIII. El motivo es simplemente que con la productividad creciente del trabajo no sólo aumenta el volumen de los medios de producción consumidos por el mismo, sino que el valor de éstos, en proporción a su volumen, disminuye. Su valor, pues, aumenta en términos absolutos, pero no en proporción a su volumen. El incremento de la diferencia entre capital constante y capital variable, pues, es mucho menor que el de la diferencia entre la masa de los medios de producción en que se convierte el capital constante y la masa de fuerza de trabajo en que se convierte el capital variable. La primera diferencia se incrementa con la segunda, pero en menor grado [z].

En la sección cuarta hemos expuesto cómo el desarrollo de la fuerza productiva social del trabajo presupone la cooperación en gran escala; cómo sólo bajo ese supuesto es [776] posible organizar la división y combinación del trabajo, economizar medios de producción gracias a la concentración masiva, forjar medios de trabajo que desde el punto de vista material ya sólo son utilizables en común por ejemplo el sistema de la maquinaria, etc. , domeñar y poner al servicio de la producción colosales fuerzas naturales y llevar a cabo la transformación del proceso de producción en aplicación tecnológica de la ciencia. Sobre el fundamento de la producción de mercancías en la cual los medios de producción son propiedad de particulares y el trabajador manual, por consiguiente, o produce mercancías de manera aislada y autónoma o vende su fuerza de trabajo como mercancía porque le faltan los medios para instalarse por su cuenta , aquel supuesto sólo se realiza mediante el incremento de los capitales individuales, o en la medida en que los medios sociales de producción y de subsistencia se transforman en propiedad privada de capitalistas. El terreno de la producción de mercancías sólo bajo la forma capitalista tolera la producción en gran escala. Cierta acumulación de capital en manos de productores individuales de mercancías constituye, pues, el supuesto del modo de producción específicamente capitalista. Por eso, al analizar la transición del artesanado a la industria capitalista, tuvimos que suponer esa acumulación. Podemos denominarla acumulación originaria, porque en vez de resultado histórico es fundamento histórico de la producción específicamente capitalista. Aún no es necesario que investiguemos aquí de qué manera surge. Baste indicar que constituye el punto de partida. Señalemos, empero, que todos los métodos para acrecentar la fuerza productiva social del trabajo surgidos sobre ese fundamento, son al mismo tiempo métodos para acrecentar la producción de plusvalor o plusproducto, que a su vez constituye el elemento constitutivo de la acumulación. Son al mismo tiempo, como vemos, métodos para la producción de capital por el capital, o métodos para su acumulación acelerada. La reconversión continua de plusvalor en capital se presenta como magnitud creciente del capital que ingresa al proceso de producción. Dicha magnitud, por su parte, deviene fundamento de una escala ampliada de la producción, de los métodos consiguientes para acrecentar la fuerza productiva del trabajo y acelerar la producción de plusvalor. Por tanto, si cierto grado de acumulación del capital [777] se manifiesta como condición del modo de producción específicamente capitalista, este último ocasiona, como reacción, una acumulación acelerada del capital. Con la acumulación del capital se desarrolla, por consiguiente, el modo de producción específicamente capitalista, y con el modo de producción específicamente capitalista la acumulación del capital aa.

Todo capital individual es una concentración mayor o menor de medios de producción, con el comando correspondiente sobre un ejército mayor o menor de obreros. Toda acumulación se convierte en medio al servicio de una nueva acumulación. Amplía, con la masa acrecentada de la riqueza que funciona como capital, su concentración en las manos de capitalistas individuales y por tanto el fundamento de la producción en gran escala y los métodos de producción específicamente capitalistas. El incremento del capital social se lleva a cabo a través del incremento de muchos capitales individuales. Presuponiendo que no varíen todas las demás circunstancias, los capitales individuales y con ellos la concentración de los medios de producción crecen en la proporción en que constituyen partes alícuotas del capital global social. Al propio tiempo, de los capitales originarios se desgajan ramificaciones que funcionan como nuevos capitales autónomos. Un gran papel desempeña en ello, entre otros factores, la división del patrimonio en el seno de las familias capitalistas. Por tanto, con la acumulación del capital crece en mayor o menor medida el número de los capitalistas. Dos puntos caracterizan este tipo de concentración que se funda directamente en la acumulación o, más bien, es idéntica a ésta. Primero: el grado de incremento de la riqueza social limita, bajo condiciones en lo demás iguales, la concentración creciente de los medios sociales de producción en las manos de capitalistas individuales. Segundo: la parte del capital social radicada en cada esfera particular de la producción está dividida entre numerosos capitalistas que se contraponen recíprocamente como productores [778] independientes de mercancías y compiten entre sí. No sólo la acumulación y la consiguiente concentración, pues, están fraccionadas en muchos puntos, sino que el crecimiento de los capitales en funcionamiento está compensado por la formación de nuevos y la escisión de antiguos capitales. De ahí que si por una parte l acumulación se presenta como concentración creciente de los medios de producción y del comando sobre el trabajo, por otra parte aparece como repulsión de muchos capitales individuales entre sí.

Contra este fraccionamiento del capital global social en muchos capitales individuales, o contra la repulsión de sus fracciones entre sí, opera la atracción de las mismas. Ya no se trata de una concentración simple de los medios de producción y del comando sobre el trabajo, idéntica a la acumulación. Es una concentración de capitales ya formados, la abolición de su autonomía individual, la expropiación del capitalista por el capitalista, la transformación de muchos capitales menores en pocos capitales mayores. Este proceso se distingue del anterior en que, presuponiendo solamente una distribución modificada de los capitales ya existentes y en funcionamiento, su campo de acción no está circunscrito por el crecimiento absoluto de la riqueza social o por los límites absolutos de la acumulación. Si el capital se dilata aquí, controlado por una mano, hasta convertirse en una gran masa, es porque allí lo pierden muchas manos. Se trata de la concentración propiamente dicha, a diferencia de la acumulación bb.

No podemos desarrollar aquí las leyes que presiden esta concentración cc de los capitales o la atracción del capital por el capital. Bastará con que nos refiramos brevemente a los hechos. La lucha de la competencia se libra mediante el abaratamiento de las mercancías. La baratura de éstas depende, cæteris paribus [bajo condiciones en lo demás iguales], de la productividad del trabajo, pero ésta, a su vez, de la escala de la producción. De ahí que los capitales mayores se impongan a los menores. Se recordará, además, que con el desarrollo del modo capitalista de producción aumenta el volumen mínimo del capital [779] individual que se requiere para explotar un negocio bajo las condiciones normales imperantes en el ramo. Los capitales menores, pues, se vuelcan a las esferas de la producción de las que la gran industria únicamente se ha apoderado de manera esporádica o imperfecta. La compctencia prolifera aquí en razón directa al número y en razón inversa a la magnitud de los capitales rivales. Finaliza siempre con la ruina de muchos capitalistas pequeños y con el paso de sus capitales a manos del vencedor dd. Prescindiendo de esto, con la producción capitalista se forma un poder totalmente nuevo ee 77bis2 {F. E. Nota a la 4ª edición. Los novísimos "trusts" ingleses y norteamericanos apuntan ya a eee objetivo, puesto que procuran unificar en una gran sociedad por acciones, dotada de un monopolio efectivo, por lo menos la totalidad de las randes empresas activas en un ramo industrial.}, el crédito. Éste no sólo [780] se convierte en un arma nueva y poderosa en la lucha competitiva. Mediante hilos invisibles, atrae hacia las manos de capitalistas individuales o asociados los medios dinerarios que, en masas mayores o menores, están dispersos por la superficie de la sociedad. Se trata de la máquina específica para la concentración de los capitales.

[781] La concentración de los capitales, o el proceso de su atracción, se vuelve más intensa en la proporción en que, con la acumulación, se desarrolla el modo específicamente capitalista de producción. A su vez, la concentración se convierte en una de las grandes palancas de ese desarrollo. Abrevia y acelera la transformación de procesos de producción hasta ahora dispersos, en procesos combinados socialmente y ejecutados en gran escala.

El volumen creciente de las masas individuales de capital se convierte en la base material de un trastocamiento constante del modo de producción mismo. El modo de producción capitalista conquista sin cesar los ramos laborales que todavía no estaban sujetos a su control, o que sólo lo estaban esporádicamente, o sólo formalmente. Además, en su suelo prosperan nuevos ramos de trabajo que le pertenecen desde los primeros momentos. En los ramos laborales ya explotados de manera capitalista, finalmente, la fuerza productiva del trabajo madura como en un invernadero. En todos estos casos, el número de obreros decrece en proporción a la masa de los medios de producción con los que trabajan. Una parte cada vez mayor del capital se convierte en medios de producción; una cada vez menor en fuerza de trabajo. Al aumentar el volumen, concentración y eficacia técnica de los medios de producción, se reduce progresivamente el grado en que éstos son medios de ocupación para los obreros. Un arado de vapor es un medio de producción inseparablemente más eficaz que el arado corriente, pero el valor de capital invertido en él es un medio de ocupación incomparablemente más modesto que si estuviera realizado en arados corrientes. Al principio, preciamente el agregado de nuevo capital al antiguo es lo que permite ampliar las condiciones objetivas del proceso de producción y revolucionarlas técnicamente. Pero pronto, en medida mayor o menor, la composición modificada y la reorganización técnica hacen presa en todo capital antiguo que haya alcanzado el término de su reproducción y que, por tanto, sea sustituido nuevamente. Esta metamorfosis del capital antiguo es independiente, hasta cierto punto, del crecimiento absoluto experimentado por el capital social, tal como lo es la concentración. Pero esta última, que no hace más que distribuir de distinta manera el capital social existente y confundir en uno solo muchos capitales antiguos, opera a su vez como agente poderoso en esa metamorfosis del capital antiguo.

Por una parte, como vemos, el capital suplementario formado en el curso de la acumulación atrae cada vez menos obreros, en proporción a la magnitud que ha alcanzado. Por otra parte, el capital antiguo, reproducido ff con una nueva composición, repele más y más obreros de los que antes ocupaba.

3. Producción progresiva de una sobrepoblación relativa o ejército industrial de reserva

La acumulación del capital, que originariamente no aparecía más que como su ampliación cuantitativa, se lleva cabo, como hemos visto, en medio de un continuo cambio cualitativo de su composición, en medio de un aumento ininterrumpido de su parte constitutiva constante a expensas de su parte constitutiva variable [18]bis3.

[783] El modo de producción específicamente capitalista, el consiguiente desarrollo de la fuerza productiva del trabajo, el cambio que ocasiona ese desarrollo en la composición orgánica del capital, no sólo corren parejas con el progreso de la acumulación o el incremento de la riqueza social. Avanzan con una rapidez incomparablemente mayor, puesto que la acumulación simple o la expansión absoluta del capital global van acompañadas por la concentración gg de sus elementos individuales, y el trastocamiento tecnológico hh del pluscapital ii por el trastocamiento tecnológico hh del capital original. Al progresar la acumulación, pues, se altera la relación que existe entre la parte constante del capital y la parte variable; si al principio era de 1 : 1, ahora pasa a ser de 2 : 1, 3 : 1, 4 : 1, 5 : 1, 7 : 1, etc., de tal suerte que al acrecentarse el capital, en vez de convertirse 1/2 de su valor total en fuerza de trabajo, se convierte progresivamente sólo 1/3, 1/4, 1/5, 1/6, 1/8, etc., convirtiéndose en cambio 2/3, 3/4, 4/5, 5/6, 7/8, etc., en medios de producción. Como la demanda de trabajo no está determinada por el volumen del capital global, sino por el de su parte constitutiva variable, ésta decrece progresivamente a medida que se acrecienta el capital global, en vez de aumentar proporcionalmente al incremento de éste, tal como antes suponíamos. Esa demanda disminuye con relación a la magnitud del capital global, y en progresión acelerada con respecto al incremento de dicha magnitud. Al incrementarse el capital global, en efecto, aumenta también su parte constitutiva variable, o sea la fuerza de trabajo que se incorpora, pero en proporción constantemente decreciente. Los intervalos en los que la acumulación opera como mero ensanchamiento de la producción sobre una base técnica dada, se acortan. Para absorber un número adicional de obreros de una magnitud dada, o incluso a causa de la metamorfosis constante del capital antiguo para mantener ocupados a los que ya estaban en funciones, no sólo se requiere una acumulación del capital global acelerada en progresión creciente; esta acumulación y concentración gg crecientes, a su vez, se [784] convierten en fuente de nuevos cambios en la composición del capital o promueven la disminución nuevamente acelerada de su parte constitutiva variable con respecto a la parte constante. Esa disminución relativa de su parte constitutiva variable, acelerada con el crecimiento del capital global y acelerada en proporción mayor que el propio crecimiento de éste, aparece por otra parte, a la inversa, como un incremento absoluto de la población obrera que siempre es más rápido que el del capital variable o que el de los medios que permiten ocupar a aquélla. La acumulación capitalista produce de manera constante, antes bien, y precisamente en proporción a su energía y a su volumen, una población obrera relativamente excedentaria, esto es, excesiva para las necesidades medias de valorización del capital y por tanto superflua.

Si nos atenemos al capital global social, ora el movimiento de su acumulación provoca un cambio periódico, ora sus elementos se distribuyen simultáneamente entre las diversas esferas de la producción. En algunas de esas esferas, a causa de la mera concentración jj se opera un cambio en la composición del capital sin que se acreciente la magnitud absoluta del mismo, en otras, el incremento absoluto del capital está vinculado al decrecimiento absoluto de su parte constitutiva variable o de la fuerza de trabajo absorbida por la misma; en otras, ora el capital continúa acrecentándose sobre su base técnica dada y atrae fuerza de trabajo suplementaria en proporción a su propio crecimiento, ora se opera un cambio orgánico y se contrae su parte constitutiva variable; en todas las esferas, el incremento de la parte variable del capital, y por tanto del número de obreros ocupados, está ligado siempre a violentas fluctuaciones y a la producción transitoria de una sobrepoblación, ya adopte ésta la forma más notoria de la repulsión de obreros ocupados anteriormente o la forma no tan evidente, pero no menos eficaz, de una absorción más dificultosa de la población obrera suplementaria a través de los canales habituales [19] Total de las personas ocupadas en la agricultura (incluidos los propietarios, arrendatarios, chacareros, pastores, etc.): 1851, 2.011.447; 1861, 1.924.110; disminución, 87.337. Manufactura de worsted [estambre]: 1851, 102.714 personas; 1861, 79.242; fabricación de seda: 1851, 111.940; 1861, 101.678; estampado de algodón: 1851, 12.098; 1861, 12.556, exiguo aumento pese a la enorme expansión de la industria, lo que significa una gran disminución proporcional en el número de los obreros ocupados. Sombrereros: 1851, 15.957; 1861, 13.814; productores de sombreros de paja y gorras: 1851, 20.393; 1861, 18.176. Cerveceros: 1851, 10.566; 1861, 10.677. Productores de velas: 1851, 4.949; 1861, 4.686. Esta reducción obedece, entre otros factores, al incremento experimentado por el alumbrado de gas. Productores de peines: 1851, 2.038; 1861, 1.478. Aserradores de madera: 1851, 30.552; 1861, 31.647, pequeño aumento a consecuencia del auge de las sierras mecánicas. Productores de clavos: 1851, 26.940; 1861, 26.130, mengua debida a la competencia de las máquinas. Obreros de las minas de zinc y de cobre: 1851, 31.360; 1861, 32.041. En cambio: hilanderías y tejedurías de algodón: 1851, 371.777; 1861, 456.646; minas de carbón: 1851, 183.389; 1861, 246.613. "Desde 1851, el aumento en el número de abreros es más grande, en general, en los ramos donde aún no se ha aplicada con éxito la maquinaria." ("Census of England and Wales for 1861", vol. III, Londres, 1863, pp. 35-39.). Con la magnitud del [785] capital social ya en funciones y el grado de su incremento, con la expansión de la escala de producción y de la masa de los obreros puestos en movimiento, con el desarrollo de la fuerza productiva de su trabajo, con la fluencia más caudalosa y plena de todos los manantiales de la riqueza, se amplía también la escala en que una mayor atracción de los obreros por el capital está ligada a una mayor repulsión de los mismos, aumenta la velocidad de los cambios en la composición orgánica del capital y en su forma técnica y se dilata el ámbito de las esferas de producción en las que el capital, ora simultánea, ora alternativamente, hace presa. La población obrera, pues, con la acumulación del capital producida por ella misma, produce en volumen creciente los medios que permiten convertirla en relativamente supernumeraria 20 kk En la 4ª edición se agrega antes de la cita: "Algunos economistas eminentes de la escuela clásica presintieron, más que comprendieron, la ley acerca de la reducción progresiva de la magnitud relativa del capital variable y los efectos de dicha ley sobre la situación de la clase asalariada. El mérito mayor carresponde aquí a John Barton, aunque confunda, al igual que todos sus colegas, el capital constante con el fijo, el variable con el circulante. Dice Barton:".... Es esta una ley de población que [786] es peculiar al modo de producción capitalista, ya que de hecho todo modo de producción histórico particular tiene sus leyes de población particulares, históricamente válidas. Una ley abstracta de población sólo rige, mientras el hombre no interfiere históricamente en esos dominios, en el caso de las plantas y los animales.

Pero si una sobrepoblación obrera es el producto necesario de la acumulación o del desarrollo de la riqueza sobre una base capitalista, esta sobrepoblación se convierte, a su vez, en palanca de la acumulación capitalista, e incluso en condición de existencia del modo capitalista de producción. Constituye un ejército industrial de reserva a disposición del capital, que le pertenece a éste tan absolutamente como si lo hubiera criado a sus expensas. Esa sobrepoblación crea, para las variables necesidades de valorización del capital, el material humano explotable y siempre disponible, independientemente de los límites del [787] aumento real experimentado por la población. Con la acumulación y el consiguiente desarrollo de la fuerza productiva del trabajo se acrecienta la súbita fuerza expansiva del capital, y no sólo porque aumenta la elasticidad del capital en funciones y la riqueza absoluta, de la cual el capital no constituye más que una parte elástica; no sólo porque el crédito, bajo todo tipo de estímulos particulares y en un abrir y cerrar de ojos, pone a disposición de la producción una parte extraordinaria de esa riqueza, en calidad de pluscapital, sino porque las condiciones técnicas del proceso mismo de producción, la maquinaria, los medios de transporte, etc., posibilitan, en la mayor escala, la más rápida transformación de plusproducto en medios de producción suplementarios. La masa de la riqueza social, pletórica y transformable en pluscapital gracias al progreso de la acumulación, se precipita frenéticamente sobre todos los viejos ramos de la producción cuyo mercado se amplía de manera súbita, o sobre ramos recién inaugurados como los ferrocarriles, etc. cuya necesidad dimana del desarrollo de los antiguos. En todos los casos de esta índole es necesario que se pueda volcar súbitamente grandes masas humanas en los puntos decisivos, sin que con ello se rebaje la escala alcanzada por la producción en otras esferas. La sobrepoblación proporciona esas masas. El curso vital característico de la industria moderna, la forma de un ciclo decenal interrumpido por oscilaciones menores de períodos de animación media, producción a toda marcha, crisis y estancamiento, se funda sobre la formación constante, sobre la absorción mayor o menor y la reconstitución, del ejército industrial de reserva o sobrepoblación. A su vez, las alternativas del ciclo industrial reclutan la sobrepoblación y se convierten en uno de sus agentes de reproducción más activos. Este curso vital, peculiar de la industria moderna y desconocido en todas las épocas anteriores de la humanidad, era imposible también durante la infancia de la producción capitalista. La composición del capital sólo se modificaba muy gradualmente. Con l acumulación de éste guardaba correspondencia, en líneas generales, un crecimiento proporcional de la demanda de trabajo. Por lento que fuera el progreso de esa acumulación, comparado con el de la época moderna, dicho avance tropezaba con las barreras naturales de la población obrera explotable, barreras que sólo era posible remover por los [788] medios violentos que mencionaremos más adelante. La expansión súbita e intermitente de la escala de producción es el supuesto de su contracción súbita; esta última, a su vez, provoca la primera, pero la primera es imposible si no existe el material humano disponible, si en el número de los obreros no se produce un aumento independiente del crecimiento absoluto de la población. Dicho aumento se genera mediante el simple proceso que "libera" constantemente una parte de los obreros, aplicando métodos que reducen, en comparación con la producción acrecentada, el número de los obreros ocupados. Toda la forma de movimiento de la industria moderna deriva, pues, de la transformación constante de una parte de la población obrera en brazos desocupados o semiocupados. La superficialidad de la economía política se pone de manifiesto, entre otras cosas, en el hecho de que convierte a la expansión y contracción del crédito, mero síntoma de los períodos alternos del ciclo industrial, en causa de éstos. Así como los cuerpos celestes, una vez arrojados a un movimiento determinado, lo repiten siempre, la producción social hace otro tanto no bien es lanzada a ese movimiento de expansión y contracción alternadas. Los efectos, a su vez, se convierten en causas, y las alternativas de todo el proceso, que reproduce siempre sus propias condiciones, adoptan la forma de la periodicidad ll. Una vez consolidada esta forma, hasta la economía política comprende que producir una población excedentaria relativa, esto es, excedentaria [789] respecto a la necesidad media de valorización del capital, es una condición vital de la industria moderna.

"Supongamos", dice Herman Merivale, ex profesor de economía política en Oxford y funcionario luego del Ministerio de Colonias inglés, "supongamos que en ocasión de alguna de esas crisis la nación hiciera un gran esfuerzo para desembarazarse, mediante la emigración, de varios cientos de miles de brazos superfluos; ¿cuál sería la consecuencia? Que en la primera reanimación de la demanda de trabajo se produciría un déficit. Por rápida que sea la reproducción de los hombres, en todo caso se requeriría el intervalo de una generación para remplazar la pérdida de los obreros adultos. Ahora bien, las ganacias de nuestros fabricantes dependen principalmente de la posibilidad de aprovechar los momentos favorables, cuando la demanda es intensa y es posible resarcirse de los períodos de paralización. Esta posibilidad sólo se la asegura la facultad de disponer de la maquinaria y el trabajo manual. Es necesario que los fabricantes encuentren brazos disponibles; es necesario que estén en condiciones de redoblar o reducir la intensidad de las operaciones ejecutadas por los mismos, según lo requiera la situación dol mercado; en caso contrario, será absolutamente imposible que mantengan la preponderancia en la encarnizada lucha competitiva sobre la que se funda la riqueza de este país" [21]. El propio Malthus reconoce como necesidad de la industria moderna la sobrepoblación, que él, con su espíritu limitado, hace derivar de un acrecentamiento excesivo absoluto de la población obrera y no de la conversión de la misma en relativamente supernumeraria. Dice este autor: "Si ciertos hábitos prudentes en lo que respecta al matrimonio, son cultivados con exceso por la clase obrera de un país que primordialmente vive de la manufactura y el comercio, ello podría perjudicarlo... Conforme a la naturaleza de la población, no es posible suministrar al mercado una nueva generación de obreros a consecuencia de una demanda particular mientras no transcurran 16 ó 18 años, y la transformación de rédito en capital por el ahorro puede ocurrir de manera muchísimo más rápida; un país está expuesto siempre a que su fondo de trabajo se [790] acreciente con mayor rapidez que la población" [22]. Luego de declarar, de esta suerte, que la producción constante de una sobrepoblación relativa de obreros constituye una necesidad de la acumulación capitalista, la economía política, adoptando muy adecuadamente la figura de una apergaminada solterona, pone en boca del "beau idéal" [hermoso ideal] de su capitalista las siguientes palabras dedicadas a esos "supernumerarios" cuya propia creación de pluscapital ha dejado en la calle. "Los fabricantes hacemos por vosotros lo que podemos, al aumentar el capital del que tenéis necesidad para subsistir, y vosotros debéis hacer el resto, ajustando vuestro número a los medios de subsistencia" [23].

A la producción capitalista no le basta, de ninguna manera, la cantidad de fuerza de trabajo disponible que le suministra el incremento natural de la población. Para poder desenvolverse libremente, requiere un ejército industrial de reserva que no dependa de esa barrera natural.

Hasta aquí habíamos supuesto que el aumento o la mengua del capital variable correspondía exactamente al aumento o la mengua del número de obreros ocupados.

No obstante, aunque el número de los obreros de que dispone no varíe, e incluso aunque disminuya, el capital variable se acrecienta cuando el obrero individual suministra más trabajo y cuando, por tanto, aumenta su salario aunque el precio del trabajo no varíe, o incluso si este precio disminuye pero más lentamente de lo que aumenta la masa de trabajo. El incremento del capital variable se convierte entonces en un índice de más trabajo, pero no de [791] más obreros ocupados. A todo capitalista le interesa, de manera absoluta, arrancar una cantidad determinada de trabajo de un número menor de obreros, en vez de extraerla, con la misma baratura e incluso a un precio más conveniente, de un número mayor. En el último caso la inversión de capital constante aumenta proporcionalmente a la masa del trabajo puesto en movimiento; en el primer caso, aumenta con lentitud mucho mayor. Cuanto más amplia sea la escala de la producción, tanto más determinante será ese motivo. Su peso se acrecienta con la acumulación del capital.

Hemos visto que el desarrollo del modo capitalista de producción y de la fuerza productiva del trabajo causa y efecto, a la vez, de la acumulación permite que el capitalista, con la misma inversión de capital variable, ponga en movimiento más trabajo gracias a una explotación mayor en extensión o en intensidad de las fuerzas de trabajo individuales. Hemos visto, además, que con el mismo valor de capital adquiere más fuerzas de trabajo, puesto que progresivamente sustituye los obreros más diestros por los menos diestros, los experimentados pr los inexperimentados, los varones por las mujeres, la fuerza de trabajo adulta por la adolescente o infantil mm.

De una parte, pues, y a medida que progresa la acumulación, un capital variable mayor moviliza más trabajo sin necesidad de contratar más obreros; de otra parte, capital variable de la misma magnitud pone en movimiento más trabajo con la misma masa de fuerza de trabajo, y por último, pone en acción más fuerzas de trabajo inferiores mediante el desplazamiento de las superiores.

Por consiguiente, la producción de una sobrepoblación relativa, o sea la liberación de obreros, avanza con mayor rapidez aun que el trastocamiento tecnológico nn del proceso de producción trastocamiento acelerado de por sí con el progreso de la acumulación y la consiguiente reducción proporcional de la parte variable del capital con respecto a la parte constante. Si bien los medios de producción, a medida que se acrecientan su volumen y eficacia pierden importancia como medios de ocupación de los obreros, esta relación misma se modifica a su vez por el hecho de [792] que en la medida en que crece la fuerza productiva del trabajo, el capital incrementa más rápidamente su oferta de trabajo que su demanda de obreros. El trabajo excesivo de la parte ocupada de la clase obrera engruesa las filas de su reserva, y, a la inversa, la presión redoblada que esta última, con su competencia, ejerce sobre el sector ocupado de la clase obrera, obliga a éste a trabajar excesivamente y a someterse a los dictados del capital. La condena de una parte de la clase obrera al ocio forzoso mediante el exceso de trabajo impuesto a la otra parte, y viceversa, se convierte en medio de enriquecimiento del capitalista singular [24] y, a la vez, acelera la producción del ejército industrial de reserva en una escala acorde con el progreso de la acumulación social. La importancia [793] de este factor en la formación de la sobrepoblación relativa lo demuestra, por ejemplo, el caso de Inglaterra. Sus medios técnicos para el "ahorro" de trabajo son colosales. Sin embargo, si mañana se redujera el trabajo, de manera general, a una medida racional y se lo graduara conforme a las diversas capas de la clase obrera, según edad y sexo, la población trabajadora existente resultaría absolutamente insuficiente para llevar adelante la producción nacional en la escala actual. Sería necesario transformar en "productivos" la gran mayoría de los trabajadores hoy "improductivos".

En todo y por todo, los movimientos generales del salario están regulados exclusivamente por la expansión y contracción del ejército industrial de reserva, las cuales se rigen, a su vez, por la alternación de períodos que se opera en el ciclo industrial. Esos movimientos no se determinan, pues, por el movimiento del número absoluto de la población obrera, sino por la proporción variable en que la clase obrera se divide en ejército activo y ejército de reserva, por el aumento y la mengua del volumen relativo de la sobrepoblación, por el grado en que ésta es ora absorbida, ora puesta en libertad. Para la industria moderna, realmente, con su ciclo decenal y sus fases periódicas que, además, a medida que progresa la acumulación se entrecruzan con oscilaciones irregulares en sucesión cada vez más rápida [exclamdown]sería una bonita ley la que no regulara la oferta y la demanda de trabajo por la expansión y contracción del capital, o sea por sus necesidades ocasionales de valorización, de tal manera que el mercado de trabajo aparezca relativamente semivacío cuando el capital se expande, y atestado de nuevo cuando éste se contrae, sino que, a la inversa, hiciera que el movimiento del capital dependiese del movimiento absoluto de la cantidad de población! Pero es este, sin embargo, el dogma económico. Según dicho dogma, a causa de la acumulación del capital aumenta el salario. El salario acrecentado estimula un aumento más rápido de la población obrera, aumento que prosigue hasta que el mercado de trabajo se sobresatura, o sea, hasta que el capital se vuelve insuficiente con relación a la oferta de trabajo. El salario desciende, con lo que se da el reverso de la medalla. La rebaja salarial diezma poco a poco a la población obrera, de tal manera que respecto a ésta el capital resulta nuevamente [794] superabundante, o también, como sostienen otros expositores, el bajo nivel del salario y la consiguiente explotación redoblada del obrero aceleran a su vez la acumulación, mientras que al mismo timpo la baja del salario pone coto al crecimiento de la clase obrera. Se reconstituye así la relación en la cual la oferta de trabajo es inferior a la demanda del mismo, con lo cual aumentan los salarios, y así sucesivamente. [exclamdown]Bello método de movimiento, este, para la producción capitalista desarrollada! Antes que el alza salarial pudiera motivar cualquier aumento positivo de la población realmente apta para el trabajo, se habría vencido un sinfín de veces el plazo dentro del que debe ejecutarse la campaña industrial y librarse y decidirse la batalla.

En los distritos agrícolas ingleses tuvo lugar entre 1849 y 1859, a la par de una baja en el precio de los cereales, un alza salarial que desde el punto de vista práctico no fue más que nominal. En Wiltshire, por ejemplo, el salario semanal subió de 7 a 8 chelines, en Dorsetshire de 7 u 8 a 9 chelines, etc. Era esta una consecuencia del drenaje extraordinario de la sobrepoblación agrícola, ocasionado por la demanda bélica [25] y la expansión masiva de la red ferroviaria, de las fábricas, de la minería, etcétera. Cuanto menor sea el salario, tanto mayor será la expresión porcentual de cualquier alza del mismo, por ínfima que ésta sea. Si el salario semanal es de 20 chelines, por ejemplo, y aumenta a 22, el alza será del 10 %; si, en cambio, es sólo de 7 chelines y sube a 9, habrá aumentado en un 28 4/7 %, alza que impresiona como muy cuantiosa. Como quiera que sea, lo cierto es que los arrendatarios pusieron el grito en el cielo y hasta el "Economist" de Londres [26] parloteó con toda solemnidad de "a general and substantial advance" [un aumento general y considerable], refiriéndose a esos salarios de hambre. ¿Qué hicieron entonces los arrendatarios? ¿Esperaron hasta que los trabajadores rurales, a causa de esas remuneraciones espléndidas, se multiplicaran tanto que su salario tuviera que disminuir nuevamente, tal como ocurren las cosas en el cerebro dogmático del economista? Introdujeron más maquinaria, y en un abrir y cerrar de ojos los obreros volvieron a ser "supernumerarios", en una proporción suficiente incluso para los arrendatarios. Ahora había "más capital" invertido [795] en la agricultura que antes y bajo una forma más productiva. Con lo cual la demanda de trabajo descendió no sólo relativamente, sino también en términos absolutos.

Esa ficción económica confunde las leyes que regulan el movimiento general del salario, o sea la relación entre la clase obrera oo y el capital global social, con las leyes que distribuyen la población obrera entre las esferas particulares de la producción. Por ejemplo, si a consecuencia de una coyuntura favorable se vuelve particularmente intensa la acumulación en una esfera determinada de la producción, si las ganancias superan a la ganancia media y afluye capital suplementario a esa esfera, es natural que aumenten la demanda de trabajo y el salario. Ese salario más elevado atraerá una parte mayor de la población obrera a la esfera favorecida hasta que ésta quede saturada de fuerza de trabajo, con lo cual el salario, a la larga, volverá a caer a su nivel medio anterior, o descenderá por debajo del mismo en caso que la afluencia haya sido excesiva pp. El economista cree ver aquí "dónde y cómo" un aumento del salario genera un aumento absoluto de obreros, y este último aumento una reducción del salario, pero en realidad no ve más que la oscilación local del mercado de trabajo en una esfera particular de la producción; ve solamente fenómenos de la distribución de la población obrera entre las diversas esferas de inversión del capital, con arreglo a las necesidades variables que éste experimenta.

Durante los períodos de estancamiento y de prosperidad media, el ejército industrial de reserva o sobrepoblación relativa qq ejerce presión sobre el ejército obrero activo, y pone coto a sus exigencias durante los períodos de sobreproducción y de paroxismo. La sobrepoblación relativa, pues, es el trasfondo sobre el que se mueve la ley de la oferta y la demanda de trabajo. Comprime el campo de acción de esta ley dentro de los límites que convienen de manera absoluta al ansia de explotación y el afán de poder del capital. Es esta la ocasión de volver sobre una [796] de las proezas efectuadas por la apologética económica. El lector recordará que cuando un fragmento de capital variable, gracias a la introducción de maquinaria nueva o la extensión de la antigua, se transforma en constante, el apologista económico interpreta esta operación, que "sujeta" capital y precisamente por ello "libera" obreros, como si, a la inversa, liberara capital para los obreros. Tan solo ahora se puede valorar cabalmente la desvergüenza del apologista. Quienes son puestos en libertad no son sólo los obreros desplazados directamente por la máquina, sino asimismo sus suplentes y el contingente suplementario que, durante la expansión habitual del negocio sobre su base antigua, era absorbido de manera regular. No se libera capital viejo para los obreros, sino que se libera a obreros para un posible capital "suplementario" rr. Es decir que el mecanismo de la producción capitalista vela para que el incremento absoluto de capital no se vea acompañado de un aumento consecutivo en la demanda general de trabajo. [exclamdown]Y el apologista llama a esto compensación por la miseria, los padecimientos y la posible muerte de los obreros desplazados durante el período de transición que los relega al ejército industrial de reserva! La demanda de trabajo no es idéntica al crecimiento del capital, la oferta de trabajo no se identifica con el aumento de la clase obrera, como si se tratara de dos potencias independientes que se influyen recíprocamente. Les dés sont pipés [los dados están cargados]. El capital opera en ambos lados a la vez. Si por un lado su acumulación aumenta la demanda de trabajo, por el otro acrecienta la oferta de obreros mediante su "puesta en libertad", mientras que a la vez [797] la presión de los desocupados obliga a los ocupados a poner en movimiento más trabajo, haciendo así, por ende, que hasta cierto punto la oferta de trabajo sea independiente de la oferta de obreros. El movimiento de la ley de la oferta y la demanda de trabajo completa, sobre esta base, el despotismo del capital. No bien los obreros descifran, por tanto, el misterio de cómo en la misma medida en que trabajan más producen más riqueza ajena, de cómo la fuerza productiva de su trabajo aumenta mientras que su función como medios de valorización del capital se vuelve cada vez más precaria para ellos, no bien descubren que el grado de intensidad alcanzado por la competencia entre ellos mismos depende enteramente de la presión ejercida por la sobrepoblación relativa, no bien, por tanto, procuran organizar, mediante trades' unions, etc. una cooperación planificada entre los ocupados y los desocupados para anular o paliar las consecuencias ruinosas que esa ley natural de la producción capitalista trae aparejadas para su clase, el capital y su sicofante, el economista, claman airados contra esa violación de la ley "eterna", y por así decirlo "sagrada", de la oferta y la demanda. Toda solidaridad entre los ocupados ylos desocupados perturba, en efecto, el "libre" juego de esa ley. Por otra parte, no bien en las colonias, por ejemplo, se dan circunstancias adversas que impiden la creación del ejército industrial de reserva, menoscabando así la dependencia absoluta de la clase obrera respecto de la clase capitalista, el capital, junto a su Sancho Panza esgrimidor de lugares comunes, se declara en rebeldía contra la "sagrada" ley de la oferta y la demanda y procura encauzarla con la ayuda de medios coercitivos.

 

 

4. Diversas formas de existencia de la sobrepoblación

relativa. La ley general de la acumulación capitalista

 

La sobrepoblación relativa existe en todos los matices posibles. Todo obrero la integra durante el período en que está semiocupado o desocupado por completo. Para no entrar aquí en detalles, nos limitaremos a unas pocas [798] indicaciones generales ss. Prescindiendo de las diferencias formales periódicas de la sobrepoblación en el cambio de fases propio del ciclo industrial, en el cual aquélla se manifiesta tt ora de manera aguda en las crisis, ora crónicamente en los períodos de negocios flojos, la sobrepoblación relativa adopta continuamente tres formas: la fluctuante, la latente y la estancada.

Hemos visto cómo a los obreros fabriles ora se los repele uu, ora se los atrae nuevamente y en mayor volumen, de tal modo que en líneas generales el número de los obreros ocupados aumenta, aunque siempre en proporción decreciente con respecto a la escala de la producción. La sobrepoblación existe aquí bajo la forma fluctuante. Nos limitamos a llamar la atención con respecto a dos circunstancias. Tanto en las fábricas propiamente dichas como en todos los grandes talleres en que la maquinaria constituye un factor, o donde, por lo menos, se aplica la división moderna del trabajo, se requiere una gran masa de obreros varones que no hayan dejado atrás la edad juvenil, posteriormente, sólo es posible utilizar en el mismo ramo un número muy exiguo, por lo cual regularmente se arroja a la calle a una gran cantidad vv. Ese sector constituye un elemento de la sobrepoblación fluctuante, que se acrecienta a medida que aumenta el volumen de la industria. Una parte de esos obreros emigra; en realidad, no hace más que seguir los pasos del capital emigrante. Una de las consecuencias es que la población femenina crece más rápidamente que la masculina; teste [testigo], Inglaterra. Que el incremento natural de la población ww obrera no satisfaga las necesidades de acumulación del capital y que, por otra parte, sea demasiado grande para [799] su absorción xx, es una contradicción inherente al movimiento mismo del capital. Éste requiere masas mayores de obreros en edad juvenil, y una masa menor de obreros varones adultos. La contradicción no es más flagrante que otra: la de que se formulen quejas sobre la falta de brazos en los mismos momentos en que muchos miles se encuentran en la calle porque la división del trabajo los encadena a determinado ramo de la industria [27]. Debido al rápido consumo de la fuerza de trabajo por el capital, en la mayor parte de los casos el obrero de edad mediana es ya un hombre desgastado y caduco yy. Pasa a Integrar las filas de la sobrepoblación zz, o bien desciende de categoría, mientras el capital lo remplaza por fuerza de trabajo nueva. El crecimiento absoluto de la clase obrera requiere, de esta suerte aaa 85bis Discurso inaugural de la conferencia sanitaria celebrada en Birmingham el 14 de enero de 1875, pronunciado por Joseph Chamberlain, entonces alcalde de la ciudad y actualmente (1883) ministro de comercio., una forma que incremente su [800] número aunque sus elementos se desgasten rápidamente. Se hace necesario bbb, en consecuencia, un rápido relevo de las generaciones obreras. (Esta misma ley no rige en el caso de las demás clases de la población). Ello se logra ccc con la ayuda de matrimonios tempranos, consecuencia necesaria de las condiciones en que viven los obreros de la gran industria, y gracias a la prima que la explotación de los niños obreros significa para la producción de los mismos.

No bien la producción capitalista se apodera de la agricultura, o según el grado en que se haya adueñado de la misma, la demanda de población obrera rural decrece en términos absolutos a medida que aumenta la acumulación del capital que está en funciones en esta esfera, sin que la repulsión de esos obreros como ocurre en el caso de la industria no agrícola se complemente con una mayor atracción. Una parte de la población rural, por consiguiente, se encuentra siempre en vías de metamorfosearse en población urbana o manufacturera ddd. (Manufacturero se usa aquí en el sentido de todo lo referente a la industria no agrícola.) [28] Esta fuente de la sobrepoblación relativa fluye, pues, constantemente. Pero su flujo constante eee [801] presupone la existencia, en el propio campo, de una sobrepoblación constantemente latente, cuyo volumen sólo se vuelve visible cuando los canales de desagüe quedan, por excepción, abiertos en toda su amplitud. De ahí que al obrero rural se lo reduzca al salario mínimo y que esté siempre con un pie hundido en el pantano del pauperismo.

La sobrepoblación estancada constituye una parte del ejército obrero activo, pero su ocupación es absolutamente irregular, de tal modo que el capital tiene aquí a su disposición una masa extraordinaria de fuerza de trabajo latente fff. Sus condiciones de vida descienden por debajo del nivel medio normal de la clase obrera y es esto, precisamente, lo que convierte a esa categoría en base amplia para ciertos ramos de explotación del capital. El máximo de tiempo de trabajo y el mínimo de salario la caracterizan. Hemos entrado ya en conocimiento de su figura principal bajo el rubro de la industria domiciliaria. Recluta incesantemente sus integrantes entre los supernumerarios de la gran industria y de la agricultura, y en especial también en los ramos industriales en decadencia, en los cuales el artesanado sucumbe ante la industria manufacturera y esta última ante la industria maquinizada. Su volumen se amplía a medida que avanza, con el volumen y la intensidad de la acumulación, la transformación en "supernumerarios". Pero esta categoría constituye al mismo tiempo un elemento de la clase obrera que se reproduce y se perpetúa a sí mismo, y al que cabe una parte proporcionalmente mayor en el crecimiento global de dicha clase que a los demás elementos. De hecho, no sólo la masa de los nacimientos y defunciones, sino la magnitud absoluta de las familias está en razón inversa al monto del salario, y por tanto a la masa de medios de subsistencia de que disponen las diversas categorías de obreros. Esta ley de la sociedad capitalista parecería absurda entre los salvajes, e incluso entre los habitantes civilizados de las colonias. Esa ley recuerda la reproducción masiva de especies [802] animales individualmente débiles y perseguidas con encarnizamiento [29] 30.

El sedimento más bajo de la sobrepoblación relativa se aloja, finalmente, en la esfera del pauperismo. Se compone prescindimos aquí de vagabundos, delincuentes, prostitutas, en suma, del lumpemproletariado propiamente dicho de tres categorías ggg. La primera la constituyen personas aptas para el trabajo. Basta con lanzar una mirada superficial sobre las estadísticas del pauperismo inglés para encontrar que su masa se engruesa con cada crisis y decrece con cada reanimación de los negocios. La segunda: huérfanos e hijos de indigentes. Son candidatos al ejército industrial de reserva y en épocas de gran prosperidad hhh, como por ejemplo en 1860, se los alista rápida y masivamente en el ejército obrero activo. La tercera: personas degradadas, encanallecidas, incapacitadas de trabajar. Se trata, en especial, de obreros iii que sucumben por la falta de movilidad a que los condena la división del trabajo, de personas que viven más allá de la edad normal de un obrero, y por último de las víctimas de la industria, cuyo número se acrecienta con la maquinaria peligrosa, la expansión de la minería, de las fábricas químicas, etc.: mutilados, enfermos crónicos, viudas, etc. El pauperismo constituye el hospicio de inválidos del ejército obrero activo y el peso muerto del ejército industrial de reserva. Su producción [803] está comprendida en la producción de la pluspoblación jjj, su necesidad en la necesidad de ésta, conformando con la misma una condición de existencia de la producción capitalista y del desarrollo de la riqueza. Figura entre los faux frais [gastos varios] de la producción capitalista, gastos que en su mayor parte, no obstante, el capital se las ingenia para sacárselos de encima y echarlos sobre los hombros de la clase obrera y de la pequeña clase media.

Cuanto mayores sean la riqueza social, el capital en funciones, el volumen y vigor de su crecimiento y por tanto, también, la magnitud absoluta de la población obrera kkk y la fuerza productiva de su trabajo, tanto mayor será la pluspoblación relativa o ejército industrial de reserva lll. La fuerza de trabajo disponible se desarrolla por las mismas causas que la fuerza expansiva del capital. La magnitud proporcional del ejército industrial de reserva, pues, se acrecienta a la par de las potencias de la riqueza. Pero cuanto mayor sea este ejército de reserva en proporción al ejército obrero activo, tanto mayor será la masa de la pluspoblación consolidada o las capas obreras mmm cuya miseria está en razón inversa a la tortura de su trabajo. Cuanto mayores sean, finalmente, las capas de la clase obrera formadas por menesterosos enfermizos y el ejército industrial de reserva, tanto mayor será el pauperismo oficial. Esta es la ley general, absoluta, de la acumulación capitalista. En su aplicación, al igual que todas las demás leyes, se ve modificada por múltiples circunstancias, cuyo análisis no corresponde efectuar aquí.

Se comprende así cuán insensata es la sabiduría económica que predica a los obreros la necesidad de adecuar su número a las necesidades de valorización del capital. El mecanismo de la producción y acumulación capitalistas adecua constantemente ese número a estas necesidades de valorización. La primera palabra de tal adaptación es la creación de una sobrepoblación relativa o ejército industrial [804] de reserva; la última palabra, la miseria de capas cada vez más amplias del ejército obrero activo y el peso muerto del pauperismo.

La ley según la cual el desarrollo de la fuerza productiva social del trabajo reduce progresivamente, en proporción a la eficacia y la masa de sus medios de producción, la masa de fuerza de trabajo que es necesario gastar nnn, se expresa en el terreno capitalista donde no es el trabajador el que emplea los medios de trabajo, sino éstos al trabajador de la siguiente manera: cuanto mayor sea la fuerza productiva del trabajo, tanto mayor será la presión de los obreros sobre sus medios de ocupación, y tanto más precaria, por tanto, la condición de existencia del asalariado: venta de su fuerza de trabajo ooo para aumentar la riqueza ajena o para la autovalorización del capital. El incremento de los medios de producción y de la prodactividad del trabajo a mayor velocidad que el de la población productiva se expresa, capitalistamente, en su contrario: en que la población obrera crece siempre más rápidamente que la necesidad de valorización del capital.

En la sección cuarta, cuando analizábamos la producción del plusvalor relativo, veíamos que dentro del sistema capitalista todos los métodos para acrecentar la fuerza productiva social del trabajo se aplican a expensas del obrero individual; todos los métodos para desarrollar la producción se trastruecan en medios de dominación y explotación del productor, mutilan al obrero convirtiéndolo en un hombre fraccionado, lo degradan a la condición de apéndice de la máquina, mediante la tortura del trabajo ppp aniquilan el contenido de éste, le enajenan al obrero las potencias espirituales del proceso laboral en la misma medida en que a dicho proceso se incorpora la ciencia como potencia autónoma, vuelven constantemente anormales qqq las condiciones bajo las cuales trabaja, lo someten [805] durante el proceso de trabajo al más mezquino y odioso de los despotismos, transforman el tiempo de su vida en tiempo de trabajo, arrojan su mujer y su prole bajo la rueda de Zhaganat [31] del capital. Pero todos los métodos para la producción del plusvalor son a la vez métodos de la acumulación, y toda expansión de ésta se convierte, a su vez, en medio para el desarrollo de aquellos métodos. De esto se sigue que a medida que se acumula el capital, empeora rrr la situación del obrero, sea cual fuere sss su remuneración. La ley, finalmente, que mantiene un equilibrio constante entre la sobrepoblación relativa o ejército industrial de reserva y el volumen e intensidad de la acumulación, encadena el obrero al capital con grillos más firmes que las cuñas con que Hefesto aseguró a Prometeo en la roca. Esta ley produce una acumulación de miseria proporcionada a la acumulación de capital. La acumulación de riqueza en un polo es al propio tiempo, pues, acumulación de miseria, tormentos de trabajo, esclavitud, ignorancia, embrutecimiento y degradación moral en el polo opuesto, esto es, donde se halla la clase que produce su propio producto como capital.

Los economistas han expuesto de maneras diversas ese carácter antagónico de la acumulación capitalista [32], aunque lo confundan con fenómenos en parte análogos, sin duda, pero esencialmente diferentes, que se dan en modos de producción precapitalistas.

El monje veneciano Ortes, uno de los grandes escritores económicos del siglo XVIII, concibe el antagonismo de la producción capitalista como ley natural y universal de la riqueza social: "El bien económico y el mal económico [806] se equilibran siempre en una nación (el bene ed il male economico in una nazione [sono] sempre all' istessa misura); la abundancia de bienes para algunos iguala siempre a la falta de los mismos para otros (la copia dei beni in alcuni sempre eguale alla mancanza di essi in altri). [...] La gran riqueza de algunos está siempre acompañada de la privación absoluta de lo necesario en otros muchos [...]" [33]. La riqueza de una nación corresponde a su población, y su miseria corresponde a su riqueza. La laboriosidad de algunos exige el ocio de otros. Los pobres y los ociosos son un fruto necesario de los ricos y los activos ttt 34, etc. Unos diez años después de Ortes, el cura Townsend, de la Alta Iglesia protestante [35], glorificó con toda insolencia la pobreza como condición necesaria de la riqueza. "La coerción legal de trabajar se ve acompañada de muchos trastornos, violencias y fragor [...], mientras que el hambre no sólo constituye una presión pacífica, silenciosa e incesante, sino que además, en su calidad de motivo más natural de la industria y del trabajo, provoca los esfuerzos más intensos." Lo esencial, entonces, es hacer permanente el hambre entre la clase obrera, y para ello vela, según Townsend, el principio de la población, particularmente activo entre los pobres. "Parece ser una ley natural que los pobres, hasta cierto punto, sean impróvidos (improvident)" (tan impróvidos, en efecto, que llegan al mundo sin una cuchara de oro en la boca), "de manera que siempre haya algunos (that there always may be some) que desempeñen los oficios más serviles, sórdidos e innobles en la comunidad. De esta suerte se aumenta el fondo de felicidad humana (the fund of human happiness), los seres más delicados (the more delicate) se ven libres de trabajos enfadosos [...] y pueden cultivar sin molestias vocaciones superiores... La ley de pobres tiende a destruir la armonía y la belleza, la simetría y el orden de ese sistema establecido [807] en el mundo por Dios y la naturaleza" [36] uuu 37. "El progreso de la riqueza social", dice Storch, "engendra esa clase útil de la sociedad... que ejerce las ocupaciones más fastidiosas, viles y repugnantes, que echa sobre sus hombros, en una palabra, todo lo que la vida tiene de desagradable y de esclavizante, proporcionando así a las otras clases el tiempo libre, la serenidad de espíritu y la dignidad convencional" (c'est bon!. [[exclamdown]bravo!]) "del carácter, etc." [38] Storch se pregunta cuál es, entonces, la ventaja que esta civilización capitalista, con su miseria y su degradación de las masas, presenta con respecto a la barbarie. Encuentra una sola respuesta: [exclamdown]la seguridad! "Gracias al progreso de la industria y de la ciencia", afirma Sismondi "todo obrero puede producir cada día mucho más de lo que requiere para su consumo. Pero al mismo tiempo, aunque su trabajo produzca la riqueza, ésta lo haría muy poco apto para trabajar si él mismo estuviera destinado a [808] consumirla" vvv 39 www En la 3ª y 4ª ediciones: "pp. 79, 80, 85".. "Las naciones pobres", dice Destutt de Tracy xxx, "son aquellas donde el pueblo se encuentra a sus anchas, y las naciones ricas aquellas donde por regla general es Pobre" [40].

 

 

 

5. Ilustración de la ley general de la acumulación

capitalista

 

 

a) Inglaterra de 1846 a 1866

 

Ningún período de la sociedad moderna es tan propicio para el estudio de la acumulación capitalista como el que abarca los veinte últimos años. Es como si aquélla hubiera topado con el bolso de Fortunato [41]. Pero de todos los países es nuevamente Inglaterra la que brinda el ejemplo clásico: porque ocupa el primer puesto en el mercado mundial, porque sólo aquí el modo capitalista de producción se ha desarrollado de manera plena y, finalmente, porque la introducción del reino milenario del librecambio, a partir de 1846, despojó a la economía vulgar de su último refugio. Ya en el capítulo IV yyy nos referimos suficientemente al progreso colosal de la producción, que en la segunda mitad de este período bidecenal supera con holgura al logrado en la primera.

[809] Aunque el crecimiento absoluto de la población inglesa fue, en el último medio siglo, muy considerable, el crecimiento proporcional o la tasa de incremento disminuyó de manera constante, como lo muestra la tabla siguiente, tomada del censo oficial:

 

Incremento porcentual anual de la población
de Inglaterra y Gales en números decimales

1811-1821 1,533 %

1821-1831 1,446 %

1831-1841 1,326 %

1841-1851 1,216 %

1851-1861 1,141 %

Examinemos ahora, en cambio, el crecimiento de la riqueza. El punto de referencia más seguro nos lo ofrece aquí el movimiento de las ganancias, rentas de la tierra, etcétera, sujetas al impuesto a los ingresos. Entre 1853 y 1864, el incremento de las ganancias gravables (sin incluir a los arrendatarios y otros rubros) fue en Gran Bretaña de un 50,47 % (lo que equivale a una media anual de 4,58 %) [42]; el de la población, durante el mismo período, ascendió aproximadamente a un 12 %. El aumento en las rentas gravables de la tierra (sin exceptuar casas, ferrocarriles, minas, pesquerías, etc.) fue, entre 1853 y 1864, de 38 %, o sea del 3 5/12 % anual. Ese aumento se debió, en su parte mayor, a los siguientes rubros:

 

Excedente del in-

greso anual de Incremento

1864, respecto al Anual

de 1855

 

De casas 38,60 % 3,50 %

canteras 84,76 % 7,70 %

minas 68,85 % 6,26 %

fundiciones siderúrgicas 39,92 % 3,63 %

pesquerías 57,37 % 5,21 %

fábricas de gas 126,02 % 11,45 %

ferrocarriles 83,29 % 7,57 % [43]

 

[810]

Si los años del período de 1853 a 1864 se comparan de cuatro en cuatro, el grado de aumento de los ingresos se incrementa de manera constante. En el caso de los ingresos derivados de ganancias, por ejemplo, es del 1,73 % anual de 1853 a 1857; del 2,74 % anual de 1857 a 1861 y del 9,30 % anual en 1861-1864. En el Reino Unido, la suma total de los ingresos sujetos al impuesto respectivo ascendió en 1856 a [sterling] 307.068.898; en 1859, [sterling] 328.127.416; en 1862 a [sterling] 351.745.241, en 1863 a [sterling] 359.142.897; en 1864 a [sterling] 362.462.279, alcanzando en 1865 la suma de [sterling] 385.530.020 [44].

La acumulación de capital estuvo acompañada, al mismo tiempo, por su concentración zzz. Aunque no existía ninguna estadística agrícola oficial para Inglaterra (sí para Irlanda), diez condados la suministraron voluntariamente. Se obtuvo el resultado de que de 1851 a 1861 los predios arrendados de menos de 100 acres aaaa disminuyeron de 31.583 a 26.567, o sea que 5.016 quedaron englobados en otros mayores [45]. De 1815 a 1825 el impuesto de herencias no afectó a ningún patrimonio mobiliario de más de un millón de libras esterlinas, de 1825 a 1855, en cambio, a 8; de 1855 bbbb a junio de 1859, esto es, en cuatro años y medio, a 4 [46]. Sin embargo, el avance de la concentración cccc se apreciará de la mejor manera analizando brevemente el [811] impuesto a los ingresos en el rubro D (ganancias, excluyendo arrendatarios, etc.) correspondiente a los años 1864 y 1865. Hago notar, previamente, que los ingresos de esta procedencia pagan el income tax [impuesto a las utilidades] a partir de las [sterling] 60. En Inglaterra, Gales y Escocia estos ingresos gravables ascendieron en 1864 a [sterling] 95.844.222 y en 1865 a [sterling] 105.435.787 dddd 47, el número de los contribuyentes fue en 1864 de 308.416 personas sobre una población total de 23.891.009, y en 1865 de 332.431 personas sobre una población total de 24.127.003. El cuadro siguiente ilustra sobre la distribución de esos ingresos en los dos años mencionados:

 

Año que concluye el Año que concluye el

5 de abril de 1864 5 de abril de 1865 (a)

 

Ingresos por Ingresos por

ganancias Personas ganancias Personas

 

Ingresos totales [sterling] 95.844.222 308.416 [sterling] 105.435.787 332.431

De los cuales 57.028.290 22.334 64.554.297 24.075

De los cuales 36.415.225 3.619 42.535.576 4.021

De los cuales 22.809.781 822 27.555.313 973

De los cuales 8.744.762 91 11.077.238 107

 

a Datos del cuadro corregidos según la 4ª edición.

 

En 1855, en el Reino Unido se produjeron 61.453.079 toneladas de carbón por un valor de [sterling] 16.113.267; en 1864, 92.787.973 por un valor de [sterling] 23.197.968. En 1855, 3.218.154 toneladas de arrabio por un valor de [sterling] 8.045.385; en 1864, 4.767.951 toneladas por un valor de [sterling] 11.919.877. La extensión de las vías férreas explotadas en el Reino Unido ascendía en 1854 a 8.054 millas eeee, con una inversión de capital de [sterling] 286.068.794; en 1864 la extensión en millas era de 12.789 ffff y la inversión de capital de [sterling] 425.719.613. La exportación e importación total del Reino Unido ascendía en 1854 a [812] [sterling] 268.210.145, y en 1865 a [sterling] 489.923.285. La tabla siguiente muestra el movimiento de la exportación:

 

1846 gggg [sterling] 58.842.377

1849 63.596.052

1856 115.826.948

1860 135.842.817

1865 165.862.402

1866 190.000.000 aproximadamente hhhh 48.

 

Estos datos escasos permiten comprender el grito triunfal del director del Registro Civil británico: "Por rápido que haya sido el crecimiento de la población, no se ha mantenido a Ia par del progreso experimentado por Ia industria y Ia riqueza" [49]. Volvámonos ahora a los agentes directos de esta industria, a los productores de esta riqueza: la clase obrera. "Uno de los rasgos más sombríos que presenta la situación social del país", dice Gladstone, "es que mientras se registra una mengua en la capacidad popular de consumo y un aumento en las privaciones y la miseria de la clase trabajadora, al mismo tiempo se verifica una acumulación constante de riqueza en las clases superiores y un constante incremento de capital" [50] jjjj En la 4ª edición el texto de esta cita, al que sigue la referencia " "Times", 14 de febr. de 1843. "Hansard", 13 de febr.", es el siguiente: "It is one of the most melancholy features in the social state of this country that we see, beyond the possibility of denial, that while there is at this moment a decrease in the consuming powers of the people, an increase of the pressure of privations and distress; there is at the same time a constant accumulation of wealth in the upper classes, an increase in the luxuriousness of their habits, and of their means of enjoyment". [Uno de los rasgos más sombríos que distinguimos, sin que sea posible negarlo, en la situación social de este país, es que mientras en este momento se registra una mengua en la capacidad popular de consumo, un aumento en la carga de privaciones y miserias, se opera al mismo tiempo una acumulación constante de riqueza en las clases altas, un aumento en el fausto de sus hábitos y de sus medios de disfrute.]. Así hablaba [813] este untuoso ministro, en la Cámara de los Comunes, el 14 kkkk de febrero de 1843. El 16 de abril de 1863, veinte años después, en el discurso en que presentaba su presupuesto, sostuvo: "De 1842 a 1852, el ingreso tributable de este país aumentó en un 6 % ... En los 8 años que van de 1853 a 1861 se acrecentó, si partimos de la base de 1853, en un 20 %. El hecho es tan asombroso que resulta casi increíble... Ese embriagador aumento de riqueza y de poder... se restringe enteramente a las clases poseedoras, pero... pero necesariamente tiene que ser beneficioso, de manera indirecta, para la población obrera, ya que abarata los artículos de consumo general; mientras los ricos se vuelven más ricos, los pobres, en todo caso, se han vuelto menos pobres. Que se hayan modificado llll los extremos de la pobreza, es algo que no me atrevo a afirmar" [51] mmmm En la 4ª edición se agrega: ""Morning Star", 17 de abril".. [exclamdown]Qué flojo anticlímax! Si la clase obrera sigue siendo "pobre", sólo que "menos pobre" en la proporción en que produce un "embriagador aumento de riqueza y de poder" para la clase propietaria, ello significa que en términos relativos es tan pobre como antes. Si los extremos de la [814] pobreza no se han reducido, han aumentado, ya que lo han hecho los extremos de la riqueza. En lo tocante al abaratamiento de los medios de subsistencia, la estadística oficial por ejemplo los datos del "London Orphan Asylum" [Orfanato de Londres] revela que en los tres años que van de 1860 a 1862 se produjo un encarecimiento medio del 20 % en comparación con los años 1851-1853. En el trienio siguiente, 1863-1865, se registró un encarecimiento progresivo de la carne, la manteca, la leche, el azúcar, la sal, el carbón y multitud de otros medios de subsistencia imprescindibles [52]. El siguiente discurso gladstoniano del presupuesto, pronunciado el 7 de abril de 1864, es un ditirambo pindárico sobre los avances del lucro y de la felicidad popular, moderada por la "pobreza". Gladstone habla de masas que están "al borde del pauperismo", de ramos industriales "en los que no ha aumentado el salario", y resume, finalmente, la felicidad de la clase obrera en las siguientes palabras. "En nueve casos de cada diez, la vida humana es meramente una lucha por la existencia" [53] oooo Debió decir: "de Boileau". 54. El profesor Fawcett, exento de las consideraciones oficiales que ligan a Gladstone, declara rotundamente: "No niego, [815] por supuesto, que los salarios hayan aumentado" (en los últimos decenios) "con ese incremento del capital, pero esa ventaja aparente se pierde en gran medida, ya que muchos artículos de primera necesidad se encarecen de manera constante" (este autor cree que por la baja de valor de los metales preciosos). "... Los ricos se vuelven rápidamente más ricos (the rich grow rapidly richer), mientras que no se percibe ningún ascenso en el confort de las clases trabajadoras... Los obreros se convierten casi en esclavos de los comerciantes minoristas a los que deben" [55].

En las secciones sobre la "Jornada laboral" y la "Maquinaria" el lector se impuso de las condiciones bajo las cuales la clase obrera británica, durante los últimos decenios, ha producido el "embriagador aumento de riqueza y de poder" para las clases propietarias. No obstante, entonces nos ocupábamos preferentemente del obrero dentro del proceso de producción mismo. Para comprender de manera cabal la ley de la acumulación capitalista es nccesario detenernos un momento en la situación del obrero fuera de ese proceso, en sus condiciones de alimentación y vivienda. Los límites de este libro me obligan a ocuparme fundamentalmente del sector peor remunerado de los obreros industriales y agrícolas, que en conjunto constituyen la mayor parte de la clase obrera [56] pppp Nota suprimida en la 3ª y 4ª ediciones. qqqq.

[816] Pero previamente, digamos unas pocas palabras acerca del pauperismo oficial, o sea de la parte de la clase obrera que ha perdido su condición de existencia la venta de la fuerza de trabajo y vegeta gracias a los socorros públicos. El censo oficial de indigentes registraba en Inglaterra [57] rrrr Nota 107 en la 3ª y 4ª ediciones. en 1855, 851.369 personas; en 1856, 877.767; en 1865, 971.433. A causa de la escasez de algodón, alcanzó en los años de 1863 y 1864 los guarismos de 1.079.382 y 1.014.978. La crisis de 1866, que afectó con mayor rudeza a Londres, hizo que en esa sede del mercado mundial más populosa que el reino de Escocia el incremento en el número de indigentes fuera en 1866 del 19,5 % en comparación con 1865, y del 24,4 % con respecto a 1864, registrándose en los primeros meses de 1867 un aumento aun mayor en comparación con 1866. Al analizar la estadística de indigentes, cabe poner dos puntos de relieve. Por una parte, el movimiento descendente y ascendente de la masa de indigentes refleja las alternativas periódicas del ciclo industrial. Por otra parte, a medida que con la acumulación del capital se desarrollan la lucha de clases y, por consiguiente, la conciencia de sí mismos entre los obreros, las estadísticas oficiales se convierten en un índice cada vez más engañoso acerca del volumen real del pauperismo. Por ejemplo, la barbarie en el trato que se da a los pobres en torno a la cual la prensa inglesa ("Times", "Pall Mall Gazette", etc.) ha clamado tan ruidosamente durante los dos últimos años es de vieja data. Friedrich Engels comprobó en 1844 cxactamente las mismas atrocidades y exactamente las mismas vociferaciones pasajeras ssss, propias de la "literatura sensacionalista" [58]. Pero el terrible incremento de las muertes por inanición ("deaths by starvation") en Londres durante el último decenio, demuestra irrefutablemente el horror creciente que experimentan los obreros por la esclavitud del workhouse [hospicio] tttt 59, ese correccional de la miseria.

[817]

 

b) Las capas mal remuneradas de la clase obrera industrial de Gran Bretaña

 

Consideremos ahora la situación de las capas mal remuneradas de la clase obrera industrial. Durante la escasez algodonera, en 1862, se encomendó al doctor Smith, del "Privy Council" [60], que efectuara una investigación acerca de las condiciones alimentarias que prevalecían entre los macilentos obreros algodoneros de Lancashire y Cheshire. Observaciones llevadas a cabo durante largos años lo habían llevado a la conclusión de que, "para evitar las enfermedades causadas por el hambre (starvation diseases)", el alimento diario de una mujer media debía contener por lo menos 3.900 granos uuuu de carbono y 180 granos vvvv de nitrógeno, y el de un hombre medio, por lo menos 4.300 granos wwww de carbono y 200 xxxx de nitrógeno. En el caso de las mujeres, el alimento diario debía encerrar aproximadamente tantas sustancias nutritivas como dos libras yyyy de buen pan de trigo; en el de los hombres, 1/9 más. El alimento medio semanal de los adultos de uno u otro sexo debía contener cuando menos 28.600 granos zzzz de carbono y 1.330 aaaaa de nitrógeno. Sus cálculos se vieron confirmados en la práctica, de manera asombrosa, ya que coincidían con la exigua cantidad de alimento a que su calamitosa situación había reducido el consumo de los obreros algodoneros. En diciembre de 1862 los mismos ingerían 29.211 granos bbbbb de carbono y 1.295 ccccc de nitrógeno por semana.

En 1863, el "Privy Council" dispuso que se efectuara una investigación sobre el estado de miseria en que se [818] encontraba el sector peor alimentado de la clase obrera inglesa. El doctor Simon, funcionario médico del "Privy Council", escogió para esa tarea al ya citado doctor Smith. Su investigación se extiende por un lado a los obreros agrícolas; por otro a los tejedores de seda, costureras, guanteros en cuero, calceteros, tejedores de guantes y zapateros. Las últimas categorías, si exceptuamos a los calceteros, son exclusivamente urbanas. Como norma de la investigación, se estableció la de elegir en cada categoría las familias más sanas y que se encontraran en condiciones relativamente mejores.

El resultado general fue que "sólo en una de las clases de obreros urbanos investigadas la ingestión de nitrógeno excedía levemente de la medida mínima absoluta por debajo de la cual se originan enfermedades debidas al hambre; que en dos clases había una deficiencia (y en una de ellas una deficiencia muy considerable) tanto de alimentación nitrogenada como de la consistente en carbono; que de las familias campesinas investigadas más de un quinto ingería menos de la cantidad indispensable de alimentos que contiencn carbono, más de un tercio menos de la cantidad indispensable de alimentos nitrogenados y que en tres condados (Berkshire, Oxfordshire y Somersetshire) prcvalecía, término medio, una deficiencia con respecto al mínimo de la alimentación nitrogenada" [61]. Entre los obreros agrícolas eran los de Inglaterra la región mas rica del Reino Unido , los peor alimentados" [62]. Entre los obreros rurales la desnutrición era más aguda en el caso de las mujeres y niños, porque "el hombre tiene que comer para poder efectuar su trabajo". Deficiencias aun peores castigaban a las categorías de obreros urbanos investigadas. "Están tan desnutridos que tienen que darse muchos casos de atroz privación" ([exclamdown]"renunciamiento" del capitalista es todo esto!, [exclamdown]renunciamiento a pagar los medios de subsistencia indispensables para que su mano de obra se reduzca meramente a vegetar!), "nociva para la salud" [63].

El cuadro siguiente muestra la relación entre la situación alimentaria de las categorías obreras puramente urbanas [819] mencionadas más arriba y la medida mínima supuesta por el doctor Smith, por una parte, y por otra con la alimentación de los obreros algodoneros durante la época de su miseria más extrema:

 

Media semanal Media semanal

Ambos sexos de carbono de nitrógeno

Granos Granos

 

Cinco ramos industriales

urbanos 28.876 1.192

Obreros fabriles desocupados

de Lancashire 29.211 1.295

Cantidad mínima propuesta

para los obreros de Lancashire

(a cantidad igual

de hombres y mujeres) 28.600 1.330 [64]

 

 

Aproximadamente la mitad, 60/125 de las categorías de obreros industriales investigadas, no consumía absolutamente nada de cerveza; el 28 % jamás probaba la leche. La media semanal de los alimentos líquidos, en las familias, variaba de 7 onzas ddddd entre las costureras hasta 24 3/4 onzas eeeee entre los calceteros. La mayor parte de los trabajadores que nunca consumían leche la integraban las costureras de Londres. La cantidad de pan o alimentos similares consumida semanalmente oscilaba entre 7 3/4 libras fffff caso de las costureras y 11 1/4 libras ggggg caso de los zapateros , siendo la media global de 9,9 libras hhhhh semanales para los adultos. El consumo de azúcar (melaza, etc.) variaba de 4 onzas iiiii semanales guanteros en cuero a 11 onzas jjjjj calceteros ; la media semanal total para todas las categorías era de 8 onzas kkkkk para los adultos. [820] Media semanal de manteca (grasa, etc.): 5 onzas lllll por adulto. La media semanal de carne (tocino, etc. ) por adulto oscilaba entre 7 1/4 onzas mmmmm tejedores de seda y 18 1/4 onzas nnnnn guanteros en cuero , media global para las diversas categorías, 13,6 onzas ooooo. El costo semanal de la alimentación por adulto arrojaba los siguientes guarismos medios generales: tejedores de seda, 2 chelines y 2 1/2 peniques; costureras, 2 chelines y 7 peniques; guanteros en cuero, 2 chelines y 9 1/2 peniques; zapateros, 2 chelines y 7 3/4 peniques; calceteros, 2 chelines y 6 1/4 peniques. En el caso de los tejedores de seda de Macclesfield, la media semanal era de apenas 1 chelín y 8 1/2 peniques. Las categorías peor alimentadas eran las costureras, los tejedores de seda y los guanteros en cuero [65].

En su informe general sobre la salud, dice el doctor Simon con respecto a la situación alimentaria: "Todo el que esté familiarizado con la asistencia médica a los indigentes o a los pacientes de hospitales, ya se trate de internados o de personas que viven fuera del establecimiento, confirmará que son incontables los casos en que las carencias alimentarias provocan o agravan enfermedades... Sin embargo, desde el punto de visto sanitario se agrega aquí otra circunstancia extremadamente decisiva... Se recordará que la privación de alimentos sólo se tolera con la mayor renuencia, y que por regla general una gran exigüidad de la dieta sólo se presenta si otras privaciones la han precedido. Mucho antes de que la insuficiencia alimentaria gravite en el plano sanitario, mucho antes de que el fisiólogo piense en contar los granos de nitrógeno y carbono entre los que oscilan la vida o la muerte por inanición, la casa se habrá visto privada de toda comodidad material. La vestimenta y el combustible escasearán aun más que la comida. Ningún amparo suficiente contra las inclemencias del tiempo; reducción del espacio habitable a un grado en que el hacinamiento produce o agrava las enfermedades; rastros apenas de enseres domésticos y de muebles; la limpieza misma se habrá vuelto demasiado cara o engorrosa, y si [821] por un sentimiento de dignidad personal se hacen intentos de mantenerla, cada una de esas tentativas representará nuevos suplicios de hambre. El hogar se instalará donde el techo sea más barato: en barrios donde la inspección sanitaria recoge los frutos más mezquinos, donde el alcantarillado es más deplorable, menor la circulación, mayor la cantidad de inmundicia colectiva, más mísero o de peor calidad el suministro de agua; en ciudades donde escasean al máximo la luz y el aire. Son estos los peligros, desde el punto de vista sanitario, a los que inevitablemente está expuesta la pobreza cuando la misma supone falta de alimentos. Y si la suma de estos males constituye un peligro de terrible magnitud para la vda, la mera carencia de alimentos es de por sí algo espantoso... Son, las precedentes, penosas reflexiones, especialmente cuando se recuerda que la pobreza que las motiva no es la merecida pobreza de la desidia. Es la pobreza de trabajadores. En lo referente a los obreros urbanos, no cabe duda de que en la mayor parte de los casos el trabajo con que compran el escaso bocado de alimento se prolonga por encima de toda medida. Y sin embargo, sólo en un sentido muy condicional puede decirse que ese trabajo sirva para mantener a quien lo ejecuta... Y en una escala muy amplia, ese mantenimiento nominal de sí mismo sólo puede ser el rodeo, más o menos largo, que lleva a la indigencia" [66].

El nexo interno entre los tormentos del hambre padecidos por las capas obreras más laboriosas y la acumulación capitalista, acompañada por el consumo excesivo grosero o refinado de los ricos, sólo es advertido por el conocedor de las leyes económicas ppppp. No ocurre lo mismo con las condiciones habitacionales. Todo observador imparcial puede apreciar que cuanto más masiva es la concentración qqqqq de los medios de producción, tanto mayor es la consiguiente aglomeración de obreros en el mismo espacio; que, por tanto, cuanto más rápida es la acumulación [822] capitalista, tanto más miserables son para los obreros las condiciones habitacionales. Es evidente que las "mejoras" (improvements) urbanísticas que acompañan al progreso de la riqueza y que se llevan a la práctica mediante la demolición de barrios mal edificados, la construcción de palacios para bancos, grandes tiendas, etc., el ensanchamiento de avenidas destinadas al tráfico comercial y a las carrozas de lujo, la introducción de ferrocarriles urbanos rrrrr, etc., arrojan a los pobres a tugurios cada vez peores y más atestados. Por otra parte, como sabe todo el mundo, la carestía de las viviendas está en razón inversa a su calidad y las minas de la miseria son explotadas por los especuladores sssss con más ganancia y costos menores que nunca lo fueran las de Potosí. El carácter antagónico de la acumulación capitalista, y por ende de las relaciones capitalistas de propiedad en general [67] 68, se vuelve aquí tan tangible que hasta en los informes oficiales ingleses sobre el particular menudean las heterodoxas invectivas contra la "propiedad y sus derechos". Con el desarrollo de la industria, con la acumulación del capital, con el crecimiento y el "embellecimiento" de las ciudades, el mal ha cundido tanto que el mero temor a las enfermedades infecciosas el contagio no perdona a las "personas respetables" provocó entre 1847 y 1864 la promulgación de no menos de 10 leyes de política sanitaria por el parlamento, y la aterrorizada burguesía de algunas ciudades como Liverpool, Glasgow, etc., tomó cartas en el asunto a través de sus municipalidades. No obstante, el doctor Simon exclama en su informe de 1865: "Hablando en términos generales, los males no han sido controlados en Inglaterra". Por orden del "Privy Council", en 1864 se emprendió una investigación sobre las condiciones habitacionales [823] de los obreros agrícolas; en 1865 sobre las clases más pobres de las ciudades. En el séptimo (1865) y en el octavo (1866) ttttt informes sobre "Public Health" se encuentran los magistrales trabajos del doctor Julian Hunter. De los trabajadores rurales hemos de ocuparnos más adelante. En lo concerniente a las condiciones habitacionales urbanas, anticiparé una observación general del doctor Simon: "Aunque mi punto de vista oficial", dice, "sea exclusivamente médico, los sentimientos humanitarios más comunes impiden que ignoremos el otro lado de este mal. [...] En su grado más alto, ese hacinamiento determina casi necesariamente tal negación de toda delicadeza, una confusión tan asqueante de cuerpos y funciones corporales, tal exposición de desnudez [...] sexual, que más que humano es bestial. Estar sujeto a estas influencias significa una degradación que necesariamente se vuelve más profunda cuanto más continúa su obra. Para los niños nacidos bajo esta maldición, constituye [...] un bautismo en la infamia (baptism into infamy). Y carece absolutamente de toda base la esperanza de que personas colocadas en esas circunstancias se esfuercen por acceder a esa atmósfera de civilización que tiene su esencia en la pureza física y moral" [69].

El primer puesto en cuanto a viviendas atestadas, o incluso absolutamente inadecuadas como morada humana, lo ocupa Londres. "Dos cosas", dice el doctor Hunter, "son indudables: la primera, que en Londres existen aproximadamente 20 grandes nucleamientos, compuestos cada uno de unas 10.000 personas, cuya miserable condición resultado, casi por entero, de sus malos alojamientos supera todo lo que se haya visto nunca en cualquier otra parte de Inglaterra; la segunda, que el hacinamiento y el estado ruinoso de las casas que componen esos nucleamientos son mucho peores que veinte años atrás" [70]. "No [824] se exagera cuando se afirma que la vida, en muchas partes de Londres y Newcastle, es infernal" [71].

Incluso el sector más desahogado de la clase obrera londinense, junto a los pequeños tenderos y otros elementos de la pequeña clase media, cae cada vez más bajo la maldición de esas indignas condiciones habitacionales, a medida que se propagan las "mejoras" y, con ellas, el arrasamiento de calles y casas antiguas; a medida que se amplían las fábricas y se acrecienta el aflujo humano a la metrópoli y, finalmente, a medida que aumentan los alquileres al subir la renta urbana de la tierra. "Los alquileres se han vuelto tan exorbitantes que pocos obreros pueden pagar mas de una pieza" [72]. Casi no hay en Londres una propiedad de casa que no esté recargada por un sinnúmero de "middlemen" [intermediarios]. El precio del suelo en Londres es siempre altísimo en comparación con los ingresos anuales que devenga, puesto que todo comprador especula con la posibilidad de desembarazarse tarde o temprano de la propiedad a un jury price (tasación efectuada por un jurado, en caso de expropiación) o de obtener, por arte de birlibirloque, un aumento extraordinario de valor gracias a la proximidad de alguna gran empresa. Una consecuencia de ello es la existencia de un tráfico regular consistente en la compra de contratos de alquiler próximos a su expiración. "De los gentlemen que se dedican a este negocio puede esperarse que actúen como actúan: que extraigan todo lo que puedan de los inquilinos y que dejen la casa en las peores condiciones posibles a sus sucesores" [73]. Los alquileres son semanales, y estos caballeros no corren ningún riesgo. A consecuencia de la construcción de ferrocarriles dentro de la ciudad, "se vio hace poco, en el este de Londres, cómo muchas familias desalojadas de sus antiguas viviendas vagaban un sábado de noche, cargadas con sus escasas pertenencias terrenales y sin otro paradero posible que el workhouse [hospicio]" [74]. [825] Los workhouses están ya atestados, y las "mejoras" aprobadas por el parlamento se hallan apenas en principios de ejecución. Si se desahucia a los obreros por demolición de sus viejas casas, éstos no abandonan su parroquia, o en el mejor de los casos se establecen en sus límites, o en la más próxima. "Procuran, naturalmente, residir lo más cerca posible de sus lugares de trabajo. El resultado es que la familia, en vez de alquilar dos piezas, debe contentarse con una. [...] Aunque el alquiler sea más caro, la vivienda será peor que aquella, ya mala, de la cual se los desaloja. [...] La mitad de los obreros [...] del Strand [...] ya tiene que viajar dos millas uuuuu para llegar a su lugar de trabajo." Este Strand, cuya principal avenida deja en los extranjeros una impresión imponente de la riqueza de Londres, puede servir de ejemplo del hacinamiento humano londinense. En una parroquia del mismo el funcionario de sanidad contó 581 personas por acre vvvvv, y eso que en el área medida estaba incluida la mitad del Támesis. Se comprende de por sí que toda medida sanitaria que desaloje de un barrio, como ha ocurrido hasta el presente en Londres, a los obreros mediante la demolición de casas inhabitables, sólo servirá para apeñuscarlos en otro, donde vivirán tanto más hacinados. "O bien debe suspenderse necesariamente todo este procedimiento por absurdo", dice el doctor Hunter, "o debe suscitarse la simpatía (!) pública para cumplir lo que ahora podemos llamar, sin exageración, un deber nacional: proporcionar techo a la gente que por falta de capital no puede procurárselo, aunque pueda recompensar wwwww con pagos periódicos a los caseros" [75]. [exclamdown]Admiremos la justicia capitalista! El propietario de terrenos, el casero, el hombre de negocios, cuando las "improvements" [mejoras] como los ferrocarriles, la reconstrucción de calles, etc. obligan a expropiarlo, no sólo recibe una indemnización íntegra; es necesario, además, que Dios y el derecho lo consuelen por su forzado "renunciamiento" suministrándole una abultada ganancia. Al obrero se lo pone en la calle con su mujer, su prole y sus enseres, y si afluye demasiado masivamente [826] a los barrios en que la municipalidad vela por la decencia, [exclamdown]se lo persigue por medio de la policía sanitaria!

Salvo Londres, a principios del siglo XIX no había en Inglaterra una sola ciudad que contara 100.000 habitantes. Sólo cinco pasaban de 50.000. Actualmente existen 28 ciudades con más de 50.000 pobladores. "El resultado de este cambio fue no sólo un enorme incremento de la población urbana, sino convertir a las pequeñas ciudades antiguas, densamente pobladas, en centros rodeados por todos lados de edificación, sin libre acceso del aire por ninguna parte. Como ya no les resultan agradables a los ricos, éstos las abandonan y se instalan en los suburbios, más atractivos. Los sucesores de esos ricos alquilan las grandes casas, a razón de una familia a menudo con subinquilinos por pieza. De esta manera se hacina a una población en casas que no estaban destinadas para ella y que son absolutamente inadecuadas para esa finalidad, en una vecindad realmente degradante para los adultos y ruinosa para los niños" [76]. Cuanto más rápidamente se acumula el capital en una ciudad industrial o comercial, tanto más veloz es la afluencia del material humano explotable, tanto mas míseras las improvisadas viviendas de los obreros. "Newcastle-upon-Tyne", como centro de un distrito carbonífero y minero cuyo rendimiento es cada vez mayor, ocupa, después de Londres, el segundo puesto en el infierno de la vivienda. No menos de 34.000 personas viven allí en viviendas de un solo cuarto. En virtud de que constituían un peligro extremo para la comunidad, las autoridades recientemente hicieron demoler una elevada cantidad de casas en Newcastle y Gateshead. La construcción de nuevas casas progresa muy lentamente, pero los negocios van viento en popa. De ahí que en 1865 la ciudad estuviera más abarrotada que nunca. Apenas se encontraba una pieza ofrecida en alquiler. El doctor Embleton, del hospital de Newcastle para la cura de fiebres, afirma: "Sin ninguna duda, la causa de la continuación y difusión del tifus radica en el hacinamiento de seres humanos y la suciedad de sus viviendas. Las casas en que suelen vivir los obreros están situadas en pasadizos y patios estrechos. En lo tocante a luz, aire, espacio y limpieza, esas casas son verdaderos modelos de insuficiencia e insalubridad, una [827] vergüenza para cualquier país civilizado. Hombres, mujeres y niños yacen revueltos en ellas durante la noche. En cuanto a los hombres, el turno de la noche sucede al del día en una secuencia ininterrumpida, de tal manera que las camas casi no tienen tiempo de enfriarse. Las casas están mal provistas de agua y peor aun de letrinas, son inmundas, mal ventiladas, pestilentes" [77]. El alquiler semanal de esas covachas oscila entre 8 peniques y 3 chelines. "Newcastle-upon-Tyne", dice el doctor Hunter, "brinda el ejemplo de una de las más agraciadas estirpes de nuestros compatriotas, sumida a menudo en una degradación casi salvaje por las circunstancias exteriores de la vivienda y la calle" [78].

A causa del flujo y reflujo del capital y el trabajo, las condiciones habitacionales de una ciudad industrial pueden ser soportables hoy y abominables mañana. O bien, puede suceder que los ediles de la ciudad reaccionen, finalmente, y procuren eliminar los abusos más graves. Pero mañana migra una manga de langostas, integrada por irlandeses harapientos o degradados obreros agrícolas ingleses. Se los esconde en sótanos y desvanes, o se transforma la casa de obreros, antaño respetable, en un alojamiento que cambia tan rápidamente de inquilinos como los acuartelamientos durante la Guerra de los Treinta Años. Ejemplo: Bradford. Aquí el filisteo municipal estaba abocado, precisamente, a la realización de una reforma urbana. En 1861 había aún en aquel lugar, además, 1.751 casas desocupadas. Pero sobreviene la época de los buenos negocios, cacareada recientemente, y con tanto donaire, por el señor Forster, ese tierno liberal y amigo de los negros. Con los buenos negocios, naturalmente, llega también la inundación provocada por las olas del siempre agitado "ejército de reserva" o "sobrepoblación relativa". En las repugnantes viviendas subterráneas y piezas registradas en la lista (ver nota) [79] xxxxx En la 4ª edición se agrega: "George Street, nº 49... 1 pieza 2 familias". [828] que el doctor Hunter obtuvo del agente de una compañia aseguradora, habitaban, por lo general, obreros bien remunerados. Éstos declararon que gustosamente alquilarían viviendas mejores, si las hubiera disponibles. Entretanto, uno tras otro se degradaban y enfermaban, mientras que el melifluo liberal Forster, M. P. [integrante de la Cámara de los Comunes], se enternecía hasta las lágrimas con las bendiciones del librecambio y las ganancias obtenidas por los eminentes varones de Bradford dedicados a la fabricación de worsted [estambre]. En el informe del 5 de setiemhre de 1865 el doctor Bell, uno de los médicos de indigentes de Bradford, declaró que la terrible mortalidad que se producía entre los enfermos de fiebre de su distrito se debía a las condiciones habitacionales en que vivían: "En un sótano de 1.500 pies cúbicos yyyyy [...] habitan 10 personas... La calle Vincent, el Green Air Place y the Leys albergan 223 casas con 1.450 habitantes, 435 camas y 36 letrinas... Las camas y por tales entiendo todo montón de trapos sucios o de virutas albergan una media de 3,3 personas; en no pocos casos ese guarismo llega a 4 y [829] a 6 personas. Muchos duermen sin cama, en el suelo desnudo, con su vestimenta habitual; hombres jóvenes y mujeres, casados y solteros, todos promiscuamente mezclados. ¿Es necesario agregar que estas viviendas son en su mayor parte covachas hediondas y lóbregas, húmedas, sucias, absolutamente inadecuadas para la habitación humana? Son estos los focos de los que brotan la enfermedad y la muerte, las cuales también cobran sus víctimas entre las personas acomodadas (of good circumstances) que permitieron que estos bubones pestíferos supuraran entre nosotros" [80].

Bristol ocupa el tercer puesto después de Londres en cuanto a miseria de la situación habitacional. "Aquí, en una de las ciudades más opulentas de Europa, la mayor de las abundancias [coexiste] con la pobreza más descarnada (blank[est] poverty) y la miseria habitacional" [81].

 

 

 

c) La población nómade

 

Nos detendremos ahora en una capa de la población de origen rural, cuya ocupación es en gran parte industrial. Este estrato constituye la infantería ligera del capital, que según sus propias necesidades lo vuelca ora a este punto, ora a aquel otro. Cuando no están marchando, estos individuos "acampan". A los trabajadores nómades se los emplea en diversas operaciones de la construcción y el drenaje, en la fabricación de ladrillos, la quema de cal, el tendido de vías férreas, etc. Columna ambulante de la pestilencia, estos obreros importan, a los lugares en cuyas cercanías se instalan, la viruela, el tifus, el cólera, la escarlatina, etc [82]. En empresas donde la inversión de capital es considerable como los ferrocarriles, etc. es el empresario mismo quien se encarga, en la mayor parte de los casos, de proveer a su ejército de chozas de madera o materiales semejantes. Se forman así aldeas improvisadas, carentes de toda instalación sanitaria, al margen del control de las autoridades locales y muy lucrativas para el caballero contratista, que explota doblemente a los obreros: como [830] soldados industriales y como inquilinos. Según la cantidad de cuchitriles que contenga una de esas chozas uno, dos o tres , el inquilino terraplenadores, etc. tendrá que pagar 1 zzzzz, 3, 4 chelines semanales" [83]. Baste un ejemplo. En setiembre de 1864, informa el doctor Simon, el presidente del "Nuisance Removal Committee" [Comité para la Supresión de las Plagas] de la parroquia de Sevenoaks dirigió la siguiente denuncia al ministro del interior, sir George Grey: "La viruela era completamente desconocida en esta parroquia hace 12 meses. Poco antes de esa fecha se iniciaron los trabajos para construir un ferrocarril de Lewisham a Tunbridge. Además, como los trabajos principales se efectuaban en la cercanía inmediata de esta ciudad, también se construyó aquí el depósito principal de toda la obra. Se dio ocupación, por ende, a un crecido número de personas. Como era imposible alojarlos a todos en cottages, el señor Jay, el contratista, hizo construir casuchas en diversos puntos, a lo largo de la vía férrea, para alojar a los obreros. Estas chozas carecían de ventilación y de alcantarillado y además estaban atestadas, inevitablemente, ya que cada inquilino tenía que aceptar otros huéspedes, por numerosa que fuera su propia familia y aunque las casuchas eran de sólo dos piezas. Según el informe médico que hemos recibido, la consecuencia fue que esa pobre gente tenía que sufrir durante la noche todos los horrores de la asfixia para evitar los miasmas pestilentes que emanaban de las aguas servidas estancadas y de las letrinas, ubicadas directamente bajo las ventanas. Un médico que tuvo la oportunidad de visitar esas casuchas, por último, hizo conocer sus quejas a nuestro comité. Se expresó de la manera más amarga sobre las condiciones de esas presuntas viviendas y manifestó sus temores respecto a las graves consecuencias que podrían sobrevenir, si no se adoptan algunas medidas sanitarias. Aproximadamente hace un año el p. p. [præmissis præmittendis = anteponiendo los títulos que le correspondan] Jay se comprometió a destinar una casa para que, al declararse enfermedades infecciosas, se aislara inmediatamente a aquellos de sus obreros afectados por el mal. Reiteró esa [831] promesa a fines de julio, pero nunca hizo absolutamente nada para cumplirla, pese a que desde esa fecha se registraron varios casos de viruela, dos de ellos fatales. El 9 de setiembre el doctor Kelson me comunicó que se habían verificado nuevos casos de viruela en las mismas casuchas y calificó de horrendas las condiciones imperantes en ellas. Para información de usted" (del ministro) "debo añadir que nuestra parroquia posee una casa aislada, la llamada Casa de la Peste, donde se asiste a los miembros de la parroquia atacados por enfermedades infecciosas. Desde hace meses la casa está colmada de pacientes. En una familia murieron cinco niños de viruela y fiebre. Del 1º de abril al 1º de setiembre de este año se registraron no menos de 10 casos fatales de viruela; 4 de ellos en las casuchas mencionadas, que son el foco de la peste. No es posible indicar el número de los casos de enfermedad, ya que las familias afectadas los ocultan lo más posible" [84].

Los obreros en las minas de carbón y otras figuran entre las categorías mejor pagas de la clase obrera británica aaaaaa. A qué precio compran su salario, es un punto que ya fue expuesto en un lugar anterior [85] bbbbbb Véase en volumen 2, nota 321.. Lancemos aquí una rápida ojeada sobre las condiciones habitacionales en que viven. El explotador de la mina, por regla general, ya sea propietario o arrendatario de la misma, hace construir una serie de cottages [chozas] para sus operarios. Éstos reciben tanto la cottage como carbón para calefacción "gratuitamente", es decir, una y otro constituyen una parte [832] del salario suministrada in natura [en especies]. Aquellos a los que no se puede hospedar de esta manera, perciben a modo de compensación la suma de [sterling] 4 anuales. Los distritos mineros atraen rápidamente una gran población, compuesta de la población minera misma y de artesanos, tenderos, etc., que se aglomeran en torno de aquélla. Como en todos lados donde es considerable la densidad de población, la renta del suelo es alta aquí. Por eso el empresario minero procura apiñar alrededor de la bocamina, en el espacio más estrecho posible, exactamente la cantidad de cottages que se requiera para enlatar a sus operarios y familias. Cuando en las cercanías se abren nuevas minas o vuelven a explotarse otras antiguas, aumenta el hacinamiento. En la construcción de cottages rige un solo criterio: el "renunciamiento" del capitalista a todo desembolso de efectivo que no sea absolutamente inevitable. "Las viviendas de los mineros y de otros obreros vinculados a las minas de Northumberland y Durham", dice el doctor Julian Hunter, "son quizás, promedialmente, lo peor y más caro que Inglaterra ofrece en gran escala en este renglón, si se exceptúan distritos similares en Monmouthshire. [...] La pésima calidad consiste en el elevado número de personas por habitación, en las pequeñas dimensiones del predio donde se ha arrojado una gran cantidad de casas, en la carencia de agua y la inexistencia de letrinas y en el método, que suele aplicarse, de construir una casa sobre la otra o de distribuirlas en flats [apartamentos]" (de manera que las diversas cottages formen pisos ubicados verticalmente unos encima de otros)... "El empresario trata a toda la colonia como si ésta sólo acampara en el sitio, en vez de residir en él" [86]. "Siguiendo las instrucciones", dice el doctor Stevens, "visité la mayor parte de las grandes aldeas mineras de la Durham Union... Con muy pocas excepciones, a todas se aplica la afirmación de que se ha descuidado todo medio necesario para salvaguardar la salud de los pobladores. Todos los mineros están vinculados" ("bound", término que al igual que bondaye [servidumbre] viene de la época de la servidumbre de la gleba) "por 12 meses al arrendatario (lessee) o propietario de la mina. [...] Si los mineros expresan su descontento o molestan de cualquier manera al capataz [833] (viewer), se pone una señal o una observación al lado de sus nombres en el cuaderno de vigilancia y, cuando llega el momento de renovarles el contrato, quedan en la calle... Me parece que ninguna modalidad del truck system [sistema de pago con bonos] puede ser peor que la que impera en esos distritos densamente poblados. El obrero se ve obligado a recibir, como parte de su salario, una casa rodeada de emanaciones pestilentes. No puede ayudarse a sí mismo. A todos los efectos es un siervo (he is to all intents and purposes a serf), y es dudoso que alguien pueda ayudarlo, salvo su propietario, pero éste pide consejo ante todo a su balance y el resultado es prácticamente infalible. El obrero también recibe del propietario su suministro de agua. Sea buena o mala, se le proporcione o no, tiene que pagar por ella, o mejor dicho tolerar que se la descuenten del salario" [87].

En el conflicto con la "opinión pública", o también con la política sanitaria, el capital no se avergüenza en absoluto de "justificar" las condiciones en parte peligrosas, en parte degradantes que inflige a la función y a la vida doméstica del obrero. Aduce que esas condiciones son necesarias para explotarlo más lucrativamente. Así lo hace cuando renuncia a instalar aparatos protectores contra la maquinaria peligrosa en las fábricas, medios de ventilación y dispositivos de seguridad en las minas, etc. Así lo hace, en este caso, con la vivienda de los mineros. "A modo de disculpa", dice el funcionario médico del "Privy Council", el doctor Simon, en su informe oficial, "a modo de disculpa por las sórdidas condiciones de la vivienda [...] se aduce que habitualmente las minas se explotan bajo arriendo; que la duración del contrato de arrendamiento (que en las minas de carbón es por lo general de 21 años) es demasiado breve como para que al arrendatario de la mina le valga la pena proporcionar buenas viviendas a la población obrera y a los artesanos, etc., atraídos por la explotación; que aun si él mismo tuviera la intención de conducirse liberalmente en ese aspecto, la misma se vería frustrada por el propietario del suelo. Éste, en efecto, tendería a exigir inmediatamente una renta suplementaria exorbitante a cambio del privilegio de erigir, sobre la superficie, una aldea decente y confortable destinada a los [834] obreros de la propiedad subterránea. Este precio prohibitivo, cuando no la prohibición lisa y llana, atemorizaría asimismo a otros, que si no fuera por ello estarían dispuestos a edificar... No es mi deseo continuar examinando el valor de esta disculpa, ni investigar tampoco sobre quién recaería, en última instancia, el gasto adicional que se efectuara para edificar [...] viviendas decentes: si sobre el dueño del suelo, el arrendatario de minas, los obreros o el público... Pero en vista de hechos tan bochornosos como los que ponen al descubierto los informes adjuntos" (los de los docores Hunter, Stevens, etc.), "resulta claro que hay que aplicar un remedio... Los títulos de la propiedad del suelo se usan, de esta manera, para perpetrar una gran injusticia pública. En su calidad de propietario de minas, el dueño de la tierra invita a una colonia industrial a que trabaje en la finca de él, y luego, en su calidad de propietario de la superficie del suelo, impide a los obreros que ha congregado que encuentren las viviendas adecuadas indispensables para sus vidas. Al arrendatario de minas" (el explotador capitalista) "no le interesa, desde el punto de vista pecuniario, oponerse a esa división del negocio, ya que sabe bien que aunque estas últimas pretensiones sean exorbitantes, las consecuencias no recaerán sobre él; sabe asimismo que los obreros, sobre los que sí recaen, no están suficientemente educados como para conocer sus derechos sanitarios, y que ni la vivienda más promiscua ni el agua potable más corrompida serán motivo especial cccccc 88 de una strike [huelga]" [89].

 

 

 

d) Efecto de las crisis sobre el sector mejor remuuerado

 

de la clase obrera

 

Antes que pasemos a los obreros ayrícolas propiamente dichos, otro ejemplo nos mostrará cómo las crisis afectan incluso al sector mejor remunerado de la clase obrera, a su aristocracia. Se recordará que el año 1857 trajo consigo una de las grandes crisis con las que invariablemente [835] se cierra el ciclo industrial. El plazo siguiente expiró en 1866. Anticipada ya en los distritos fabriles propiamente dichos por la escasez de algodón, la que desplazó mucho capital de las esferas de inversión habituales a las grandes sedes centrales del mercado dinerario, la crisis adoptó en esta ocasión un carácter predominantemente financiero. Su desencadenamiento, en mayo de 1866, estuvo señalado por la bancarrota de un gigantesco banco londinense, seguida inmediatamente por la ruina de innumerables sociedades dedicadas a los tejemanejes en el campo de las finanzas. Uno de los grandes ramos industriales londinenses castigados por la catástrofe fue el de la construcción de barcos de hierro. Durante el período de las transacciones fraudulentas, los magnates de este ramo no sólo se habían lanzado a una sobreproducción desmedida, sino que además habían firmado enormes contratos de suministro, especulando con que las fuentes crediticias seguirían manando con la misma abundancia que antes. Actualmente se ha operado una reacción aterradora que aun en la hora actual fines de marzo de 1867 afecta a otras industrias londinenses [90]. Para caracterizar la situación de los obreros reproduzcamos el siguiente pasaje, que tomamos de un detallado informe escrito por un corresponsal del "Morning Star" que visitó, a principios de enero dddddd de 1867, las zonas más castigadas por la calamidad. "Al este de Londres, en los distritos de Poplar, Millwall, Greenwich, [836] Deptford, Limehouse y Canning Town, por lo menos 15.000 obreros y sus familias se encuentran en una situación de miseria extrema; entre ellos, más de 3.000 mecánicos diestros [...]. Sus fondos de reserva se han agotado luego de una paralización laboral de seis u ocho meses... Tuve que esforzarme mucho para llegar a la puerta del workhouse [hospicio] (de Poplar), pues la asediaba una muchedumbre hambrienta. Esperaban bonos para el pan, pero no había llegado todavía la hora del reparto. El patio forma un gran cuadrado, con un alero que corre alrededor, a lo largo de los muros. Grandes montones de nieve cubrían los adoquines en el medio del patio. Había allí ciertos espacios de dimensiones reducidas, cercados con mimbre como corrales de ovejas, en los que trabajan los hombres cuando el tiempo es más benigno. El día que visité el asilo los corrales estaban tan llenos de nieve que nadie podía permanecer en ellos. Los hombres, sin embargo, protegidos bajo el alero, se ocupaban de macadamizar adoquines. Cada uno se sentaba en un gran adoquín y con un martillo pesado machacaba el granito, cubierto de hielo, hasta picar 5 bushels eeeeee. Con ello quedaba finalizada su labor diaria y se les daba 3 peniques" (2 silbergroschen y 6 pfennige) "y un bono para pan. En otra parte del patio había una desvencijada casucha de madera. Al abrir la puerta, encontramos que estaba llena de hombres, apiñados unos contra otros para conservar el calor. Deshilachaban maromas y disputaban entre sí acerca de cuál de ellos podía trabajar más con un mínimo de comida, pues la resistencia era el point d'honneur [punto de honra]. Sólo en este workhouse [...] recibían socorros [...] 7.000 personas [...], entre ellas varios cientos que 6 u 8 meses atrás ganaban los salarios máximos que se pagan en este país a obreros calificados. Su número sería dos veces mayor si no hubiera tantos que, pese a habérseles agotado totalmente sus reservas de dinero, rehúsan todavía recurrir a la parroquia mientras les quede cualquier cosa para empeñar... Dejando el workhouse, di una vuelta por las calles, en su mayor parte orilladas por casas de un piso, tan numerosas en Poplar. Mi guía era miembro de la comisión para los desocupados. [...] La primera casa en la que entramos era la de un obrero siderúrgico, desocupado desde [837] hace 27 semanas. Encontré al hombre y a toda su familia en un cuarto interior, sentados. La pieza todavía no carecía totalmente de muebles y el hogar se hallaba encendido. Esto era necesario para preservar de la congelación los pies descalzos de los más pequeños, porque el día era gélido. En una bandeja, frente al fuego, había un montón de estopa que la mujer y los chicos deshilachaban a cambio del pan que les proporcionaba el workhouse. El hombre trabajaba en uno de los patios que acabamos de describir por un bono de pan y 3 peniques diarios. Hacía unos instantes que había regresado a la casa para almorzar muy hambriento, según nos dijo con una sonrisa amarga y su comida consistía en unas pocas rebanadas de pan untadas con grasa, y una taza de té sin leche... La puerta siguiente en la que golpeamos fue abierta por una mujer de edad mediana, quien sin pronunciar una palabra, nos hizo pasar a un cuartito interior donde se sentaba toda su familia, en silencio, con los ojos clavados en un fuego mortecino, a punto de extinguirse. Era tal la desolación, la desesperanza que envolvía a esa gente y a su cuartito que no deseo otra cosa que no contemplar jamás una escena semejante. <<No han ganado nada, señor>>, dijo la mujer señalando a los niños, <<nada en 26 semanas, y todo nuestro dinero se ha ido, todo el dinero que el padre y yo ahorramos en tiempos mejores, con la ilusión de tener una reserva cuando los negocios anduvieran mal. [exclamdown]Mire!>>, gritó casi fuera de sí, mostrándonos una libreta de ahorros con todas las anotaciones regulares de dinero colocado y retirado, de tal manera que pudimos comprobar cómo su pequeño caudal había comenzado con el primer depósito de 5 chelines, cómo había aumentado poco a poco hasta llegal a las [sterling] 20 y cómo se había desinflado de nuevo, pasando de libras a chelines, hasta que la última anotación hacía que la libreta tuviera el mismo valor que un pedazo de papel en blanco. Esta familia recibía diariamente una mísera comida del workhouse... Nuestra visita siguiente fue a la mujer de un irlandés. El marido había trabajado en los astilleros. La encontramos enferma por falta de alimentación, echada en un colchón, con sus vestidos puestos, apenas cubierta con un pedazo de alfombra, pues toda la ropa de cama había ido a parar a la casa de empeños. Sus macilentos hijos la cuidaban, aunque parecían necesitar ellos los cuidados maternos. Diecinueve semanas de inactividad [838] forzada la habían reducido a ese estado, y mientras nos contaba la historia del amargo pasado, se lamentaba como si hubiera perdido toda esperanza en un futuro mejor... Cuando salíamos de la casa un hombre joven que corría hacia nosotros nos alcanzó, solicitándonos que fuéramos a su casa y viéramos si se podía hacer algo por él. Una mujer joven, dos hermosos chicos, un montón de boletas de empeño y una pieza totalmente vacía era todo lo que tenía para mostrar" [91]137 Ducpétiaux, op. cit., pp. 151, 154, 155, 156. .

[839]

 

 

e) El proletariado agricola británico

 

En ninguna otra parte el carácter antagónico de la producción y acumulación capitalistas se pone de manifiesto más brutalmente que en el progreso de la agricultura [840] inglesa (la ganadería incluida) y el retroceso del obrero agrícola inglés. Antes de examinar la situación actual de este último, lancemos una breve mirada retrospectiva. La agricultura moderna data, en Inglaterra, de mediados del siglo XVIII, por más que sea muy anterior el trastocamiento [841] de las relaciones de propiedad de la tierra del que parte y en el que se funda el modo de producción modificado.

Si tomamos los datos de Arthur Young observador riguroso aunque pensador superficial referentes al obrero agrícola de 1771, veremos que éste desempeña un papel pobrísimo en comparación con su predecesor de fines del siglo XIV, "cuando el trabajador [...] podía vivir en la abundancia y acumular riqueza" [92], para no hablar del siglo XV, "la edad de oro del trabajador inglés en la ciudad y el campo". No necesitamos, sin embargo, remontarnos tan atrás. En una obra de 1777, muy enjundiosa, leemos. "El gran arrendatario se ha elevado casi al nivel del gentleman, mientras que el obrero rural pobre está casi por el suelo. Su infortunada situación se aprecia con [842] claridad echando una mirada comparativa sobre sus condiciones de hoy y las de 40 años atrás... Terratenientes y arrendatarios [...] cooperan estrechamente en la opresión del trabajador" [93]. Seguidamente se demuestra en detalle que el salario real descendió en el campo, de 1737 a 1777, en casi 1/4, o sea en un 25 %. "La política moderna", dice por la misma época el doctor Richard Price, "favorece a las clases superiores del pueblo, y la consecuencia será que tarde o temprano todo el reino se compondrá únicamente de gentlemen y pordioseros, de grandes y esclavos" [94].

Sin embargo, la situación del obrero agrícola inglés de 1770 a 1780, tanto en lo que se refiere a las condiciones alimentarias y habitacionales como en lo que respecta a su dignidad personal, a sus diversiones, etc., constituye un ideal nunca alcanzado de nuevo. Expresado en pintas de trigo, su salario medio era de 90 pintas llllll de 1770 a 1771; sólo de 65 mmmmmm en tiempos de Eden (1797), y descendió a 60 pintas nnnnnn en 1808 [95].

Ya nos hemos referido a la situación de los obreros rurales a fines de la guerra antijacobina 96, durante cuyo transcurso se enriquecieron de manera tan extraordinaria los aristócratas rurales, los arrendatarios, fabricantes, comerciantes, banqueros, caballeros de la bolsa, proveedores del ejército, etc. El salario nominal aumentó a causa de la depreciación de los billetes, en parte, y en parte por el [843] aumento de precios independiente de la primera circunstancia experimentado por los medios de subsistencia más imprescindibles. Pero el movimiento real de los salarios puede comprobarse de una manera muy simple, sin necesidad de recurrir a detalles que aquí estarían fuera de lugar. Tanto la ley de beneficencia como su administración eran las mismas en 1795 y en 1814. Recuérdese cómo se aplicaba la ley en el campo: la parroquia completaba, bajo la forma de asistencia a los pobres, la diferencia entre el salario nominal y la suma mínima oooooo requerida para que el obrero se limitara a seguir vegetando. La relación existente entre el salario pagado por el arrendatario y el déficit salarial cubierto por la parroquia nos muestra dos cosas: la primera, la baja del salario por debajo de su mínimo; la segunda, el grado en que el obrero agrícola era un compuesto de asalariado por una parte y por otra de indigente, o el grado en que se lo había transformado en siervo de su parroquia. Elijamos un condado que representa la proporción media de todos los demás. En 1795 el salario semanal medio ascendía en Northamptonshire a 7 chelines y 6 peniques; el gasto total anual de una familia de 6 personas era de [sterling] 36, 12 chelines y 5 peniques, su ingreso total de [sterling] 29 y 18 chelines y el déficit cubierto por la parroquia equivalía a [sterling] 6,14 chelines y 5 peniques. En el mismo condado el salario semanal importaba en 1814 12 chelines y 2 peniques, el gasto total anual de una familia de 5 personas se elevaba a [sterling] 54, 18 chelines y 4 peniques, su ingreso total a [sterling] 36 y 2 chelines y el déficit cubierto por la parroquia a [sterling] 18,6 chelines y 4 peniques [97]; en 1795 el déficit era de menos de la cuarta parte del salario, en 1814 de más de la mitad. Se comprende de suyo que en 1814 se hubieran esfumado las escasas comodidades que Eden había encontrado aún en la cottage del obrero agrícola [98]. De todos los animales que tiene el arrendatario, el obrero el instrumentum vocale [instrumento dotado de voz] [99] es a partir de entonces el más [844] atormentado, el peor alimentado y el que recibe el trato más brutal.

El mismo estado de cosas se prolongó tranquilamente hasta que "en 1830 las revueltas de Swing [100] nos revelaron" (esto es, revelaron a las clases dominantes), "a la luz de las parvas incendiadas, que la miseria y el sombrío descontento motinero ardían bajo la superficie de la Inglaterra agrícola tan incontrolablemente como bajo la de la Inglaterra industrial" [101]. En la Cámara de los Comunes, Sadler dio la denominación de "esclavos blancos" ("white slaves") a los obreros rurales, y un obispo sirvió de eco para el epíteto en la Cámara de los Lores. El economista más relevante de ese período, Edward Gibbon Wakefield, dice: "El obrero agrícola de Inglaterra meridional no es un esclavo, no es un hombre libre: es un indigente" [102].

La época inmediatamente anterior a la abolición de las leyes cerealeras arrojó nueva luz sobre la situación de los obreros rurales. Por una parte, a los agitadores burgueses les interesaba demostrar cuán poco protegían esas leyes proteccionistas a los verdaderos productores del cereal. Por otro lado, la burguesía industrial echaba espumarajos de rabia ante las denuncias que de la situación fabril hacían los aristócratas rurales, ante la simpatía que esos holgazanes archicorrompidos, refinados y sin entrañas afectaban por los padecimientos del obrero de las fábricas, ante el "celo diplomático" con que quebraban lanzas por la ley fabril. Un viejo refrán inglés dice que cuando dos ladrones se agarran de los pelos, siempre ocurre algo bueno. Y, en efecto, la estrepitosa y apasionada reyerta entre las dos fracciones de la clase dominante en torno a la cuestión de cuál de las dos explotaba más desvergonzadamente al obrero, fue de un lado y de otro la partera de la verdad. El conde de Shaftesbury, alias lord Ashley, era el paladín de la campaña filantrópica de los aristócratas contra las fábricas. De ahí que se convirtiera, en 1844 y 1845, en uno de los temas favoritos de las revelaciones que hacía el "Morning Chronicle" sobre las condiciones de vida de los obreros agrícolas. Este periódico, a la sazón el órgano liberal más importante, mandó a los distritos rurales enviados especiales que no se contentaban, ni mucho menos, [845] con las descripciones generales y los datos estadísticos: publicaban los nombres tanto de las familias obreras encuestadas como de sus terratenientes. La lista que sigue registra los salarios pagados en tres aldeas cerca de Blanford, Wimbourne y Poole. Las aldeas son propiedad del señor George Bankes y del conde de Shaftesbury. Se observará que este papa de la "Low Church" [103], este corifeo de los pietistas ingleses, vuelve a meter en sus bolsillos, en concepto de alquiler, una parte considerable de los raquíticos salarios de los obreros, al igual que el p. p. Bankes pppppp.

 

Número Salario Salario Salario Salario Salario

de semanal semanal semanal semanal semanal

miem- de los infantil de toda Alquiler dedu- por

Niños bros hombres la semanal cido cabeza

de la familia el

familia alquiler

a b c d e f g h

 

Primera aldea

 

chel. ch. pen. ch. pen. ch. pen. ch. pen. ch. pen.

2 4 8 8 2 6 1 6

3 5 8 8 1 6 6 6 1 3 1/2

2 4 8 8 1 7 1 9

2 4 8 8 1 7 1 9

6 8 7 1 6 10 6 2 8 6 1 3/4

3 5 7 2 7 1 4 5 8 1 1 1/2

 

Segunda aldea

chel. ch. pen. ch. pen. ch. pen. ch. pen. ch. pen.

6 8 7 1 6 10 1 6 8 6 1 3/4

6 8 7 1 6 7 1 3 1/2 5 8 1/2 8 1/2

8 10 7 7 1 3 1/2 5 8 1/2 7

4 6 7 7 1 6 1/2 5 5 1/2 11

3 5 7 7 1 6 1/2 5 5 1/2 1 1

Tercera aldea

 

chel. ch. pen. ch. pen. ch. pen. ch. pen. ch. pen.

4 6 7 7 1 6 1

3 5 7 2 11 6 10 10 8 2 1 1/2

0 2 5 2 6 5 1 4 2

[104]

 

[846] La abrogación qqqqqq de las leyes cerealeras proporcionó a la agricultura inglesa un enorme impulso. Drenaje en la mayor escala [105], un nuevo sistema para la alimentación del ganado en establos y para el cultivo de plantas forrajeras artificiales, introducción de abonadoras mecánicas, nuevo tratamiento de los suelos arcillosos, mayor uso de abonos minerales, aplicación de la máquína de vapor y de todo tipo de nuevas máquinas de trabajo, etc., y el cultivo más intensivo, constituyen las características de esta época. El presidente de la Real Comisión de Agricultura, el señor Pusey, afirma que gracias a la maquinaria recién introducida, los costos (relativos) de explotación se habían reducido casi a la mitad. Por otra parte, el rendimiento positivo del suelo aumentó rápidamente. Una mayor inversión de capital por acre, y por ende, asimismo, una concentración acelerada de los predios arrendados, era la condición fundamental del nuevo método [106] xxxxxx 404,67 há.. De 1846 a 1856, al mismo tiempo, el área cultivada se acrecentó en 464.119 acres yyyyyy, para no hablar de las grandes extensiones de los condados orientales que por arte de encantamiento dejaron de ser cotos para conejos y míseras pasturas para convertirse en ubérrimas tierras cerealeras. Sabemos ya que [847] en esa misma época decreció el número total de las personas ocupadas en la agricultura. En lo que respecta a los trabajadores agricolas propiamente dichos, de uno u otro sexo y de todos los niveles de edad, su número decreció de 1.241.269 en 1851 a 1.163.217 en 1861 [107]. De ahí que aunque el director del Registro Civil inglés observe con razón que "el incremento de los arrendatarios y los obreros agrícolas, desde 1801, no guarda relación alguna [...] con el incremento del producto agrícola" [108], esta desproporción tiene mucho mayor vigencia en el último período, cuando una reducción positiva de la población obrera rural va de la mano con la expansión del área cultivada, el cultivo más intenso, una acumulación inaudita del capital incorporado al suelo y dedicado a su laboreo, aumentos en el producto del suelo que no reconocen paralelo en la historia de la agronomía inglesa, una plétora en los registros de rentas de los terratenientes y una riqueza rebosante de los arrendatarios capitalistas. Si vinculamos esto a la expansión rápida e ininterrumpida del mercado urbano donde se colocan los productos del agro y al imperio del librecambio, tenemos que por fin se había colocado al obrero agrícola, post tot discrimina rerum [después de tantas vueltas y revueltas] [109], en condiciones que secundum artem [según las reglas de la profesión] deberían haberlo embriagado de felicidad.

El profesor Rogers, por el contrario, llega al resultado de que la situación del obrero rural de nuestros días, comparada solamente con la de su antecesor del período que va de 1770 a 1780 para no hablar de sus predecesores en la segunda mitad del siglo XIV y en el siglo XV ha empeorado de manera extraordinaria; que ese trabajador "se ha convertido nuevamente en siervo", y precisamente en siervo mal alimentado y mal alojado" [110] 111. En su memorable informe sobre la vivienda de los obreros rurales, dice el doctor Julian Hunter: "Los costos de manutención del hind" (una denominación del obrero agrícola heredada [848] de los tiempos de la servidumbre) "se fijan en el monto mínimo posible que le permita vivir... Su salario y albergue no se calculan con arreglo a la ganancia que se va a extraer de su persona. En los cálculos del arrendatario, el hind es un cero [112]... Sus medios de subsistencia se consideran siempre como una cantidad fija" [113]. "En lo que respecta a cualquier reducción ulterior de sus ingresos, el hind puede decir: nihil habeo, nihil curo [nada tengo, nada me preocupa]. No abriga temores por el futuro, porque nada tiene, salvo lo absolutamente indispensable para su existencia. Ha alcanzado el punto de congelación, a partir del cual arrancan los cálculos del arrendatario. Venga lo que viniere, no le tocará parte alguna en la dicha o en la desdicha" [114].

En 1863 se llevó a cabo una investigación oficial sobre las condiciones de manutención y laborales de delincuentes sentenciados a deportación y trabajos forzosos. Los resultados se consignan en dos voluminosos libros azules. "Una esmerada compulsa", se dice allí entre otras cosas, "de la dieta de los delincuentes en las cárceles de Inglaterra con la de los indigentes en los workhouses y la de los obreros agrícolas libres de este país [...] revela, sin lugar a dudas, que los primeros están mucho mejor alimentados que cualquiera de las otras dos clases" [115], mientras que la masa de trabajo que se exige de un condenado a trabajos forzosos equivale aproximadamente a la mitad de la que ejecuta un obrero agrícola común [116]. Brindemos unas pocas deposiciones testimoniales características. John Smith, director de la cárcel de Edimburgo, declara (nº 5056): "La dieta en las prisiones inglesas es mucho mejor que la del obrero rural común". Nº 5057: "Es un hecho [...] que [849] los obreros agrícolas de Escocia muy raras veces comen algún tipo de carne". Nº 3047: "¿Sabe usted de algún motivo que obligue a alimentar mucho mejor (much better) a los delincuentes que a los obreros agrícolas comunes? No, en absoluto". Nº. 3048: "¿Piensa usted que es conveniente hacer nuevos experimentos para que la dieta de los prisioneros condenados a trabajos forzosos se asemeje más a la de los obreros agrícolas libres?" [117]. "El obrero agrícola", se afirma, "podría decir: trabajo duramente y no me alcanza para comer. Cuando estaba en la cárcel, no trabajaba tanto y tenía abundancia de comida; para mí, por lo tanto, es mejor estar en la cárcel que el libertad" [118]. Con las tablas adjuntas al primer tomo del informe se ha compuesto el siguiente cuadro sinóptico:

 

Monto alimentario semanal zzzzzz

 

Ingredien- Ingredien-

tes que tes que no Ingredien-

contienen contienen tes mine- Suma

nitrógeno nitrógeno rales total

Onzas(a) Onzas Onzas Onzas

 

Delincuente en la

cárcel de Portland 28,95 150,06 4,68 183,69

Marinero de la

Armada Real 29,63 152,91 4,52 187,06

Soldado 25,55 114,49 3,94 143,98

Constructor de ca-

rros (obrero) 24,53 162,06 4,23 190,82

Tipógrafo 21,24 100,83 3,12 125,19

Obrero agrícola 17,73 118,06 3,29 139,08

 

a 1 onza = 28,35 gr.

 

El lector ya conoce los resultados generales a que arribó la comisión médica que en 1863 investigó la situación alimentaria de las clases populares peor alimentadas. Recordará que la dieta de una gran parte de las familias de obreros agrícolas está por debajo de la medida mínima necesaria "para la profilaxis de enfermedades ocasionadas por el hambre". Tal es el caso, principalmente, en todos los distritos puramente agrícolas de Cornwall, Devon, [850] Somerset, Dorset aaaaaaa, Wilts, Stafford, Oxford, Berks y Herts. "La alimentación que obtiene el obrero agrícola", dice el doctor Simon bbbbbbb, "es mejor que la que indica la cantidad media, ya que él mismo obtiene una porción mucho mayor de los medios de subsistencia [...] indispensable para efectuar su labor [...] que los demás miembros de su familia, una porción que en los distritos más pobres incluye casi toda la carne y el tocino. [...] En muchos casos, y en casi todos los condados, la cantidad de alimento que toca a la mujer, así como a los niños en el período de su crecimiento rápido, es deficiente, particularmente en nitrógeno" [119]. A los criados y sirvientas que viven en la casa misma del arrendatario se los alimenta abundantemente. Su número cayó de 288.277 en 1851 a 204.962 en 1861. "El trabajo de las mujeres en los campos", dice el doctor Smith, "sean cuales fueren sus inconvenientes en otros aspectos [...], en las actuales circunstancias es muy ventajoso para la familia, pues le proporciona a la misma medios [...] para la adquisición de calzado, vestimenta, pago del alquiler, y permite así que la familia esté mejor alimentada" [120]. Uno de los resultados más notables de esta investigación fue que el obrero agrícola está mucho peor alimentado en Inglaterra que en las demás partes del Reino Unido ("is considerably the worst fed"), tal como lo muestra el cuadro:.

 

 

Consumo semanal de carbono y nitrógeno

 

por el obrero agrícola medio (a)

 

Carbono Nitrógeno

Granos(b) Granos

 

Inglaterra 40.673 1.594

Gales 48.354 2.031

Escocia 48.980 2.348

Irlanda 43.366 2.434 [121](Informe del doctor Hunter en "Public Health, Seventh Report...", 1864, pp. 498 a 502, pássim.)

a Datos del cuadro corregidos según la 4ª edición.

b 1 grano = 0,0648 gramos.

 

[851] "Cada página del informe redactado por el doctor Hunter", dice el doctor Simon en su informe sanitario oficial, "aporta un testimonio sobre la cantidad insuficiente y la calidad miserable de las viviendas en que se aloja nuestro obrero agrícola. Y desde hace muchos años viene [852] empeorando progresivamente, en ese aspecto, la situación de dicho trabajador. Actualmente, tal vez encontrar techo sea para él mucho más difícil que lo que lo era en los últimos siglos, y cuando lo encuentra se adecua mucho menos a sus necesidades. En los últimos veinte o treinta años, especialmente, el mal se ha incrementado con rapidez, y las condiciones habitacionales del campesino son hoy en día deplorabilísimas. Excepto en los casos en que aquellos a quienes enriquece el trabajo del obrero consideran que vale la pena tratarlo con una especie de indulgencia compasiva, éste se encuentra totalmente desvalido en lo que respecta a dicho punto. Que la vivienda se alce en la misma tierra que él cultiva, que dicha vivienda sea adecuada como morada humana o como morada porcina, que tenga una huertita la cual alivia tanto la carga de la pobreza , todo esto no depende de su disposición o de su capacidad de pagar un alquiler razonable, sino del uso que a otros les plazca hacer del <<derecho a disponer de su propiedad como se les antoje>>. Por grande que sea una finca arrendada, ninguna ley establece que en ella debe levantarse determinado número de viviendas obreras, y mucho menos que tienen que ser decentes; del mismo modo, la ley no atribuye al obrero ni siquiera el mínimo derecho al suelo, para el cual su trabajo es tan necesario como la lluvia y el sol... Con su considerable peso, una circunstancia notoria desnivela aun más la balanza contra él... la influencia de la ley de beneficencia, con sus disposiciones sobre domicilio y gravámenes de [853] beneficencia [122]. Bajo esa influencia, toda parroquia tiene un interés pecuniario en restringir a un mínimo el número de obreros agrícolas residentes en ella, pues desgraciadamente el trabajo agrícola, en vez de garantizar una independencia segura y permanente al hombre abrumado de trabajo y a su familia, sólo conduce, en la mayor parte de los casos y tras rodeos más largos o más breves, al pauperismo. Un pauperismo que a lo largo de todo el camino está tan próximo que toda enfermedad o cualquier carencia transitoria de ocupación obligan a recurrir al socorro parroquial, y de ahí que todo asentamiento de una población agrícola en una parroquia signifique, notoriamente, un aumento adicional en sus impuestos de beneficencia... A los grandes terratenientes [123] [...] les basta decidir que en sus fincas no se levante ninguna vivienda obrera y con ello se liberan automáticamente de la mitad de su responsabilidad por los pobres. Hasta qué punto la constitución y la ley inglesas han querido sancionar este tipo de propiedad irrestricta del suelo, gracias a la cual un terrateniente que <<hace con lo suyo lo que se le antoja>> puede tratar como forasteros a los cultivadores y expulsarlos de su propiedad, es una cuestión cuyo debate no me incumbe... Esta facultad de desalojo [...] no existe sólo en la teoría. Se la ejerce en la práctica, en la mayor escala [...]. Es una de las circunstancias que rigen las condiciones habitacionales del obrero agrícola... Acerca de la extensión del mal permite juzgar el último censo, según el cual durante los últimos 10 años y pese a una mayor demanda local de vivienda, prosiguió la destrucción de casas en 821 diversos distritos de Inglaterra, de tal manera que si prescindimos de personas obligadas a convertirse en no residentes" (esto es, a no residir en las parroquias donde trabajan), "en 1861 una población mayor en un 5 1/3 % que en 1851 debió acomodarse en un espacio habitacional [854] un 4 1/2 % más reducido... Cuando el proceso de despoblación ha llegado a su término, dice el doctor Hunter, el resultado es una aldea de escenografía (show-village), donde las cottages se han reducido a unas pocas, en las que no se permite vivir a nadie, se exceptúa tan sólo a pastores de ovejas, jardineros y monteros, servidores regulares que reciben de los magnánimos señores el buen trato tradicionalmente dado a esas clases [124] ccccccc 202,3 há. 125. Pero la tierra requiere cultivo, y se observará que los trabajadores que la laboran no son inquilinos del terrateniente, sino que proceden de una aldea abierta, ubicada quizás a tres millas de distancia ddddddd, donde una numerosa clase de pequeños caseros los ha hospedado después de la destrucción de las cottages de los primeros en las aldeas cerradas. Cuando las cosas tienden a ese resultado, las cottages suelen atestiguar, con su aspecto destartalado, el destino al que están condenadas. Se las ve en las diversas fases de la decadencia natural. Mientras el techo no se venga abajo, se le permite al obrero pagar alquiler por la choza, y a menudo está contentísimo de poder hacerlo, aunque tenga que abonar por ella el precio de una vivienda confortable. Pero ninguna reparación, ninguna mejora, salvo las que pueda efectuar el insolvente inquilino. Y por último cuando se vuelve completamente inhabitable [...], hay simplemente una cottage destruida más y un impuesto de beneficencia menos para pagar en lo sucesivo. Mientras los grandes terratenientes se desembarazan de esa manera del impuesto de beneficencia, despoblando el suelo controlado por ellos, el pueblo o la aldea abierta más cercanos reciben los obreros desalojados; más cercanos, digo, pero ese pueblo <<más [855] cercano>> puede distar 3 ó 4 millas eeeeeee de la finca en que el obrero debe trabajar duramente día tras día. Se agrega así a su tarea diaria, como si fuera poca cosa, la necesidad de marchar diariamente de 6 a 8 millas para ganarse el pan de cada día. Todo el trabajo agrícola ejecutado por su mujer e hijos se efectúa bajo las mismas circunstancias, que agravan las dificultades. Y el mal generado por el alejamiento no se reduce a eso. En la aldea abierta, los especuladores compran retazos de terreno que siembran lo más densamente posible con los cuchitriles mas baratos que se pueda concebir. Y en estas míseras viviendas, que aunque den al campo comparten las características más monstruosas de las peores moradas urbanas, es donde se hacinan los obreros agrícolas de Inglaterra [126]"Sin los pequeños propietarios de las aldeas abiertas [...], la mayor parte de los obreros agrícolas tendrían que dormir bajo los árboles de las fincas en que trabajan." (Ibídem, p. 135.) El sistema de las aldeas "abiertas" y "cerradas" prevalece en todos los Midlands {250} y en toda la parte oriental de Inglaterra. 127 ...Tampoco se debe imaginar, por otra parte, que el trabajador alojado en la misma tierra que cultiva encuentra la vivienda [856] a que lo hace merecedor su vida, industriosa y productiva. [...] Incluso en las fincas más principescas [...] su cottage [...] suele ser de lo más deplorable. A juicio de algunos terratenientes, un establo es suficientemente bueno para sus obreros y los familiares de éstos y no desdeñan extraer de su alquiler todo el dinero posible [128] fffffff En la 3ª y 4ª ediciones: "certificado de trabajo".. Aunque se trate de una choza en ruinas, con un solo dormitorio, sin hogar, sin retrete, sin ventanas que puedan abrirse, sin más suministro de agua que el de la acequia, sin huerta, el obrero carece de amparo contra la injusticia. Y nuestras leyes de política sanitaria (the Nuisance Removal Acts) [...] son [...] letra muerta. Se ha confiado su aplicación [...] precisamente a los propietarios que alquilan esas covachas... Es necesario que [...] no nos dejemos deslumbrar por escenas más brillantes, pero excepcionales; si lo hiciéramos perderíamos de vista la preponderancia abrumadora de hechos que constituyen un baldón para la civilización inglesa. Horrendo debe de ser, en efecto, el estado de cosas, cuando los observadores competentes, pese a la monstruosidad notoria de la vivienda actual, llegan por unanimidad a la conclusión de que la misma sordidez de las viviendas es un mal infinitamente menos agobiante que su mera escasez. Desde hace años, el hacinamiento en las viviendas de los obreros agrícolas es motivo de profunda inquietud no sólo para las personas que se ocupan de la [857] salud, sino para todas las que se atienen a la decencia y la moralidad de la vida. Una y otra vez, en efecto, con expresiones tan uniformes que parecen estereotipadas, quienes elaboran informes sobre la difusión de enfermedades epidémicas en los distritos rurales denuncian el hacinamiento habitacional como causa que frustra por entero todo intento de contener el progreso de una epidemia ya declarada. Y una y otra vez se ha demostrado que a pesar de las muchas influencias saludables de la vida campestre, la aglomeración, que tanto acelera la propagación de las enfermedades infecciosas, coadyuva también al surgimiento de enfermedades no infecciosas. Y las personas que han denunciado esa situación, no han guardado silencio acerca de otro mal. Incluso cuando su tema originario se limitaba al cuidado de la salud, se veían casi obligados a ocuparse de los otros aspectos del problema. Al mostrar cuán frecuentemente adultos de uno u otro sexo, casados y solteros, deben yacer amontonados (huddled) en estrechos dormitorios, los informes de esos observadores tenían necesariamente que suscitar la convicción de que en las condiciones descritas se ultrajan de la manera más grosera el sentimiento del pudor y la decencia, causándose la ruina, casi necesariamente, de toda moralidad 129 ... En el apéndice de mi último informe, por ejemplo, el doctor Ord, en su relación sobre el brote de fiebre en Wing, Buckinghamshire, refiere cómo llegó a ese lugar un joven de Wingrave, con fiebre. En los primeros días de su enfermedad ese joven durmió en una habitación con otras nueve personas. En dos semanas fueron infectados varios individuos; [exclamdown]en el curso de pocas semanas 5 de las 9 personas habían [858] contraído la fiebre, y una murió! [...] En esa misma época, el doctor Harvey, del hospital de Saint George, quien con motivo de su práctica privada había visitado el pueblo de Wing durante la epidemia, me proporcionó información coincidente con la anterior: <<Una joven, enferma de fiebre, dormía de noche en el mismo cuarto con el padre, la madre, su propio hijo bastardo, dos muchachos jóvenes (hermanos de ella) y sus dos hermanas, cada una con un bastardo; en total, 10 personas. Pocas semanas antes, 13 niños dormían en esa misma pieza>>" [130].

Durante su investigación, el doctor Hunter visitó 5.375 cottages de obreros agrícolas no sólo en distritos puramente agrarios, sino en todos los condados de Inglaterrra. De esas 5.375, 2.195 sólo tenían un dormitorio (que frecuentemente era también el cuarto de estar); 2.930 sólo 2, y 250 más de 2. Vamos a ofrecer aquí un breve florilegio, correspondiente a una docena de condados.

 

1. Bedfordshire

 

Wrestlingworth: dormitorio de unos 12 pies ggggggg de largo por 10 hhhhhhh de ancho; muchos, sin embargo, son más pequeños. A menudo la pequeña choza de un piso se divide con una mampara, formándose así dos dormitorios; suele colocarse una cama en una cocina de 5 pies y 6 pulgadas iiiiiii de alto. Alquiler: [sterling] 3. Los inquilinos tienen que construir su propio retrete; el casero se limita a hacer cavar un pozo. Tan pronto como alguien construye una letrina, la utiliza todo el vecindario. Una casa, denominada de Richardson, era de una belleza realmente única. Sus paredes de mortero se combaban como un vestido de dama durante la genuflexión. Un extremo de la fachada era convexo, el otro cóncavo, y sobre este último se levantaba desgarbadamente la chimenea, tubo torcido de arcilla y madera que recordaba la trompa de un elefante. Un palo [859] largo servía de puntal y evitaba el derrumbe de la chimenea. Puerta y ventana romboidales. De las 17 casas visitadas sólo 4 tenían más de un dormitorio, y las 4 estaban atestadas. Cots [chozas de un piso] de una alcoba albergaban 3 adultos con 3 chicos, un matrimonio con 6 hijos, etcétera.

Dunton: alquileres altos, de [sterling] 4 a [sterling] 5; salario semanal de los varones adultos: 10 chelines. Confían en conseguir el dinero para el alquiler mediante el trenzado de paja, efectuado por la familia. Cuanto más elevado el alquiler, tanto mayor el número de los que deben reunirse para pagarlo. Seis adultos, que compartían un dormitorio con 4 niños, pagaban por esa pieza [sterling] 3 y 10 chelines. La casa más barata de Dunton sus medidas exteriores son 15 pies jjjjjjj de largo por 10 kkkkkkk de ancho estaba alquilada por [sterling] 3. Sólo una de las 14 casas investigadas tenía dos dormitorios. Algo apartada de la aldea se levanta una casa cuyos moradores han enchastrado las paredes exteriores con sus excrementos. Por un simple proceso de putrefacción, unas 9 pulgadas lllllll de la parte inferior de la puerta han desaparecido; de noche, al cerrar, se tapa ingeniosamente el agujero empujando desde adentro unos ladrillos y pedazos de esterilla. Media ventana tanto los vidrios como el marco ha seguido el camino de toda carne [131]. Aquí, privados de mobiliario, se amontonan 3 adultos y 5 niños. Dunton no es peor que el resto de la Biggleswade Union.

 

2. Berkshire

 

Beenham: en junio de 1864 un hombre, su mujer y 4 hijos vivían en una cot (cottage de un piso). Una hija que trabajaba de sirvienta volvió a la casa con fiebre escarlatina. Murió. Un chico se enfermó y murió. La madre y un hijo estaban enfermos de tifus cuando se llamó al doctor Hunter. El padre y uno de los niños dormían fuera de la casa, pero la dificultad de lograr el aislamiento pudo apreciarse aquí, ya que la ropa de la familia atacada [860] por la fiebre se amontonaba, a la espera de lavado, en la atestada plaza del mercado de la mísera aldea. Alquiler de la casa de H., 1 chelín semanal, un dormitorio para una pareja y 6 niños. Casa alquilada por 8 peniques (semanales): 14 pies y 6 pulgadas mmmmmmm de largo, 7 pies nnnnnnn de ancho, cocina de 6 pies ooooooo de altura; el dormitorio sin ventana, ni hogar, ni puerta, ni otra abertura que una sola al pasillo, ninguna huerta. Vivía un hombre aquí, hace poco, con dos hijas adultas y un hijo adolescente. Padre e hijo dormían en la cama, las muchachas en el pasillo. Cada una de ellas tuvo un hijo mientras la familia vivía allí, pero una se fue al workhouse [hospicio] para el parto, y luego volvió a la casa.

 

3. Buckinghamshire

 

Treinta cottages sobre 1.000 acres ppppppp de tierra albergan aquí de 130 a 140 personas, aproximadamente. La parroquia de Bradenham abarca 1.000 acres; en 1851 tenía 36 casas y una población de 84 hombres y 54 mujeres. Este desnivel entre los sexos se había subsanado en 1861, año en que se censaron 98 varones y 87 mujeres; en 10 años hubo un incremento de 14 hombres y 33 mujeres. En el ínterin, el número de casas había disminuido en una unidad.

Winslow: gran parte de la aldea está recién construida, en buen estilo. La demanda de casas parece ser importante, ya que cots misérrimas se alquilan a 1 chelín y 3 peniques por semana.

Water Eaton: aquí los propietarios, en vista de que la población aumentaba, han demolido aproximadamente un 20 % de las casas existentes. Un pobre obrero que tenía que caminar unas 4 millas qqqqqqq hasta su trabajo, respondió a la pregunta de si no encontraría una cot más cerca: "No en la perra vida le alquilarán una casa a un hombre con una familia tan numerosa como la mía".

[861] Tinker's End, cerca de Winslow: una habitación donde dormían 4 adultos y 5 niños, medía 11 pies rrrrrrr de largo por 9 sssssss de ancho, y en su punto más elevado la altura era de 6 pies y 5 pulgadas ttttttt; otro dormitorio, de 11 pies y 7 pulgadas uuuuuuu de largo por 9 pies vvvvvvv de ancho y 5 pies y 10 pulgadas wwwwwww de altura, albergaba 6 personas. Cada una de esas familias disponía de menos espacio que el necesario para un condenado a trabajos forzosos. Ninguna casa tenía más de un dormitorio; ninguna, una puerta trasera. El agua escaseaba mucho. Alquileres semanales de 1 chelín y 4 peniques a 2 chelines. En 16 casas investigadas sólo había un hombre que ganara 10 chelines por semana. En el caso antes mencionado, la reserva de aire a disposición de cada persona equivalía a la que le correspondería si pasara la noche encerrada en un cubo de 4 pies de arista xxxxxxx. En las chozas viejas, es cierto, no escasea la ventilación natural.

 

4. Cambridgeshire

 

Gamblingay pertenece a varios propietarios. Se observan en ella las cots más ruinosas y miserables que se pueda encontrar en ninguna otra parte. Se practica mucho el trenzado de paja. Una lasitud mortal, una resignación desesperada a la mugre, imperan en Gamblingay. El desaseo en el centro de la aldea se convierte en tortura en los extremos septentrional y meridional, donde las casas se caen a pedazos, podridas. Los terratenientes ausentistas desangran pródigamente a la mísera aldehuela. Los alquileres son muy elevados. De 8 a 9 individuos apeñuscados en una pieza donde podría dormir bien una sola persona; en dos casos, 6 adultos, cada uno con 1 ó 2 niños, en un dormitorio pequeño.

[862]

5. Essex

En muchas parroquias de este condado corren parejas la disminución en el número de personas y en el de cottages. En no menos de 22 parroquias, sin embargo, la destrucción de casas no ha puesto coto al incremento de la población o, en otras palabras, no ha provocado la expulsión que, bajo el nombre de "éxodo hacia las ciudades" tiene lugar en todas partes. En Fingringhoe, una parroquia de 3.443 acres yyyyyyy, había en 1851 145 casas, y en 1861 únicamente 110, pero la gente no quiso marcharse y se las arregló para aumentar numéricamente, a pesar de estar sometida a ese tratamiento. En Ramsden Crays 252 personas residían en 1851 en 61 casas, pero en 1861 262 personas se hacinaban en sólo 49 casas. En Basildon vivían en 1851 157 pcrsonas en 35 casas, sobre 1.827 acres zzzzzzz; a fines del decenio, 180 personas en 27 casas. En las parroquias de Fingringhoe, South Fambridge, Widford, Basildon y Ramsden Crays vivían en 1851 1.392 personas en 316 casas, sobre 8.449 acres aaaaaaaa; en 1861, sobre la misma superficie, 1.473 personas en 249 casas.

6. Herefordshire

Este pequeño condado ha sido más atacado por el "espíritu de desalojo" que cualquier otro en Inglaterra. En Madley las atestadas cottages, por lo general de dos dormitorios, pertenecen en gran parte a arrendatarios de tierras. [exclamdown]Las alquilan fácilmente a [sterling] 3 ó 4 por año y pagan un salario semanal de 9 chelines!

7. Huntingdonshire

Hartford tenía en 1851 87 casas, pero poco después se habían demolido 19 cottages en esa pequeña parroquia de 1.720 acres bbbbbbbb; habitantes en 1831, 452 personas; en [863] 1851, 382, y en 1861, 341. Investigadas; 14 cots de un dormitorio. En una, un matrimonio, 3 hijos varones adultos, una muchacha adulta, 4 niños; en total: 10 personas; en otra, 3 adultos y 6 niños. Uno de esos cuartos, en el que dormían 8 personas, medía 12 pies y 10 pulgadas cccccccc de largo, 12 pies y 2 pulgadas dddddddd de ancho y 6 pies y 9 pulgadas eeeeeeee de altura; la medida media, sin descontar las salientes, arrojaba unos 130 pies cúbicos ffffffff por cabeza. En los 14 dormitorios, 34 adultos y 33 niños. Raras veces estas cottages tenían huerta, pero muchos de los inquilinos podían tomar en arriendo pequeños retazos de tierra, a razón de 10 ó 12 chelines por rood (1/4 de acre gggggggg). Estos allotments [lotes] se encuentran lejos de las casas, carentes de letrinas. La familia tiene que optar entre ir a su parcela para depositar allí sus excrementos o, como ocurre aquí y con perdón sea dicho, llenar con ellos el cajón de un armario; una vez lleno, lo sacan y se lo vacía donde su contenido es necesario. En Japón, el ciclo de las condiciones de vida se desenvuelve con más aseo.

 

8. Lincolnshire

 

Langtoft: un hombre vive aquí en la casa de Wright, con mujer, suegra y 5 chicos; la casa tiene cocina al frente, lavadero, un dormitorio sobre la cocina; ésta y el dormitorio miden 12 pies y 2 pulgadas hhhhhhhh de largo por 9 pies y 5 pulgadas iiiiiiii de ancho; la planta baja, en su totalidad, mide 21 pies y 3 pulgadas jjjjjjjj de largo por 9 pies y 5 pulgadas kkkkkkkk de ancho. El dormitorio es una buhardilla. Las paredes convergen en el techo, a la manera de un pilón de azúcar, y un tragaluz se abre en la fachada. ¿Por qué vivía aquí el inquilino? ¿Huerto? Extraordinariamente minúsculo. ¿Alquiler? Alto, 1 chelín y 3 peniques por semana. ¿Cercanía respecto al trabajo? No, trabajo y casa distaban 6 millas llllllll [864] uno del otro, de modo que el ocupante tenía que marchar 12 millas mmmmmmmm diarias, entre ida y vuelta. Vivía allí porque era una cottage alquilable y porque quería tener una cot para él solo, en cualquier parte, a cualquier precio, en el estado que fuera. Ofrecemos ahora los datos estadísticos correspondientes a 12 casas en Langtoft, con 12 dormitorios en los que vivían 38 adultos y 36 niños:

 

 

12 casas en Langtoft

 

Dormi- Número Dormi- Número

Casas torios Adultos Niños de Casas torios Adultos Niños de

personas personas

 

1 1 3 5 8 1 1 3 3 6

1 1 4 3 7 1 1 3 2 5

1 1 4 4 8 1 1 2 0 2

1 1 5 4 9 1 1 2 3 5

1 1 2 2 4 1 1 3 3 6

1 1 5 3 8 1 1 2 4 6

 

 

9. Kent

 

Kennington, penosísimamente congestionada en 1859, año en que se declaró la difteria y el médico de la parroquia efectuó una encuesta oficial sobre la situación de las clases populares más pobres. Se encontró con que en este poblado, donde hay gran necesidad de trabajo, se habían destruido varias cots y no se había construido ninguna nueva. En un distrito se levantaban 4 casas, llamadas birdcages (pajareras); cada una tenía 4 piezas cuyas dimensiones en pies nnnnnnnn y pulgadas oooooooo eran las siguientes:

 

Cocina 9,5 x 8,11 x 6,6

Lavadero 8,6 x 4,6 x 6,6

Dormitorio 8,5 x 5,10 x 6,3

Dormitorio 8,3 x 8,4 x 6,3

[865]

10. Northamptonshire

 

Brixworth, Pitsford y Floore: durante el invierno, debido a la falta de trabajo, en estas aldeas vagabundean de 20 a 30 hombres por las calles. Los arrendatarios no siempre cultivan suficientemente las tierras cerealeras y las dedicadas a hortalizas, y al terrateniente le ha parecido ventajoso fusionar en 2 ó 3 todas sus fincas arrendadas. De ahí que escasee la ocupación. Mientras que de un lado de la fosa el campo clama por trabajo, del otro lado los chasqueados trabajadores le lanzan miradas ansiosas. Febrilmente recargados de trabajo en el verano y medio muertos de hambre en el invierno, no es extraño que digan, en su propio dialecto, que "the parson and gentlefolks seem frit to death at them" [132]bis.

En Floore, casos de parejas con 4, 5, 6 niños, hacinados en un dormitorio de miniatura; lo mismo, 3 adultos con 5 niños; lo mismo, una pareja con el abuelo y 6 niños enfermos de escarlatina, etc.; en 2 casas con 2 dormitorios, 2 familias formadas por 8 y 9 adultos, respectivamente.

11. Wiltshire

Stratton: 31 casas visitadas; 8 con sólo un dormitorio. Penhill, en la misma parroquia: una cot, alquilada por 1 chelín y 3 peniques semanales y en la que vivían 4 adultos y 4 niños, no tenía nada de bueno salvo las paredes desde el piso hecho de piedras toscamente labradas hasta el techo de paja podrida.

 

12. Worcestershire

La destrucción de casas no ha ido aquí tan lejos; sin embargo, de 1851 a 1861 el número de moradores por casa pasó de 4,2 a 4,6.

Badsey: muchas cots y huertas pequeñas en esta aldea. Algunos arrendatarios declaran que las cots son "a great [866] nuisance here, because they bring the poor" (las cots constituyen un gran inconveniente porque atraen a los pobres). Con respecto a la afirmación de un gentleman, según el cual "no por ello mejora la situación de los pobres; si se construyen 500 cots, se colocan como el pan caliente, y en realidad, cuantas más se construyen, tantas más se necesitan" en su opinión son las casas las que producen los habitantes, que luego, conforme a una ley natural, presionan sobre "los medios habitacionales" observa el doctor Hunter: "Y bien, esos pobres deben venir de alguna parte, y como en Badsey no hay nada que ejerza atracción socorros caritativos, por ejemplo tiene que existir necesariamente una repulsión ejercida por un lugar todavía más desagradable, la cual los impele hacia aquí. Si cada uno pudiera encontrar una cot y una parcela cerca de su lugar de trabajo, es seguro que nadie preferiría a Badsey, donde por un pedacito de terreno tiene que pagar dos veces más que el arrendatario por el suyo".

El éxodo constante hacia las ciudades, la conversión constante operada en el campo de los obreros en "supernumerarios" debido a la concentración, pppppppp a la transformación de tierras de labor en pasturas, a la maquinaria, etcétera, y la expulsión constante de la población rural por medio de la demolición de las cottages, son procesos que corren parejos. Cuando más despoblado está un distrito tanto mayores son su "sobrepoblación relativa" y la presión ejercida por ésta sobre los medios de ocupación, tanto mayor el excedente absoluto de población rural con respecto a sus medios habitacionales, tanto mayores, por consiguiente, la sobrepoblación local y el pestilente hacinamiento humano en las aldeas. El espesamiento del conglomerado humano en aldehuelas y pueblecitos desperdigados concuerda con la forzosa despoblación humana del campo abierto. La conversión ininterrumpida de los obreros agrícolas en "supernumerarios", pese a la reducción de su número y al aumento en la masa de su producto, es la cuna de su pauperismo. Su indigencia ocasional es uno de los motivos que se invocan para desalojarlos y la fuente de su miseria habitacional; ésta quebranta su última capacidad de resistencia y los convierte en simples esclavos [867] del terrateniente [133] y del arrendatario de tierras, de tal modo que el mínimo del salario se consolida para ellos con la fuerza de una ley natural. Por otra parte, el campo, pese a su constante "sobrepoblación relativa", está a la vez subpoblado. Esto no sólo puede verse con carácter local en puntos donde la afluencia humana hacia las ciudades, minas, ferrocarriles en construcción, etc., se produce con demasiada rapidez, sino en todas parte, tanto durante la cosecha como en primavera o verano, en los muchos momentos en que la agricultura inglesa muy esmerada e intensiva requiere brazos extraordinarios. Siempre hay demasiados obreros agrícolas para las necesidades medias de la agricultura y demasiado pocos para las necesidades excepcionales o temporarias de la misma [134] qqqqqqqq En la 4ª edición se cita así esta obra: "Der achtzehnte Brumaire des Louis Bonaparte", 2ª ed., Hamburgo, 1869, pp. 88 y ss.".. [868] De ahí que en los documentos oficiales se registren las quejas más contradictorias, procedentes de la misma localidad, respecto a la falta de trabajo y al exceso de trabajo; todo al mismo tiempo. La falta temporaria o local de trabajo no suscita ningún aumento salarial, sino que empuja hacia los trabajos agrícolas a mujeres y niños y abate a niveles cada vez más bajos la edad a la que estos últimos comienzan a trabajar. No bien cobra mayor vuelo la explotación de las mujeres y los niños, la misma se convierte, a su vez, en nuevo medio para transformar en supernumerarios a los trabajadores agrícolas varones y mantener el bajo nivel de sus salarios. En el este de Inglaterra florece un hermoso fruto de este cercle vicieux [círculo vicioso]: el llamado gang-system (sistema de cuadrillas o de bandas), tema sobre el cual volvemos brevemente aquí [135].

El sistema de cuadrillas está radicado casi exclusivamente en Lincolnshire, Huntingdonshire, Cambridgeshire, Norfolk, Suffolk y Nottinghamshire, esporádicamente en los condados vecinos de Northampton, Bedford y Rutland. Tomemos aquí a Lincolnshire como ejemplo. Una gran parte de este condado está formada por tierras nuevas, pantanos desecados o, al igual que en otros de los condados orientales aludidos, terrenos recién ganados al mar. La máquina de vapor ha operado milagros en cuanto a la desecación. Extensiones que antes eran marismas y terrenos arenosos, están cubiertas ahora por un mar de exuberantes trigales y rinden las más elevadas rentas de la tierra. Lo mismo se aplica a terrenos aluviales ganados artificialmente, como en el caso de la isla de Axholme y las demás parroquias a orillas del Trent. A medida que surgían las nuevas fincas arrendadas, no sólo no se construían nuevas cottages sino que se demolían muchas de las antiguas; el aporte de trabajo se obtenía de las aldeas abiertas, [869] distantes varias millas y ubicadas a lo largo de caminos que serpentean por la cresta de las colinas. Eran éstas, anteriormente, el único refugio que encontraba la población durante las persistentes inundaciones invernales. En las fincas arrendadas de 400 a 1.000 acres rrrrrrrr, a los obreros sedentarios (denominados aquí "confined labourers" [trabajadores encerrados]) sólo se los utiliza para el trabajo agrícola pesado y permanente, efectuado con caballos. Término medio, por cada 100 acres (1 acre = ssssssss 1,584 morgen prusianas) hay apenas una cottage. Un arrendatario de fenland [tierra ganada a los pantanos] declaró ante la comisión investigadora: "La finca que arriendo comprende 320 acres tttttttt, todos de tierras de pan llevar. No tiene ninguna cottage. Un trabajador vive actualmente en mi casa. Tengo cuatro hombres que trabajan con las caballos y que residen en los alrededores. El trabaja liviano, para el que se requieren muchos brazos, se efectúa par medio de cuadrillas" [136]. El suelo exige muchas tareas livianas, camo arrancar la maleza, azadonar, ciertas operaciones de abonado, eliminación de las piedras, etc. Estos trabajos los ejecutan las cuadrillas o bandas organizadas, residentes en las aldeas abiertas.

La cuadrilla se compone de 10 a 40 ó 50 personas: mujeres, muchachos de uno u otro sexo (de 13 a 18 años), aunque a los muchachos varones generalmente se los excluye cuando llegan a los 13 años, y por último niños y niñas (de 6 a 13 años). A la cabeza está el gang-master (jefe de cuadrilla), que es siempre un obrero agrícola común y corriente y que suele ser lo que se llama un tipo de mala entraña, libertino, inconstante, borrachín, pero dotado de cierto espíritu emprendedor y de savoir-faire [don de gentes]. Recluta la cuadrilla, que trabaja a sus órdenes y no bajo el mando del arrendatario. Con éste establece un acuerdo basado, las más de las veces, en el pago a destajo. La remuneración del gang-master, no mucho mayor promedialmente que la de un obrero agrícola [870] común [137] uuuuuuuu Unas 200 há., depende casi por entero de la destreza con que sepa hacer que su cuadrilla, en el menor tiempo posible, movilice la mayor cantidad posible de trabajo. Los arrendatarios han descubierto que las mujeres sólo trabajan ordenadamente bajo la dictadura masculina, pero que ellas y los niños, una vez puestos en movimiento, gastan con verdadero desenfreno sus energías vitales como ya lo sabía Fourier , mientras que el obrero varón adulto es tan mañoso que las economiza lo más que puede. El jefe de cuadrilla se traslada de una finca a otra y ocupa así a su banda durante 6 u 8 meses por año. Ser sus clientes, por ende, es mucho más rendidor y seguro para las familias obreras que serlo del arrendatario individual, el cual sólo ocasionalmente da ocupación a niños. Esta circunstancia consolida a tal punto su influencia en las aldeas abiertas, que por lo general sólo por su mediación es posible contratar niños. La explotación individual de los mismos, al margen de la explotación de la cuadrilla por el arrendatario vvvvvvvv, constituye el negocio accesorio de estos individuos.

Los "puntos flacos" del sistema son el trabajo excesivo de los niños y de los jóvenes, las marchas interminables que efectúan diariamente para ir y volver de fincas distantes 5, 6 y a veces 7 millas wwwwwwww, y por último la desmoralización de las "gangs". Aunque el jefe de cuadrilla, al que en algunas comarcas se lo denomina "the driver" (el arriero), está provisto de una buena vara, rara vez la emplea, y las quejas sobre malos tratos son la excepción. Es un emperador democrático o una especie de flautista de Hamelin [138]. Necesita, pues, gozar de popularidad entre sus súbditos y los mantiene vinculados a su persona por medio de la bohemia que prospera bajo sus auspicios. Una cruda licencia, un placentero desenfreno y la más obscena desenvoltura dan alas a la cuadrilla. Las más de las veces el jefe de cuadrilla paga los salarios en la taberna y vuelve más tarde a casa tambaleándose, sostenido a [871] derecha e izquierda por sendas y robustas mujeres, a la cabeza de un séquito de niños y muchachos que alborotan y entonan canciones chocarreras y obscenas. En el camino de regreso está en la orden del día lo que Fourier llama la "fanerogamia" [139]. Es frecuente que muchachas de trece y catorce años queden encintas por compañeros de su misma edad. Las aldeas abiertas, que suministran el grueso de las cuadrillas, se convierten en Sodomas y Gomorras [140] 141 y registran dos veces más nacimientos ilegítimos que el resto del reino. Ya hemos indicado lo que aportan a la moralidad, en calidad de mujeres casadas, las muchachas criadas en esa escuela. Sus hijos, si el opio no les da el golpe de gracia, son reclutas natos de la cuadrilla.

La cuadrilla, en la forma clásica que acabamos de describir, se denomina cuadrilla pública, común o ambulante (public, common or tramping gang). Existen también, en efecto, cuadrillas privadas (private gangs). Se integran como la cuadrilla pública pero son menos numerosas, y en vez de trabajar bajo el mando del jefe de cuadrilla, lo hacen a las órdenes de un peón viejo al que el arrendatario no sabe dar mejor destino. El espíritu de bohemia se desvanece aquí, pero todas las declaraciones testimoniales coinciden en que tanto el pago como el trato de los niños empeoran.

El sistema de cuadrillas, que en los últimos años se ha extendido de manera constante [142], no existe, evidentemente, para complacer al jefe de cuadrilla. Existe para enriquecer a los grandes arrendatarios [143], o en su caso a los terratenientes [144]. Para el arrendatario no existe un [872] método más ingenioso, que le permita mantener a su personal obrero muy por debajo del nivel normal y, no obstante, tener siempre a la orden, para todo trabajo extraordinario, los brazos extras necesarios, así como extraer con la menor cantidad posible de dinero la mayor cantidad posible de trabajo [145] y convertir en "supernumerarios" a los obreros varones adultos. Tras la exposición anterior, se comprende que por un lado se admita la mayor o menor desocupación del obrero rural, y que por otro se declare "necesario" el sistema de cuadrillas debido a la falta de trabajo obrero masculino y a su éxodo hacia las ciudades [146]. Los campos libres de malezas y las malezas humanas de Lincolnshire, etcétera, son los polos opuestos de la producción capitalista [147].

[873]

 

f) Irlanda

 

Para concluir esta sección es necesario que nos traslademos por un momento a Irlanda. En primer lugar, los hechos que aquí nos interesan.

La población de Irlanda había aumentado en 1841 a 8.222.664 personas; en 1851 se había reducido a 6.623.985 habitantes, en 1861 a 5.850.309 y en 1866 a 5 1/2 millones, esto es, aproximadamente a su nivel de 1801. La disminución comienza con el año de hambruna de 1846, de manera que en menos de 20 años Irlanda pierde más de 5/16 del número total de sus habitantes [148]. Su emigración global desde mayo de 1851 hasta julio de 1861 ascendió a 1.591.487 personas; la emigración durante los últimos 5 años (1861-1865) pasó del medio [874] millón. El número de casas ocupadas se redujo, de 1851 a 1861, en 52.900. De 1851 a 1861 el número de las fincas arrendadas con una superficie de 15 a 30 acres xxxxxxxx aumentó en 61.000; el de las fincas arrendadas mayores de 30 acres en 109.000, mientras que el número total de todas las fincas arrendadas decreció en 120.000, merma que obedece exclusivamente al aniquilamiento de fincas arrendadas de menos de 15 acres, o sea a su concentración yyyyyyyy.

La mengua en el número de habitantes, naturalmente, se vio acompañada en términos generales por una reducción en la masa de productos. Para el objetivo que nos hemos fijado basta considerar los 5 años que van de 1861 a 1865, durante los cuales emigraron más de medio millón de personas y la cantidad absoluta de habitantes se redujo en más de 1/3 de millón zzzzzzzz.

 

 

CUADRO A

 

Existencias de ganado aaaaaaaaa

 

Año Equinos Vacunos

 

Número Dismi- Número Dismi- Aumen-

total nución total nución to

 

1860 619.811 3.606.374

1861 614.232 5.579 3.471.688 134.686

1862 602.894 11.338 3.254.890 216.798

1863 579.978 22.916 3.114.231 110.659

1864 562.158 17.820 3.262.294 118.063

1865 547.867 14.291 3.493.414 231.120

 

 

Año Ovinos Porcinos

 

Número Dismi- Aumen- Número Dismi- Aumen-

total nución to total nución to

 

1860 3.542.080 1.271.072

1861 3.556.050 13.970 1.102.042 169.030

1862 3.456.132 99.918 1.154.324 52.282

1863 3.308.204 147.928 1.067.458 86.866

1864 3.366.941 58.737 1.058.480 8.978

1865 3.688.742 321.801 1.299.893 241.413

 

 

Del cuadro precedente resulta:[149]

Equinos Vacunos Ovinos Porcinos

Disminución Disminución Aumento Aumento

absoluta absoluta absoluto absoluto

 

71.944 112.960 146.662 28.821

 

Pasemos ahora a la agricultura, que proporciona los medios de subsistencia para el ganado y los seres humanos. En el cuadro siguiente se calcula la disminución o el aumento registrado cada año con respecto al año inmediatamente precedente. Los granos comprenden el trigo, la avena, la cebada, el centeno, los frijoles y las arvejas. Las hortalizas abarcan las papas, turnips [nabos], remolachas azucareras y forrajeras, coles, zanahorias, parsnips [pastinacas], chirivías, etcétera.

 

 

CUADRO B bbbbbbbbb

 

 

Aumento o disminución de la tierra dedicada al cultivo

 

y como praderas (o pastoreo), en acres (a)

 

Totales de

tierras

Granos Hortalizas Pasturas y Lino dedicadas

trébol a la agric.

y la ganad.

 

Año D D A D A D A D A

 

1861 15.701 36.974 47.969 19.271 81.373

1862 72.734 74.785 6.623 2.055 138.841

1863 144.719 19.358 7.724 63.922 92.431

1864 122.437 2.317 47.486 87.761 10.493

1865 72.450 25.421 68.970 50.159 28.218

1861-65 428.041 1O8.013 82.834 122.850 330.370

 

a 1 acre = 0,4047 há.

A Aumento

D Disminución

 

[876]

En 1865 se agregan al rubro "pasturas" 127.470 acres ccccccccc, principalmente porque el área bajo el rubro "tierra yerma, no utilizada, y bog (turberas)" disminuyó en 101.543 acres ddddddddd. Si comparamos 1865 con 1864, tenemos una reducción en el rubro granos de 246.667 quarters eeeeeeeee, de los cuales 48.999 fffffffff correponden al trigo, 166.605 ggggggggg a la avena, 29.892 hhhhhhhhh a la cebada, etc.; la merma en la producción de papas aunque el área dedicada a su cultivo aumentó en 1865 fue de 446.398 toneladas iiiiiiiii, etcétera jjjjjjjjj. Pasemos ahora, del movimiento de la población y de la producción agropecuaria de Irlanda, al movimiento en la bolsa de sus terratenientes, grandes arrendatarios y capitalistas industriales. El mismo se refleja en las bajas y alzas del impuesto a los ingresos. Para comprender el cuadro siguiente obsérvese que el rubro D (ganancias, salvo las de

 

 

CUADRO D 150
kkkkkkkkk

 

 

Ingresos sujetos al impuesto a los ingresos,

 

en libras esterlinas

 

1860 1861 1862 1863 1864 1865

 

Rubro A

Renta

de la

tierra 12.893.829 13.003.554 13.398.938 13.494.091 13.470.700 13.801.616

 

Rubro B

Ganan-

cias de

los arren-

data-

rios 2.765.387 2.773.644 2.937.899 2.938.823 2.930.874 2.946.072

Rubro D

Ganan-

cias in-

dustria-

les.

etc. 4.891.652 4.836.203 4.858.800 4.846.497 4.546.147 4.850.199

 

Todos los

rubros

de

A a E 22.962.885 22.998.394 23.597.574 23.658.631 23.236.298 23.930.340

 

 

[877]

 

CUADRO C 151
Agregado a la 2ª edición. Las estadísticas oficiales registran, para el año 1872, una reducción en la superficie cultivada comparada con la de 1871 de 134.915 acres. Se verifica un "aumento" en el cultivo de hortalizas turnips [nabos], remolachas forrajeras y similares ; "disminución" en el área cultivada de trigo (16.000 acres), avena (14.000 acres), cebada, bere y centeno (4.000 acres), papas (66.632 acres), lino (34.667 acres), y 30.000 acres menos de praderas, tréboles, chirivías y colzas. El suelo dedicado al cultivo de trigo muestra en los últimos 5 años la siguiente escala descendente: 1868, 285.000 acres; 1869, 280.000 acres; 1870, 259.000 acres; 1871, 244.000 acres; 1872, 228.000 acres. En 1872 se registra, en números redondos, un aumento de 2.600 equinos, 80.000 vacunos, 68.600 ovinos y una disminución de 236.000 porcinos.

 

 

Aumento o disminución en la extensión de la
tierra cultivada, el producto por acre y el producto total.
1865 comparado con 1864 (a)

Acres de tierra Aumento o dis- Producto por

Producto cultivada minución, 1865 acre

1864 865 + - 1864 1865

cwt.(b) cwt.

Trigo 276.483 266.989 9.494 13,3 13,0

Avena 1.814.886 1.745.228 69.658 12,1 12,3

Cebada 172.700 177.102 4.402 15,9 14,9

Bere (d) 8.894 10.091 1.197 16,4 14,8

 

Centeno 8,5 10,4

 

tons.(e) tons.

Papas 1.039.724 1.066.260 26.536 4,1 3,6

Nabos 337.355 334.212 3.143 10,3 9,9

Remolacha 14.073 14.389 316 10,5 13,3

Coles 31.821 33.622 1.801 9,3 10,4

Lino 301.693 251.433 50.260 34,2(*) 25,2(*)

Heno 1.609.569 1.678.493 68.924 1,6 1,8

 

 

 

Producto total

Producto Aumento o dis-

minución, 1865 Aumento o dis-

minución, 1865

+ - 1864 1865 + -

 

cwt. cwt. qrs.(c) qrs. qrs. qrs.

Trigo 0,3 875.782 826.783 48.999

Avena 0,2 7.826.332 7.659.727 166.605

Cebada 1,0 761.909 732.017 29.892

Bere (d) 1,6 15.160 13.989 1.171

 

Centeno 1,9 12.680 18.364 5.684

tons. tons. tons. tons. tons. tons.

Papas 0,5 4.312.388 3.865.990 446.398

Nabos 0,4 3.467.659 3.301.683 165.976

Remolacha 2,8 147.284 191.937 44.653

Coles 1,1 297.375 350.252 52.877

Lino 9,0(*) 64.506 39.561 24.945

Heno 0,2 2.607.153 3.068.707 461.554

 

* Stones de 14 libras (f).

 

a 1 acre = 0,4047 há.

b 1 cwt. = 1 hundredweight = 45,359 kg.

c 1 quarter = 2,908 hl.

d Variedad de cebada: hordeum hexastichon o tetrastichon.

e 1 tonelada inglesa = 2.240 libras = 1.016,04 kg.

f 6,350 kg.

 

[878]

los arrendatarios) incluye también las llamadas ganancias "profesionales", es decir, los ingresos de abogados, médicos, etc., y que los rubros C y E que no incluimos por separado en nuestro cuadro comprenden los ingresos de funcionarios, militares, sinecuristas del estado, tenedores de títulos, etcétera.

Bajo el rubro D, el aumento del ingreso anual medio fue de sólo 0,93 en el período 1853-1864, mientras que en el mismo lapso ascendió a 4,58 en Gran Bretaña. El cuadro siguiente [Cuadro E] muestra la distribución de las ganancias (sin incluir las de los arrendatarios) en los años 1864 y 1865.

Inglaterra, país de producción capitalista desarrollada y preponderantemente industrial, habría quedado exangüe si hubiera padecido una sangría de población como la soportada por Irlanda. Pero Irlanda, actualmente, no es más que un distrito agrícola de Inglaterra, de la cual la separa un ancho foso, y a la que suministra granos, lana, ganado y reclutas industriales y militares.

La despoblación ha hecho que muchas tierras se vuelvan baldías, ha reducido considerablemente el producto

[879]

CUADRO E [152] lllllllll

Rubro D. Ingresos por ganancias
(de más de [sterling] 60) en Irlanda

1864 1865

Número de Número de

personas en- personas en-

[sterling] tre las que [sterling] tre las que

se distribu- se distribu-

yen yen

Ingreso total anual 4.368.610 17.467 4.669.979 18.081

Ingresos anuales

de más de

[sterling] 60 y menos de [sterling] 100 238.726 5.015 222.575 4.703

Del ingreso

total anual 1.979.066 11.321 2.028.571 12.184

Resto del ingreso

total anual 2.150.818 1.131 2.418.833 1.194

1.073.906 1.010 1.097.927 1.044

1.076.912 121 1.320.906 150

De las cuales 430.535 95 584.458 122

646.377 26 736.448 28

262.819 3 274.528 3

agrícola [153] mmmmmmmmm En la 3ª y 4ª ediciones: "exporta indirectamente". y, pese a la expansión del área dedicada a la ganadería, ha ocasionado en algunos de sus ramos una disminución absoluta, y en otras un progreso insignificante, interrumpido por retrocesos constantes. No obstante, con el descenso en la masa de la población, aumentan continuamente las rentas de la tierra y las ganancias de los arrendatarios, aunque estas últimas no de manera tan constante como las primeras. El motivo de ello es fácilmente comprensible. Por una parte, con la fusión de las fincas arrendadas y la transformación de tierras de labor en pasturas, una parte mayor del producto total se convirtió en plusproducto. El plusproducto creció, aunque el producto global, del cual aquél es una fracción, disminuyó. Por otra parte, el valor dinerario de este plusproducto se acrecienta aun más rápidamente que su masa, debido al aumento que en los últimos 20 años, y especialmente en el último decenio, han experimentado en el mercado inglés los precios de la carne, de la lana, etcétera.

[880] Los medios de producción dispersos que sirven al productor mismo como medios de ocupación y de subsistencia, sin que se valoricen mediante la incorporación de trabajo ajeno, están tan lejos de ser capital como el producto consumido por su propio productor lo está de ser mercancía. Aunque con la masa de la población decreció la masa de los medios de producción empleados en la agricultura, aumentó sin embargo la masa de capital empleado en la misma, ya que una parte de los medios de producción antes dispersos se transformó en capital.

El capital global de Irlanda invertido fuera de la agricultura, en la industria y el comercio, se acumuló durante los dos últimos decenios con lentitud y estuvo sometido a grandes y constantes fluctuaciones. Se desarrolló con gran rapidez, por el contrario, la concentración de sus partes constitutivas individuales. Finalmente, por pequeño que haya sido su crecimiento absoluto, relativamente, esto es, en proporción a la decreciente masa de población, ese capital aumentó.

Se despliega aquí bajo nuestros ojos, en gran escala, un proceso tan hermoso que la economía ortodoxa no podría desear que lo fuera más para demostrar su dogma según el cual la miseria es el resultado de la sobrepoblación absoluta y el equilibrio se restablece gracias a la despoblación. Es este un experimento mucho más importante que la peste de mediados del siglo XIV [154], tan glorificada por los maltusianos. Incidentalmente: si aplicar a las relaciones de producción y a las correspondientes relaciones de población del siglo XIX las pautas del siglo XIV era ya de por sí algo que combinaba pedantería e ingenuidad, esta ingenuidad, por añadidura, hacía caso omiso de que si bien la peste y la mortandad que la acompañó fueron seguidas por la liberación y enriquecimiento de la población rural de este lado del Canal, en Inglaterra, del otro lado, en Francia, contribuyeron a un mayor sojuzgamiento y a un acrecentamiento de la miseria nnnnnnnnn.

En 1846, la hambruna liquidó en Irlanda a más de un millón de seres humanos, pero sólo se trataba de pobres [881] diablos. No infligió el menor perjuicio a la riqueza del país. El éxodo que la siguió durante dos decenios, y que todavía hoy va en aumento, no diezmó como sí lo hizo la Guerra de los Treinta Años junto con los hombres a sus medios de producción. El genio irlandés inventó un método totalmente nuevo para proyectar a un pueblo indigente, como por arte de encantamiento, a miles de millas de distancia del escenario de su miseria. Los emigrantes arraigados en Estados Unidos envían anualmente sumas de dinero a casa, medios que posibilitan el viaje de los rezagados. Cada tropel que emigra este año, atrae el próximo año otro tropel de emigrantes. En vez de costarle algo a Irlanda, la emigración constituye uno de los ramos más proficuos de sus negocios de exportación. Es, por último, un proceso sistemático que no se limita a horadar un boquete transitorio en la masa de la población, sino que extrae de ella, año a año, más hombres que los remplazados por los nacimientos, con lo cual el nivel absoluto de población disminuye cada año ooooooooo.

¿Cuáles fueron las consecuencias para los obreros irlandeses que quedaron atrás, liberados ya de la sobrepoblación? Que la sobrepoblación relativa hoy es tan grande como antes de 1846, que el salario se mantiene en el mismo nivel bajo, que el trabajo es más extenuante que antes, que la miseria en el campo empuja hacia una nueva crisis. Las causas son simples. La revolución en la agricultura va a la par de la emigración. La producción de sobrepoblación relativa le tomó la delantera a la despoblación absoluta. Una mirada al cuadro B ppppppppp muestra que la transformación de tierras de labor en pasturas tiene que operar de manera mucho más aguda en Irlanda que en Inglaterra. En ésta, con el acrecentamiento de la ganadería aumenta el cultivo de hortalizas; en Irlanda, dicho cultivo disminuye. Mientras que grandes extensiones de tierras antes cultivadas quedan en barbecho o se transforman de manera permanente en pasturas, gran parte [882] de la tierra baldía y las turberas sirven hoy para la expansión de la ganadería. Los arrendatarios pequeños y medianos incluyo entre ellos todos los que no cultivan más de 100 acres qqqqqqqqq siguen siendo, aproximadamente, 8/10 del total [155]bis 156. La competencia de la agricultura practicada con métodos capitalistas oprime progresivamente, en grado mucho más intenso que antes, a ese tipo de arrendatarios, que por consiguiente suministran de manera constante nuevos reclutas a la clase de los asalariados. La única gran industria de Irlanda, la fabricación de lienzo, requiere relativamente pocos varones adultos y en general ocupa, pese a la expansión que experimentó a partir del encarecimiento del algodón sssssssss, sólo a una parte proporcionalmente insignificante de la población. Al igual que toda otra gran industria, la del lienzo, mediante oscilaciones continuas, produce en su propia esfera una sobrepoblación relativa, incluso aunque aumente en términos absolutos la masa humana absorbida por ella. La miseria de la población rural constituye el pedestal de gigantescas fábricas de camisas, etc., cuyo ejército de trabajadores, en su mayor parte, está disperso por el campo. Volvemos a encontrarnos aquí con el sistema de la industria doméstica, ya descrito anteriormente, que dispone de dos recursos metódicos para convertir en "supernumerarios" a los obreros: pagar de menos y hacer trabajar de más. Por último, aunque la despoblación no surtió efectos tan destructivos como los que habría ocasionado en un país de producción capitalista desarrollada, no tuvo lugar sin repercusiones constantes ttttttttt. [883] La emigración no sólo deja a sus espaldas casas vacías, sino también caseros arruinados. La baja total de su consumo crea en el mercado interno un vacío permanente, que se hace sentir sobre todo entre los tenderos modestos, los artesanos y los pequeños industriales en general. Cada nuevo éxodo arroja una parte de la pequeña clase media al proletariado. Véase en el cuadro E la reducción de los ingresos menores de [sterling] 100.

El salario del obrero agrícola en la región de Dublín el salario máximo del jornalero rural irlandés es en estos momentos, pese a los elevados precios de los artículos de primera necesidad, de 7 chelines. De esto se desprende cuál será el nivel de ese salario en los distritos apartados puramente agrícolas. Baste un ejemplo para caracterizar incluso la situación del obrero industrial irlandés calificado uuuuuuuuu

187bis10 Ibídem, pp. 21, 13. 157.

[884] "En mi reciente visita al norte de Irlanda", dice el inspector fabril inglés Robert Baker, "me sorprendió el esfuerzo que realizaba un obrero calificado irlandés para procurarles educación, pese a sus escasísimos recursos, a sus hijos. Reproduzco textualmente sus declaraciones, [885] tal como las recogí de sus labios. Se trata de un obrero calificado, como lo demuestra el hecho de que se lo emplee en la producción de artículos para el mercado de Manchester. Johnson: Soy beetler [agramador] y trabajo de 6 de la mañana a 11 de la noche, de lunes [886] a viernes; los sábados terminamos a las 6 de la tarde y tenemos 3 horas para comer y descansar. Tengo 5 chicos. Por ese trabajo gano 10 chelines y 6 peniques semanales; mi mujer también trabaja y cobra 5 chelines por semana. La muchacha


Capitulo siguiente: